Carente de asesores, negado al análisis y limitado a leer nada más puras loas, el líder estatal del PRI se soltó de la lengua y abrió el frente que le hacía falta para hundirse
Es cierto, Marco Mena es mejor al estar callado. Esta vez abrió un frente del tamaño del gobernador poblano Rafael Moreno Valle Rosas.
El dirigente del PRI tlaxcalteca acusa la falta absoluta de inteligencia; cero análisis.
Cómo pedir a un político tan rupestre, darse cuenta que la presencia del mandatario poblano es parte de una esgrima urdida por el ex gobernador Héctor Ortiz Ortiz, como parte de la alianza con el vecino, en la intentona de su vida: llegar a Los Pinos.
Pero Mena no se manda solo. Su amo querría no manejarlo como lo hace… sin recato alguno.
Seguramente en una de las mesas de culto mariano, se dio la orden. “Hay que arrimarle un chingadazo a ese Moreno Valle”. Y el zombi Mena lo hizo sin chistar.
Le faltaron agallas para llamar a Moreno por su nombre… “un gobernador intenta injerir”.
Es malito y es cobarde.
Sobre todo tarugo. Ofende la lucidez de cualquier líder tricolor. Si algo los caracteriza es su perversidad, pero aquí hablamos del híbrido que gastó una fortuna para traer al tenor Plácido Domingo, en tanto uno de los más sonados fracasos del marianismo.
¿Tiene la hombría para disculparse?
Yo creo que no. Lo ciega la misma ira que a su amo. Nada más que aquél tiene poder y tiene dinero. Este no tiene ni vergüenza. Nada más los dichos respecto a las fabulosas encuestas que dan por ganadores a los tres candidatos a diputados federales.
Si por Mena fuera, para qué van a las urnas. Mejor que sin votar les extiendan su constancia de mayoría.
Ah, y al gobernador poblano… ese tirano grandulón, unas veces violento y otras, más… que con su pan se lo coma porque ese gran amigo, simpático, rico, temperamental, antiguo, criador de toros y presidente de la Conago, le acaba de aplicar un: ¡córtalas!
Les digo que a Rafa se le fue el sueño.
El delicado asunto religioso de Ayometla
En la secretaría de Gobierno tomaron en serio el caso que mantiene la división en Ayometla. Este lunes el titular, Ernesto Ordóñez, se adentraría en las posibles alternativas de solución.
Está complicado.
Dicen que tras ese pueblo opuesto al sacerdote René Méndez Juárez, obra la fuerza de grupos de proxenetas molestos por el activismo del religioso en contra de la trata de personas.
De ser cierto, el prelado se encuentra en inminente riesgo. No olvidemos que la trata amplió su espectro a extorsión, narco y colusión con autoridades.
Es un caso espinoso en el que la Segob está obligada a encontrar la verdad.
Posponerlo sería reconocer que el marianismo no se salva de aquella colusión citada. También sería aceptar la incapacidad de un gobierno para enfrentar a lo que ustedes y su servidor conocemos como delincuencia organizada.
El tema está en la palestra.
Valquirio
Intentan hacerlo un pueblo, ¿con sus propias leyes y aislamiento?, dentro de un estado pobre.
Tomaron tierras inmejorables, ricas y entregadas a los campesinos pobres de Tlaxcala. Los deslumbraron con una bicoca. Como buenos empresarios se aprestan a multiplicar por cinco o por diez sus inversiones.
Y cuentan con el concurso de un socio tan influyente que les construyó una carretera de primer mundo, donde yacía un camino vecinal por el que transitan carretas y camioncitos cargados con forraje y estiércol.
Según el ex líder magisterial, J. Carmen Corona, esto es un suicidio de los campesinos a corto plazo.
A contrapelo del reparto agrario del cual Tlaxcala recuerda con respeto a Natalia Teniza, en el sexenio del hacendado, la tierra de naturaleza comunal fue quitada a quienes la trabajaban y dada a ricos que ni la cara dan.
Recordemos que estamos inmersos en los planes de crecimiento de la capital poblana. Los desarrolladores no entienden de justicia a los campesinos ni de lucha agraria. Ellos operan con la insensibilidad de los corporativos.
Dichos planes de expansión afectan hasta Tepeyanco.
A aquellos funcionarios voraces asociados con empresarios sin escrúpulos nada más les hacía falta la ayudadita de un gobernador que se dice estadista.
Y se salieron con la suya.
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