Deja en manos de sus enemigos políticos a un alcalde de oposición, quien en su necedad derruyó el kiosco de la comunidad para ejecutar un proyecto de mejoramiento de imagen urbana.
El secretario de Gobierno, Ernesto Ordóñez Carrera, condenó a un alcalde de oposición, Miguel Ángel Covarrubias Cervantes, al inminente linchamiento político de sus adversarios, molestos por su proceder autoritario; en actitud desafiante derruyó el kiosco de la localidad para tener libre el espacio, donde pretende ejecutar un proyecto de mejoramiento de imagen, pero poco conocido por la comunidad.
Así que la Segob presionó a dicho edil a, “socializar el proyecto” (a difundirlo), con lo cual suponían la despresurización del conflicto.
Para sorpresa del secretario Napoleón (mote como según él lo llaman sus familiares) al día siguiente de este acuerdo, el kiosco desapareció y los enemigos políticos del necio alcalde enardecieron, al fin y al cabo tenían la justificación para hacerlo pues el acuerdo previo se había incumplido.
En lugar de llamar a la concordia, Ordóñez Carrera envió a la presidencia de Texoloc, un oficio, cuyo contenido medular abandona a Covarrubias a su suerte, en medio de la turba de inconformes: “dado lo anterior la Secretaría a mi cargo se deslinda de las consecuencias que pudieran alterar la paz y tranquilidad del Municipio de Texoloc”.
Al maestro Neto le va a ir como en feria. Desentenderse de una de sus facultades primordiales es un desafío legal que se castiga con su desafuero, mediante un juicio político.
La legislación básica de la Segob: su reglamento interno, advierte al titular en el artículo séptimo, de las facultades del Secretario, que no es delegable: Conducir la política interior del Estado, así como las relaciones del Poder Ejecutivo con los Poderes de la Unión, con los demás Poderes del Estado, con los Ayuntamientos y con los Gobiernos de las demás Entidades Federativas.
Es una obligación con la que debe cumplir personalmente.
Si el alcalde fuese del PRI, otro gallo le cantara, pero al ser del Movimiento Ciudadano (MC), parece no merecer las atenciones del responsable de la política interna del estado.
Extrañamente Ordóñez, se declara ajeno a lo que pueda venir.
Oigan, eso es una irresponsabilidad tan grave que ha puesto en evidencia en manos de quién se halla el estado… un sujeto hábil para operar en temporada electoral, pero con flojera legal para cumplir con sus obligaciones.
En otras palabras, Ernesto Ordóñez se conduce como un mapache, bueno para la operación tamal, pero malo para intervenir en los conflictos que pueden redundar en episodios de ingobernabilidad.
Es un poder mal entendido.
No debería exhibir el hambre de golpear a los adversarios de su partido, mediante la cofradía a la que pertenece, misma que al interior del marianismo compite con otros grupos por hacerse de más y mejores posiciones, y por supuesto candidaturas.
Ordóñez navega en las aguas de su inventor, Tomás Munive Osorno.
Coexiste con los grupos más poderosos: el encabezado por el oficial mayor, Ubaldo Velasco Hernández, artífice de los descuentos a las percepciones de burócratas; con los viejos perredistas enquistados: Gisela Santacruz (Secte), Rafael Molina, Luis Mariano Andalco (Desarrollo Taurino), Narciso Xicohtencal (UPT); con la nueva generación, encabezada por Marianito y su primo Juan Antonio González Necoechea, junto con los tres nuevos diputados federales.
Pero carece del nivel como para sustraerse de una obligación constitucional y que nada ocurra.
Debe preocuparlo que ante tal exhibición, su mismo puesto se encuentra en riesgo.
Dejan libre a Misael
Sí, el ex funcionario, supuesto chivo expiatorio de los responsables del sector agropecuario, quienes lo culparon de la desaparición de 11 mil toneladas de fertilizante.
El juez tercero de lo penal, no encontró elementos suficientes de la parte acusadora para mantener en la cárcel al ex director de agricultura de la Secretaría de Fomento Agropecuario (Sefoa), a quien por cierto el amparo ganado ordena devolverle el rancho, que si bien pertenece a su tía, fue a través de él como dejó la bancarrota.
Quién no recuerda esos tiempos en Huamantla, de las calles cerradas para dar paso al nuevo rico, en cuya boda se dio toda una manifestación de jinetes sobre sus graciosos corceles.
O sea, el dinero –desde luego que no todo- en sus manos le permitiría sentirse como hacendado, aunque al terminar su sueño, tuvo que pasar dolorosos días en la cárcel.
Bueno, entonces hoy todos felices y contentos. Nadie es responsable de la desaparición de 11 mil toneladas de fertilizante. El ex titular de la Sefoa, Johnatan Betón, tiene propiedades que ya google considera como referencias vistas desde satélite dada su enorme extensión.
Este es el sexenio que todo lo permite a los cuates. A los que no lo son tanto, nada más les da un poco de cárcel y luego les cumple la promesa de dejarlos libres y devolverles la firuliza, en vista que aguantaron vara y no soltaron la sopa.
Así se las gastan.
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