Hasta la llegada de Jorge Valdés Aguilera, Tlaxcala alcanzó un destacable quinto lugar nacional en la información sobre el uso de los recursos presupuestales.
Es muy interesante ver las variaciones estadísticas en el uso de los dineros y la información que de ellos se hace pública.
Entre 2010 y 2014, es notorio el avance de Tlaxcala. De hecho, nos ubicamos en la quinta posición nacional, con 87 por ciento de efectividad según el Instituto Nacional de Competitividad (IMCO) en el Índice de Información Presupuestal Estatal (IIPE) 2014.
Nos encontramos debajo de Jalisco (96), Puebla (96), Colima (92) y Sonora (87).
Las cifras demuestran que antes de la llegada del nuevo secretario de Planeación y Finanzas, Jorge Valdés Aguilera (el secretario de oro, así lo llamaban en la Cámara de diputados).
Es decir, el dos veces doctor, Ricardo García Portilla, tuvo que hacerse a un lado para que la opacidad en el uso del presupuesto dejara de ser una constante.
De 2010, año en que asumió como titular de la Sefin a enero de 2013, cuando lo enviaron al PRI, donde por cierto la tardanza para entregar estados financieros hizo acreedor a ese partido a una severa sanción, la efectividad de su puesto nunca pudo aprobar.
Según el IMCO, en 2010 García Portillo logró 45 puntos (de un máximo de 100), 53 en 2011; 56 en 2012 y 50 en 2013.
Raro verdad, pero llega Aguilera y de 50 sube a 87. Un crecimiento bárbaro en la cultura de información.
Las investigaciones del IMCO nos permiten ver otros aspectos no menos delicados, como el llamado Rubros Específicos, donde García Portilla osciló entre 10 y 22 puntos, la peor calificación a nivel nacional. Otra vez insisto, a la llegada del secre de oro, el ámbito de los rubros específicos se ubicó en 82 unidades.
Otro avance notorio, aunque ni Valdés ha podido superar es el de los tabuladores de las plazas. Ricardo aporto cero informaciones desde su llegada hasta 2012, cuando apenas publicó información que le valió 11 de calificación (de un total de cien). Hoy, con el nuevo titular andamos por los 40 puntos. Seguimos reprobados pero, al menos es un inicio.
Los presupuestos de los municipios alcanzaron 100 unidades en 2014, contra 50 los tres ejercicios previos.
A resumidas cuentas, podemos ver que la salida de García Portilla de Finanzas, ni obedeció a un gran talento político o a verle tamaños para sustituir a su jefe Mariano en 2016. En realidad fue un acto impostergable porque su eficiencia siempre fue limitada.
Y todo indica que en el PRI sigue su misma tendencia, no nada más en lo técnico sino en la amplitud de temas que abarca el partido en el poder.
Dejaron la diplomacia
Las pugnas entre técnicos y diputados (rudos) se olvidaron de las formas al aparecer el cobre que a ambos mueve en el tema de las cuentas públicas, y con una sentencia del presidente de la Comisión de Fiscalización, Salvador Méndez Acametitla, podemos hoy dimensionar el tamaño de la corrupción de este productivo negocio.
“El auditor debe ajustarse como órgano técnico del Congreso y dejar que los diputados generen lo político”.
¿Político?
La lógica nos llevaría a pensar que si una cuenta pública cumple con los requisitos de ley, el asunto político sale sobrando. Un estado financiero pasa o no, dependiendo de la labor del tesorero, y ese a su vez hace lo humanamente posible con las decisiones de su jefe el alcalde o responsable del ente fiscalizable.
Sentarse a la mesa de la negociación, sin embargo, hace magia con los números. Un trabajo competente está en constante riesgo de irse al infierno si quien lo presenta no tuvo le precaución de cabildear la voluntad de los diputados. Y viceversa, que es lo peor.
Méndez Acametitla no oculta su coraje contra Crispín, pues este lo pasa por alto y se reúne con bancadas o con individuos clave.
En otras palabras, come el mandado al ex alcalde de San Pablo del Monte, sabedor de las ganancias en riesgo de esfumarse de sus manos. Ello no enerva y no demora en hacerlo público.
Y supone que la gente y los medios van a aplaudir su indignación.
¿Cuál de los dos peleoneros es más honesto?
Ninguno.
Al contrario. Son unos vivales. Descarados operadores que lucran con los votos.
“Él dice ésta sí, ésta no”.
¿En serio? Pues que lo encarcelen. Comete un fraude.
Entonces, Acametitla es quien debería tomar esas graves decisiones.
Ojalá también lo acompañe en la cárcel. Tras los barrotes dejarían de molestar. En eso hasta aigos se vuelven.
La responsabilidad en sus manos se han encargado de envilecerla.
Uno, Crispín, discreto y perverso. El otro, Méndez Acametitla, escandaloso y descarado.
¿Hay solución?
Propongo usar el detector de mentiras. Para ellos y para el hato de votos, listos a cambio de las recompensas para hacer bueno lo podrido… o reprobar a quienes no se pongan la del Puebla…
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