El más viejo del orticismo ha tenido que activar su sistema artesanal de hacer política, privilegiando el contacto directo que el corporativismo, reventado tras la dimisión de Serafín
Esta vez, el ex gobernador Héctor Ortiz Ortiz, apuesta a su longevidad en la política y a la práctica tan de él, de repasar día y noche nombres, fechas, detalles, de sus conocidos en este ambiente. Y mire que le hace falta tras el capítulo que marcó la decisión de su carnal, Serafín Ortiz, de dejar para mejores momentos su participación en elecciones.
Medio día del pasado trece de marzo. El diputado con licencia Serafín Ortiz, hacía pública su dimisión y no descartaba aliarse a otro proyecto, tal vez Lorena Cuéllar Cisneros del PRD, o Adriana Dávila Fernández del PAN.
Transcurrieron dos semanas y, aunque estamos en días feriados aquella posibilidad se fue diluyendo.
Y quedó claro el mensaje: el PAC no está de lado de Lorena y tampoco de Adriana.
También quedó a la vista de todos el desafío de Ortiz al mandatario Mariano González Zarur, quien no solo fue incapaz de meter a Héctor a la cárcel, sino que en el próximo Congreso lo tendrá como parte de su pesadilla.
El tercer objetivo que mueve el retorno de Héctor Ortiz al Congreso local, llevando a su cuñado Justo Lozano como suplente, debe ser un mensaje a los 50 mil o 60 mil votantes dispuestos del Partido Alianza Ciudadana (PAC) para impedir su desperdigamiento.
Quedó en el intento aquél concepto de corporativo para negociar una participación en bloque.
Volvió a escena la acción casi artesanal del ex mandatario para focalizar municipios o regiones y anteponer el trato personal con los individuos a posibles hazañas con intenciones masificadoras.
Soberbia, parálisis, pasividad, no sé. Lo que está claro es que el protagonismo del PAC pudo medirse en términos reales. ¿Su destino?, insisto, será labrado de manera personal. El aglutinamiento no fue acogido por el gremio de los académicos.
Delicada, la situación de Román
Será mañana cuando un juez determine la situación jurídica del alcalde de Zacatelco con licencia, Francisco Román Sánchez. Por lo pronto, recobró su libertad dejando en garantía dos propiedades de un hermano suyo, con un valor superior a cuatro millones de pesos, que es el monto por el que enfrenta una demanda de abuso de confianza.
El caso tiene relación directa con los ejidos afectados durante la construcción del Arco Norte.
Entonces las filiales de Carlos Slim, encargadas de la construcción (Imbursa-Ideal) negociaron con el gobierno federal el pago de dichas parcelas sobre las cuales pasaría la supercarretera.
Y surge un nombre clave en estas negociaciones: Alberto Cano Cortesano, director –entonces-del Centro de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).
El mismo a través del cual se transfirieron los recursos.
El mismo que permitió dar un carácter institucional a la adquisición de ganado de ínfima calidad para cubrir con un escandaloso sobreprecio las indemnizaciones a los afectados.
¿Por qué el Centro SCT, mediador entre Ibursa-Slim y campesinos de Tlaxcala, no exigió la entrega pulcra del efectivo?
¿Por qué comprometió la credibilidad de la institución al frente de la cual estaba para que los ejidatarios estimaran la aceptación del pago en especie?
¿No debió compartir una celda el señor Cano Cortesano en la Procuraduría?
Bueno, tal vez ustedes me dirán: es que el chaparrito de San Pablo del Monte no ha necesitado una carta de antecedentes no penales, como en cambio sí ocurrió con Francisco Román Sánchez.
El hecho es que después de un tiempo que se ha hecho eterno, la acusación emergió entre las catacumbas del feudo de Alilcia Fragoso Sánchez, y se la aplicaron al activista –que en 2012 se volvió panista- justo en el momento en que más daño le pudieron causar.
Eso explica la inacción de Adriana Dávila Fernández, quien pudo haber reclamado tan perverso proceder de una administración lista a desempolvar procesos como parte de una guerra sucia rumbo a la elección de junio. Pero no lo hizo.
Y también nos pemitiría especular respecto a fechas vencidas y temas renovados entre Mariano González y Adriana Dávila. Como podemos ver, el capítulo llamado Francisco Román Sánchez, no se halla dentro del palomeo de asuntos reafirmados.
Creo que otros sí. Como puede ser el aseguramiento de Guadalupe Sánchez Santiago en la próxima Legislatura, vía el primer lugar en la pluri panista, hecho que ha despertado al panismo bronco, super molesto en contra de tan arbitraria decisión, respecto a la cual queda mucho, mucho por aclarar.