La gandallez de Mariano González al tratar de presumir una obra en la que su gobierno no puso ni un peso.

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La designación del candidato del PRI al gobierno de Tlaxcala sin duda puede generar una fractura, pero sus efectos se tienen calculados al grado que se descarta que esa división se traduzca en un factor grave para motivar una derrota electoral.

De los precandidatos priistas que buscan la nominación, Marco Antonio Mena Rodríguez, es el que se ubica en la mejor posición para negociar. El diputado local sabe que aún perdiendo la designación es el único que puede salir ganando, porque quien sea el abanderado oficial simplemente necesitará de la estructura que controla para enfrentar los comicios locales del próximo año.

El mandatario estatal Mariano González Zarur decidió jugar la sucesión con un sólo delfín y a través del control absoluto del partido en Tlaxcala, por esa razón le dio a Mena Rodríguez la autorización para renovar la estructura territorial del tricolor que hoy está en manos de priistas con sello marianista.

Y aunque no lo parezca, el CEN del PRI mantiene bajo lupa el proceso de elección de su candidato al gobierno estatal. A estas alturas dicen que tiene medido el efecto que podría generarse si alguno de los precandidatos opta por romper y salirse del partido.

Saben que la fractura más fuerte la podría inducir la actual delegada de la Sedesol en Tlaxcala, Anabell Ávalos Zempoalteca, quien es la única precandidata que tiene una estructura real entre los priistas de la entidad, sin embargo su salida está descartada porque es catalogada como una mujer leal, situación que ya le valió para ser una de las principales invitadas a la negociación en caso de no ser la elegida.

Noé Rodríguez Roldán, ex delegado de Gobernación en Puebla, quizás cometió el error de construir en los últimos meses más afuera que adentro del PRI. Es cierto, goza del respaldo de priistas, pero el CEN tiene la certeza que muchos no estarán dispuestos a seguirlo, porque saben que el ex líder del tricolor no le alcanza para ganar por sí sólo la gubernatura sin el partido.

Al final, si Rodríguez Roldán no resulta señalado por el dedo presidencial, tendrá que someterse a una negociación para sacar el mayor provecho de su declinación.

Pero si Noé Rodríguez resulta el elegido, deberá pactar con Mariano González y con Marco Antonio Mena si es que quiere tener como aliado al PRI, pues cometería un grave error si lejos de dedicarse a su campaña opta por destinarle más tiempo a lograr el dominio de una estructura con marca marianista.

Guadalupe Sánchez Santiago no representa ningún riesgo de fractura dentro del partido, porque sólo tiene un mínimo posicionamiento electoral y el abolengo de su padre, el ex gobernador tlaxcalteca Emilio Sánchez Piedras.

Marco Antonio Mena es el único precandidato que goza de la mejor posición para ganar dentro del proceso interno, pues perdiendo puede resultar beneficiado al quedarse como líder del PRI y encaminar los esfuerzos para lograr la gubernatura, la mayoría en el Congreso local y en los 60 municipios de la entidad.

Si el candidato del PRI al gobierno y Mena Rodríguez entregan buenas cuentas, no dude que la carrera política del líder del tricolor se mantendrá y quizá sea uno de los pocos marianistas que empiece a brillar con su propia luz, capaz de opacar a Marianito González Aguirre.

El PAN y su torpe líder estatal

De inteligencia limitada y escaso talento para dirigir como se debe al partido que representa la segunda fuerza política en el estado, Carlos Carreón Mejía, insiste en poner piedras a la posible alianza entre el PAN y el PRD.

Cegado por su sumisión a Adriana Dávila Fernández, el líder panista busca confundir a los miembros de su partido y a los ciudadanos, con el argumento de que la comisión especial local tendrá un peso en la designación de su candidato al gobierno de Tlaxcala.

Como todo buen zopenco, se niega a aceptar que será a nivel nacional y a través de la Comisión Permanente encabezada por el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, la que tenga la última palabra en la imposición de su abanderado, como lo reconoce en una entrevista la propia senadora Dávila.

Es probable que esa instancia nacional quizás lea las sesudas recomendaciones que haga la comisión local, pero eso no quiere decir que las atienda, pues es obvio que la dirigencia del PAN en manos de Ricardo Anaya buscaba el aval de los panistas tlaxcaltecas para negociar una alianza, lo cual finalmente lo logró.

El CEN panista está consciente que no puede pactar una alianza con las descomunales condiciones que puso la dirigencia estatal en voz de Carreón Mejía, que propone un convenio electoral total y que el candidato al gobierno sea un panista.

Si el gris dirigente del PAN es incapaz de lograr la unidad en su propio partido, como pedir que los perredistas acepten a Adriana Dávila como su candidata.

En los pasados comicios locales para elegir gobernador la hoy senadora sufrió el rechazo de los simpatizantes del sol azteca luego que la entonces perredista y hoy panista Minerva Hernández optó por declinar por ella.

El desprecio perredista a Dávila Fernández se mantiene porque la senadora siempre ha minimizado las alianzas y porque en los hechos ha mostrado su desprecio al PRD y si no pregúntele a los diputados locales de ese partido cómo les fue cuando el PAN y PRI se unieron en el Congreso del estado.

Mariano y su gandallez

Ocurrió en la inauguración de la Biblioteca Digital de la UNAM en Amaxac de Guerrero. El hacendado gobernador ordenó borrar cualquier indicio visual que dejará ver que esa obra fue impulsada por el alcalde Carlos Luna y por las gestiones del ex diputado federal Humberto Vega.

Y para estar más seguro, el cuerpo de seguridad y logística de González Zarur buscó impedir que en el evento donde estaría el rector de la UNAM, José Narro Robles, el alcalde perredista fuera uno de los oradores oficiales.

Al final no pudieron concretar esa orden, pero en venganza alteraron el discurso del edil plasmado en hojas y sin consultar a nadie los esbirros del mandatario borraron párrafos alusivos a las gestiones hechas por el presidente municipal y por Humberto Vega.

Al final sucedió lo que ya parece costumbre en este sexenio, el gobernador Mariano González le encanta inaugurar obras en los municipios en las que no invirtió un peso pero que presume que el gestionó o realizó. Vaya que eso es gandallez pura.