El PAN deja suelto el cabo de la inconveniencia de seguir teniendo un dirigente falto de calidad moral, como lo es Alberto Jiménez Tecpa.
Me llama la atención la tardanza del diputado Sergio González Hernández, para presentar licencia, como parte de la estrategia para camuflar las verdaderas intenciones del orticismo, de impulsar al legislador Julián Velázquez Llorente.
Vaya complejidad que acompaña a renunciar a una de las comisiones legislativas más importantes de San Lázaro, como lo es la de Salud. Creo que el compadre número uno impidió que el compadre número dos siguiera su ruta ascendente –incluso, se maneja a Velázquez como sustituto de José Ángel Córdova Villalobos en la Secretaría de Salud.
Tal acción nos muestra que por mucho afecto y hasta parentesco que medie, nunca el compadre número dos podrá aspirar a ser más que el uno. Llámele como quiera. Política anquilosada, costumbre del pleistoceno o, el panismo más priísta del que se tenga memoria.
Y sin embargo, está dando resultado.
Aunque, cuidado. La democracia interna del PAN se ha sobrepuesto por decenios a intentos semejantes.
Y aquí la duda es, si con todo y que es Tlaxcala la única plaza segura para el PAN, este permitirá el “aiga sido como aiga sido”, como parte de las medidas desesperadas de Cesar Nava para asegurar por lo menos una gubernatura, ante la inminente tragedia electoral que le aguarda en las 12 entidades donde habrá elecciones este cuatro de julio.
A ver, nada más imagine usted que Adriana Dávila, contase con los servicios del despacho encabezado por el jefe Diego. Ándale, entonces la judicialización de cada candidatura esta en puerta y con ello, la más estrepitosa caída del proyecto albiazul, hoy por hoy aparentemente seguro.
Comprobamos que para los panistas no hay peor enemigo que otro panista, pues saben ellos muy bien de sus puntos débiles. Ora sí que hay que tomarle sabor a la derrota, si con ella se demuestra que uno es muy digno. Sí señor.
Así que la traviesa e incómoda Adriana, resulta a estas alturas la piedra en el zapato orticista que le inhibe de una manipulación completa, de una dominación que, nada más hay que ver a Adolfo Escobar haciendo campaña para diputado local o, a Sergio González ofreciendo mil disculpas por la licencia tardía.
Digamos que el control total en el PAN es imposible.
Y no valen edificios regalados aprovechando a un dirigente ladino –como resultó Alberto Jiménez– cuya pasividad y entreguismo le han significado ganancias exponenciales.
En otras palabras, hacerse tonto genera riqueza.
Conste que el agarrón será de antología y que, la derrota por semejante liviandad será llorada por muchos, seguros de que estar en la bola es garantía de alargar su estancia pegados a la ubre presupuestal.
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