Para nada se distingue dónde termina Mariano y dónde empieza Mena, tienen el mismo desagradable aroma, que siempre deja en segundo plano a Peña Nieto y al PRI
A Marco Antonio Mena Rodríguez, le faltan muchas millas para responder al reto de la candidatura que la vida le ha dado. A no ser que quiera ser dependiente por completo de las mapacherías de un Mariano González Zarur, dejado de la mano de Manlio Fabio Beltrones Rivera, el líder nacional del PRI, una de cuyas características es no olvidar.
El discurso de su unción no pudo ser más entreguista. No correspondía al abanderado del PRI, sino a un palero del gobernador cuyos días están contados, “vengo a reiterar el compromiso de trabajo para continuar creciendo y progresando en Tlaxcala”.
Resulta ofensivo destacar que a los campesinos, Mariano los dotó de fertilizante, cuando al día de hoy no se aclara la desaparición de 11 mil toneladas de urea (fertilizante). También lo es hablar del acotamiento a la pobreza, cuando el número de desempleados es histórico bajo el sistema de terrorismo laboral en el que miles han quedado al desamparo a causa del sospechosismo del hacendado.
Mena miente en forma descarada al referir que otras opciones políticas han querido regresar, pero se han topado con el rechazo de los votantes. Eso no es cierto. En 2012 la derrota priísta fue brutal; ganaron las hoy senadoras Adriana Dávila (PAN), Lorena Cuéllar (PRD) y Martha Palafox (Morena). El PRI perdió los municipios más importantes. Y todo se reflejó en los niveles de ínfima popularidad de un gobierno con escandalosos casos de nepotismo en medio de corrupción y pleitos perdidos.
Se notaba la frialdad de la gente reunida en torno a la ratificación de Mena en la Convención de Delegados donde recibió el apoyo unánime de los 12 mil y tantos delegados (no sé cómo le hicieron para justificar tantas faltas porque ni en sueños había esa cantidad de asistentes). El mismo nombre de Marco Antonio resultó notoriamente desconocido entre los presentes.
“Hay que decirlo con todas sus letras, el gobierno de Mariano González Zarur, nos ha puesto en una plataforma que creímos tendríamos en varios años por venir, pero esa plataforma ya está aquí… es un cimiento firme que habíamos necesitado durante mucho tiempo”. Bueno, estas ideas habrían sido muy positivas en voz de un animador ambientando el mitin, no de quien lleva sobre sus hombros el peso de convencer a todo un electorado para que voten por él.
Mientras los discursos ahondaban la incertidumbre entre los presentes, cientos de acarreados ya habían tomado la decisión de abandonar la concentración. Fueron citados desde las nueve horas y la verdad para las 12:24 en que Marco pudo llegar al presídium, ni los tamales ni las tortas fueron suficientes para alimentar al inconforme monstruo popular con planes más atractivos para continuar el domingo.
La concentración no fue nota nacional. Ninguna información de relevancia en las páginas de los rotativos. Menos en los espacios de opinión y análisis. Falló el vocero Raymundo Vega Crespo, hoy enfrentado al nuevo protagonista de la comunicación, el añoso Néstor Flores. Pero ni uno ni otro fueron capaces de procurar un trato ordenado y digno a los representantes de los medios. Allá perdidos entre la multitud había un reportero de Intolerancia, periódico poblano, y un pull de camarógrafos, que resultó pertenecer a la empresa de consultoría de Vega Crespo.
Dueño de la pachanga, Mariano González Zarur, tomó el micrófono –por última vez, se alcanzó a escuchar a un grupo de aburridos- y decidió usarlo para auto elogiarse hasta el cansancio. Haciendo segunda a las lambisconerías de Mena Rodríguez, el hacendado tuvo que aludir el año en el que fue electo –por ser el menos malo, no por su liderazgo- 2010, porque según él a partir de entonces el PRI ha tenido un repunte tan importante que en la reciente elección federal tuvo aquí carro completo. Claro, siempre se lo atribuyó, no al gobierno federal, como en realidad ocurrió.
El uno dos de los discursos de Mena-Mariano procuró poner siempre en segundo término, “el respaldo y apoyo del presidente Enrique Peña Nieto”. Primero hubo que dar su lugar a la estrella, Mariano, que se apagaba para dar paso a la otra estrella, Marco, que se aprestaba a brillar con toda su intensidad. Pues como están las cosas puede que espesos nubarrones las opaquen por completo.
Ni el Papa Francisco libra a Mena de esa fusión con el señor bigotes, quien a su interior debe sentir la satisfacción de actuar correctamente, no le hace lo fuerte que ya es su candidatura para ir a dar a la cárcel junto con su compadre el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa. Deben recordar que nadie los quita de la fijación de Manlio Fabio Beltrones, insisto, el presidente del PRI que no olvida.
A la salida del evento, Mariano iba envuelto en saludos, seguido de Mena, el doctorado en Stanford donde seguramente haría un mejor papel, no como patiño, promotor, tapadera e incondicional de quien por su lado lo sabe bajo su dominio y dispuesto a hacer lo que le ordene.
Joaquín Hendricks, secretario técnico del Consejo Político Nacional (CPN) fue una seña más de Manlio para hacerse notar por su ausencia. Los ex aspirantes, Anabell Alvarado, Anabell Avalos, Guadalupe Sánchez Santiago, Noé Rodríguez Roldán y Ricardo García Portilla, tuvieron cada uno el lugar correspondiente en la mesa de unidad incluyente, aludida por Mena en reiteradas ocasiones.
Los ex gobernadores comenzando por Antonio Álvarez Lima, precursor de la alternancia y ejecutor de la primera derrota priísta en 1998 (cuando perdió Joaquín Cisneros); Samuel Quiroz de la Vega, quien sustituyó a Beatriz Paredes Rangel, a petición del… gran demócrata Álvarez Lima, y concedido por el presidente Carlos Salinas de Gortari, quien sacó a la huamantleca de Tlaxcala y la envió como secretaria general al PRI. También estuvo el deteriorado Tulio Hernández Gómez, despojado nos dicen, por esos poderosos que se dicen sus amigos.
Tres nuevas adquisiciones se incorporaron a la multitud de invitados: el alcalde panista de Apizaco, Jorge Luis Vázquez Rodríguez, subvaluado por Adriana Dávila Fernández, e hijo del compadre Loncha, tan apreciado por Mariano; Filemón Acoltzi Nava, de Contla, un millonetas a quien Adriana advirtió que de su cuenta corría que su carrera se acababa y el alcalde de Terrenate, Martín Rivera Barrios, quien vio en el PRI mejores derroteros que en Alianza Ciudadana.
Aclaración no pedida
Mariano González Zarur rechazó ser cacique, como lo encuentra una investigación hecha hace algunos años por especialistas de la Universidad Autónoma de Tlaxcala.
Dice no ser cacique pero le encanta que lo llaman amo. No le gusta el calificativo, pero procura fuetear a sus empleados una vez al año. Como que no le cuadra que en lugar de hacendado lo llamen cacique… eso es mote para tequilas chafas.
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