En un inconcebible contexto de ahorro, el marianismo se despoja de las piezas clave que posibilitaban pasar por alto las exigencias del Congreso.
Pese a que este puede ser el último informe mariano a la Legislatura, la presencia del consejero jurídico, Héctor Maldonado Bonilla con un documento en las mismas condiciones que los anteriores fue recibido por los integrantes del Congreso del Estado con una severa indiferencia.
A diferencia de años anteriores en este ejercicio es palpable que los representantes populares no pueden contener el desánimo popular. Algo hizo falta para que la solidaridad de la otrora incondicional bancada tricolor se reafirmara.
Hoy no hay algarabía para recibir un informe en blanco, susceptible de cambios según lo dictaminen en Palacio.
Puede que la mayoría del tricolor en el Congreso sea también parte de las llamadas de junior, para vapulear a quienes en mejores circunstancias serían sus aliados.
Sin miramiento alguno, fue activada la furia,
Pocos, realmente pocos soportan el mal humor. Los anuncios en el sentido que la falta de lealtad será parte de los datos allegados del mandamás a los funcionarios expectantes a causa para manifestar la falta de contento. Yo diría el hartazgo de aquellos en cuyas manos el partido nada más no puede repuntar.
Y como no ocurría antes, -pues aquellos erigidos en cómplices hoy anteponen una sentida falta de operación- dio comienzo el escrutinio del promocionado cuarto informe.
Para acabar con el cuadro, la inquietud panista vía el desafiante Ángelo Gutiérrez, está dispuesta a poner las peras a catorce. Y Maldonado Bonilla no tiene más que soportar el contrapeso de un Legislativo al que hoy sí le interesa tomar la lupa para revisar que lo expuesto coincida con la verdad.
Lo extraordinario es que a los de casa no los mueve la defensa a ultranza.
Es evidente la merma mariana para recibir aquél servicio que en automático solía activarse, por el sólo hecho de pertenecer al mismo partido.
Conscientes del desencarte declarado por la delegada del CEN, Rocío García, respecto a las candidaturas a diputados federales por los tres distritos, lo que en su momento llegó a ser la aplanadora tricolor, hoy nada más aguarda la llamada al abandono colectivo de quienes se saben con oportunidad de alcanzar mejores derroteros vistiendo otros colores.
No ha sido gratuita la consecuencia de la encuesta de Reforma, palpando el sentir de priístas tras las amoralidades de la tevecracia y la automática reacción de la militancia francamente harta de las residencias de siete y pico de millones de dólares y los intentos de Murillo Karam por ablandar el impacto Ayotzinapa, pero contribuyendo con su parte para acabar con las manifestaciones a causa de la desaparición de los cuarenta y tres normalistas.
Está a punto de cumplirse el plazo de los diez días con los que cuentan los portadores del dichoso informe. Acaso nos encontramos ante una violación más del marco constitucional. Nada más que esta vez se complica que se diluya conforme pasen los días.
El incómodo líder de la fracción azul expuso de varias formas: “estamos esperando a que se nos turne como marca la Constitución, sin embargo no hemos tenido acceso al informe y ya lo hicimos por escrito. Lamentamos que ya hayan pasado varios días y que todavía no se haya turnado dicho documento a cada uno de los diputados”.
Es notoria la debilidad mariana. No le responden sus aliados como lo hicieron cuando eran bien atendidos.
Y es que ahora, el secretario de gobierno, Ernesto Ordóñez Carrera, no pierde oportunidad para seguir con el desmantelamiento de aquello que daba fuerza al ejecutivo.
No están dispuestos a respetar los presupuestos originales, en el contexto de la gobernabilidad con el suficiente respaldo para reafirmar la estabilidad.
Un sistema débil es producto de las reiteradas demostraciones de aparente suficiencia, pero sin el respaldo de quienes solían sudar la camiseta porque su líder se los demandaba.
A tal grado llegó la descomposición, en lo nacional como en lo local que, pocos son aquellos con la determinación para morirse en la raya por la causa. El propio sistema mariano los dejó fuera de la jugada.
El adelgazamiento de Segob
En esa dinámica, el pragmatismo de Ernesto Ordóñez no advierte que en sus manos están los operadores encargados de afianzar al marianismo.
Fácil se le ha hecho quedarse solo. Como lo hacía siendo alcalde de Antonio Carvajal… con unos cuantos. Pero no es lo mismo. Ahora le toca tener entre sus manos a los elementos que pese a todo seguían dando rumbo al marianismo.
Deshaciéndose de ellos el panorama se ve muy difícil.
En esto anda.
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