Nadie ganó en este primer ejercicio democrático organizado atropelladamente por el ITE, pero el daño causado por Mariano, eso lo reconocieron de alguna forma los ocho
Más allá de cuestiones banales que han llevado a muchos a proclamar vencedor o vencedora del debate, organizado por el Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE), conviene armar el rompecabezas con fichas aportadas por cada uno de los participantes.
Hecho esto, puede verse la magnitud del daño ocasionado por el priísta Mariano González Zarur, a casi seis años de asumir el poder.
Fueron educación y seguridad los dos temas abordados por Adriana Dávila (PAN), Martha Palafox (Morena), Lorena Cuéllar (PRD), Marco Antonio Mena(PRI-PANAL-Verde-PS), Felipe Hernández (PAC), Edilberto Algredo (MC), Federico Barbosa (PES) y el independiente Jacob Hernández.
Al público más cercano a los candidatos los movió la emoción de considerar esta confrontación de ideas, un episodio más del ya desaparecido programa de la televisión mexicana, conducido por la peruana Laura Bosso, una hábil manipuladora de desagradable imagen, cuyo vulgar mesianismo casi la hizo invulnerable en México.
Pero la crítica vertida por los ocho abanderados en el Xicohtencatl sirvió para contar con un diagnóstico crudo de las dramáticas condiciones que en estos dos rubros guarda la entidad.
Y transitamos de los 83 mil analfabetas, expuestos por Barbosa a las escuelas sin electricidad y con piso de tierra, planteado por Adriana Dávila. Fuimos de la desaparición de Karla, una menor cuya ausencia duele más por la indolencia de la autoridad, abordado por Martha Palafox, a los negocios con útiles y uniformes, señalados por Lorena Cuéllar.
Con una desafortunada conducción y serios problemas para su retrasmisión debido que el ITE todo lo dejó para la última hora, en este ejercicio democrático sí hubo un perdedor: Mariano González, cuya partida es, según concluimos tras el debate de los ocho, un tema de apremio, y como apuntó el priísta Marco Antonio Mena: las escaleras se barren de arriba hacia abajo.
Fue acaso uno de los mensajes más dramáticos del debate. Hablar de incremento a las fuerzas del orden y ver escenarios donde el robo, el secuestro, el asesinato, son el pan nuestro de una administración capaz de devolver recursos federales porque según su necia postura, somos uno de los estados más seguros del país.
El trabajo de los candidatos consistió en refrescarnos la memoria, para tener muy presente que solo aquí los custodios personales de los mandos más altos purgan una sentencia porque asesinaron a un federal y dejaron lisiado a su hermano.
Solo aquí sucede que un mando tan alto como el subsecretario de seguridad haya sido descubierto en su involucramiento con secuestradores y maleantes que integran al crimen organizado.
¿Qué daña más a los tlaxcaltecas, el ambiente de terror en las calles, maquillado como si se tratara de exageraciones o las descaradas pintas del nombre de Mariano González hecho grecas en las fachadas de las escuelas?
Uno a uno los abanderados presentes deshojaron la margarita. Y en el fondo, ni el mismo priísta halló razones para sacar el tema de la continuidad.
Sobrevinieron escarceos entre Dávila, Mena y Cuéllar. Panista y priísta la emprendieron contra una perredista, cuyo nerviosismo se hacía notorio en escena. El priísta estimó las propuestas de Cuéllar como fuera de contexto presupuestal; la panista le demandó transparencia respecto a su fortuna personal.
Era acaso ese momento el esperado por las clientelas de cada bando. Y a pesar del intercambio verbal, nunca dejaron de fluir los datos, que descargaban en las ruinas dejadas por quien vive el complemento de su administración.
Entonces Cuéllar pidió a su igual panista dejar los gritos, que así no se gobierna dijo, y al tricolor lo responsabilizó de la tendencia lesiva en contra del estado.
Tras las exposiciones y las réplicas, lo preparado con antelación fue sustituyendo a la ausencia de afectos entre los confrontados.
Becas, transporte gratuito para los estudiantes, crear la Universidad de Tlaxcala, una cascada de propuestas de quienes no bajaron la guardia hasta el último minuto, cuando llegó la hora de las fotos, la hora de enfrentarse a multitudes llevadas a vitorearlos como si el debate hubiese sido una sesión de lucha grecorromana.
Afuera del Xicohtencatl, vecinos de Ocotlán, sin agua desde hace varias semanas. Se manifestaban seguros que irrumpir en la tranquilidad dominguera de la tarde movería al alcalde panista Adolfo Escobar, del mullido sillón donde seguramente disfrutaba de la trasmisión de Coracyt.
En conclusión, ¿qué ha pasado por la cabeza de la autoridad tlaxcalteca al devolver recursos federales, con lo que laboralmente estamos hundidos?
Recrudecen las sospechas de desvíos, más cuando la Auditoría Superior de la Federación tiene a Tlaxcala en la mira. Ya son cien millones documentados de daño patrimonial. Y eso de 2014. Falta 2015. Falta saber si ante la cascada de señalamientos sale Mariano por lo menos librado de ir a la cárcel porque motivos legales sobran para ello.
Si de algo sirvió el debate fue para abrir colectivamente los ojos, a la mitad de esta caída libre que ha de tener el direccionamiento que la gente le dé el próximo cinco de junio. Cada quien y su concepto de estado llevará en la conciencia hacia donde dirige su voto.
Y así, cada uno de los espectadores a distancia, escuchas o lectores del debate y su cobertura también tendrá la capacidad de juicio estético a los candidatos, o del aplausómetro en cuanto el abanderado de sus preferencias tovo el turno al micrófono.
No puede omitirse el tema técnico. La forma grotesca como a las emisoras FM Centro de Apizaco y Radio Universidad, de Tlaxcala, les fue comunicado unos días antes del debate que la señal les llegaría por medio del satélite. Se notó la mala leche pues ninguna de las dos contaba en ese momento con los receptores necesarios.
A los medios de comunicación se les trató con exclusión, aunque con el cinismo de demandarles su atenta colaboración para retrasmitir la señal.
Al moderador, Salvador García Soto, le pagaron por un trabajo francamente malo, que evidenciaba desconocimiento de la plaza, de los personajes, que lo llevó a omitir el nombre de la candidata de Morena, Martha Palafox, justo cuando el debate iniciaba.
Con todas estas ineficiencias, los medios se volcaron a retrasmitir el debate y a darle puntual cobertura.