El gran patrocinador de Marco Antonio Mena representa al priísmo rancio, conservador; Beatriz en cambio, dará sus secretos a Lorena para ganar a costa de un PRI sin remedio
Los ying y los yang de las campañas políticas. Los encargados de construir alianzas y aquellos especializados en colocar explosivos en los contrarios… los gurúes de las campañas son la otra parte de la pelea, sin dar la cara, pero empleados a fondo en no dar tregua en esta incipiente elección.
El menaje del PRI
Si Luis Carlos Ugalde tiene trabajando a un equipo alterno de bots a los enviados por el CEN del PRI y de la Segob de Miguel Ángel Osorio Chong, también opera la parte abyecta de ese proyecto, con personajes que arrojan la piedra y esconden la mano… Ricardo García Portilla, Carlos Bailón y otros encargados de mantener listos obuses y metralla para crecer la campaña.
¿Quién opera financieramente?, pues Fabricio Mena, el hermano del candidato. Pero, ¿quién está detrás de todo este teje y maneje?, pues Joaquín Cisneros Fernández, el ex senador que ha llegado a reforzar, con recurso económico y humano al proyecto que moría en manos de Mariano González Zarur (y no por falta de dinero, sino por su acentuado egocentrismo).
Lorena y sus traviesos
Bueno, comencemos por señalar a la más traviesa de todas: Beatriz Paredes Rangel y su dream team, comenzando por el morelense Daniel Herrera Murga, de larga historia dentro y fuera de Tlaxcala pero presto a romper lo que deba.
En el otro lado de ese bunker, y con la bendición de Rafael Moreno Valle, hace rato opera Víctor Cánovas Moreno, con un ojo a la campaña y el otro a los financieros de la misma.
Y quien dude de la presencia de Beatriz, pues vean a su incondicional, la vocera de la campaña Elia Sánchez González, quien por cierto bifurca los intereses también hacia Héctor Ortiz Ortiz, en cuyo gobierno manejó la Coordinación de Radio y Televisión. Es decir, la de Tzompantepec es un puente más entre Lorena y el orticismo, reacio aún a revelar que va a jalar hacia este lado.
La historia se repite
En esta esquina Joaquín Cisneros Fernández. En la otra, Beatriz Paredes Rangel. ¿Quién los viera hoy confrontados si parece que fue ayer cuando Betty encabezaba en la CNC a la pandilla, donde Joaquín, Mariano, Alfonso, Héctor, todos eran una familia, a lo mejor no feliz pero eso sí, muy identificados con la cosa campesina.
Como ocurrió en la elección de noviembre de 1998, dichos personajes vuelven a encabezar sendos proyectos distintos. En aquella ocasión fue Alfonso Sánchez Anaya, el gallo de Beatriz. Y ganó. Primero porque fue un proyecto abierto, no aislado como el cisnerismo, y luego por contar con el apoyo de Antonio Álvarez Lima, a quien no paraba el pico apoyando a la democracia, pero que exigió al presidente Carlos Salinas de Gortari quitarle de enfrente a Beatriz Paredes. Y solo así el apanicado pelón se animó a hacer campaña. Y eso que no tenía competidores de peso.
Las novedades
Sí, en esta ocasión Beatriz se ha puesto de lado de la sobrina de Joaquín. Si en el noventa y ocho ese fue motivo de desconfianza hacia su familiar, 18 años después se confirma cómo uno de los supuestos pilares, fue factor para derribarlo. Tía y sobrino no pueden con sus respectivos amores propios.
En ese tipo de recovecos cabe la corpulenta embajadora de México en Brasil. Ya lo están viendo ustedes. El pleito está cantado Joaquín versus Beatriz. Mariano queda en un segundo plano. Ahora le preocupa más el destino de su vástago en el IV. De lo otro, de la grande, se encarga el ex alcalde de Tlaxcala que recién convocó a las fuerzas más rancias del priísmo tlaxcalteca, a quienes prácticamente desempolvó tras las descortesías del torbellino manchis… bueno para el desplante y malito para la forma.
La Dávila, ¿sus operadores?
Salta entre el diputado Juan Corral Mier y el cuestionado dirigente estatal panista, Carlos Carreón Mejía, el manejo de la campaña de Adriana Dávila Fernández, la abanderada panista que mantiene ella misma el control, hacia abajo con estos dos, que en el plano central, donde no sería nada malo la presencia de perfiles de relevancia nacional, como el del senador Roberto Gil Zuhart.
Pero entonces habría rumbo. Y la apuesta de Adriana es hacia un caos que permita la opacidad necesaria para salir por piernas de una competencia que de ninguna manera puede ganarse con dinero. Mejor guardarlo y procurarse una actuación decorosa bajo la premisa de que lo importante no es ganar sino competir. Ahí está el negocio.
¿Quién detrás de Martha?
No se complican. Es Andrés Manuel López Obrador, quien planea junto con la senadora Martha Palafox Gutiérrez, los pasos que han de dar para mantener vigente la crítica donde más duele al sistema.
Comienzan por enumerar las pifias de Peña Nieto y descienden hasta llegar al más tranza de Tlaxcala. Y al señalarlo, la gente lo celebra. Y vuelven a sembrar la semilla de la inconformidad de miles dispuestos a expresar su repudio a este marianismo, en tanto enésima expresión del puñado de familias haciendo y deshaciendo a placer.
¿Estrategas?, pues los descendientes de la senadora; tal vez comenzando con Mauricio, Daniel, Horacio, quienes se fueron haciendo duchos en el complicado reto de hacer exitosas las giras de AMLO.
La lucha entre dos
Es prematuro para sopesar proyectos. Teóricamente nos animamos a ver como la guerra sin cuartel al enfrentamiento entre Beatriz Paredes y Joaquín Cisneros.
Un pasado en el que la recomendada de Emilio Sánchez Piedras, la ungida por Echeverría, la diputada más joven de Tlaxcala, y luego la gobernadora más desconfiada de la historia, confronta de nueva cuenta al partido que, curiosamente le ha dado todo para ganar.
Si en 1998 gana con la alianza PRD-PT, hoy anda en la misma dirección.
No son las únicas veces en que usa los colores del PRI para avanzar en la oposición. Recuerden que acompañaba ella a Porfirio Muñoz Ledo y a Cuauhtemoc Cárdenas Solórzano, en aquél histórico rompimiento con el Revolucionario Institucional, para dar paso a la Izquierda que tanto influyó en la historia moderna del país.
Lo curioso es que los animó, pero cuando aquellos anunciaron su escisión, ella mantuvo cerrado el pico y acaso conservó para sí, el negocio de esquilmar a su partido con el petate del muerto de la oposición.