La pirotecnia no se lleva con las multitudes, ni con la violencia de un sistema alejado del diálogo. ** La histórica crisis legislativa, ¿por qué no hay acuerdo en el Congreso?
Parece que la Mitra de Tlaxcala ha cometido la falta de borrar de su memoria la trágica explosión en el Barrio de Jesús Tepactepec y dejó de disuadir el uso de los mortales cohetones.
Ayer miércoles, la feligresía de San Isidro en el municipio de Totolac, celebraba esta fecha, tan cercana al campo, al inicio de las lluvias, al avance en el trabajo de los labriegos.
Y como en todas las tragedias, un hecho no previsto primero derivó en la errática detonación de un cohetón, el cual despegó de una mano torpe que, lo dirigió hacia una luminaria del alumbrado público, rebotó y fue a dar, ¿a dónde creen ustedes?… sí, a la camioneta cargada con más cohetones.
Y hubo una fuerte explosión, venturosamente sin heridos, pero tan estruendosa que espantadas, llegaron las autoridades encabezadas por la procuradora Alicia Fragoso Sánchez, a reprender a todo un contingente, también asustado por la explosión, pero determinado a defenderse en tumulto y a evitar la detención del responsable del cohetonazo.
Imagino que los pésimos modales de Fragoso –con todo el estilo del sistema al cual representa- no fueron bien vistos por dicho tumulto. Y se armó la gresca. Y tuvo que ser llamado el represor oficial del sistema, cuando la situación era grave; cuando hasta la alcaldía estuvo en riesgo de ser incendiada.
1.- Nos queda claro que áreas estratégicas del gobierno estatal, como la Segob y la Procuraduría, carecen de la mínima sensibilidad para adelantarse a eventos como el de ayer. Les está negada la capacidad de tomar el santoral y analizar el comportamiento de la feligresía en torno a él, a lado de los ministros religiosos, cuyo non, el obispo Francisco Moreno Barrón, bien que podría ayudarlos siendo un factor de especial disuasión para el uso de los peligrosos cohetones.
2.- En los usos y costumbres se nos puede ir la vida, sobre todo cuando los tronidos cada vez menos celebrados por la gente, son esa molesta carta de presentación de fiscales y mayordomos, escudados en las multitudes y convencidos de encabezar una razón justa… tan justa como celebrar a San Isidro Labrador. Aquí los sacerdotes son fundamentales. Algunos de ellos desean que el momento cumbre de la liturgia cuente con un gran escándalo de pólvora al exterior de los templos, o en la víspera, o en la procesión. Y la integridad de cientos de fieles, muchos de ellos niños y ancianos, pende del delgado hilo de la suerte, a la cual puede atribuirse que un cohetón rebote en una lámpara y… detone la tragedia.
3.- El arte de la pirotecnia no se lleva con las multitudes. Y tampoco con la violencia. La energía desprendida por un tronido es tanta que deja ciegos o sordos a chicos y grandes; los mutila y en la peor circunstancia los mata. ¿Entonces por qué son tan necesarios los truenos alrededor de un festejo religioso? Insistimos, aquí la disuasión de los sacerdotes da vida… su permisividad la quita.
Y cuando toda posibilidad civilizada se agota, entonces llega el señor Orlando May Zaragoza, a demostrar la fuerza de un Estado al cual nadie puede desafiar.
Si cada autoridad, civil y religiosa, asumiera su papel con responsabilidad, los festejos como el de ayer no tendrían por qué acabar mal.
Crisis legislativa
¿Cuál es el verdadero fondo tras la disputa por la Comisión Permanente?
¿El temor de los tricolores y sus comparsas a alcanzar los votos necesarios que les garantizan invulerabilidad?
Eso es muy probable. Mejor el monopolio al que detesta el coordinador del PAN, Humberto Macías, que el riesgo de tener en la Permanente a Serafín Ortiz o a Refugio Rivas.
La tensión es demasiada.
Y ante la salud mermada de un sistema decadente, aniquilan la representatividad y dan chamba a los mercenarios con traje de perredistas, de verdes o neoaliancistas… ya saben ustedes el vergonzoso papel de esos… representantes populares, a los pies de quien les provee.
Lo de la salud mermada es en toda la extensión de la palabra. ¿La salud del líder? En efecto. Los padecimientos neurológicos en una de las peores crisis, cuyos daños colaterales son por ejemplo, la crisis legislativa ante la imposibilidad de instalar a la Comisión Permanente.
Cada vez más frecuentes y prolongadas, las lagunas mentales de aquel sedicente coordinador de esfuerzos, preocupan a unos y otros. Es lógico. La salud quebrantada de quien sostiene el timón, tiene nerviosa a esa cofradía de varios colores con más intereses personales de los que nos imaginamos.
Así que la parálisis en Allende 31 no se limita a asuntos de ideología o grupo. Va más allá. Tiene que ver con erráticas acciones y frecuentes pérdidas de rumbo.
Esconde el tema de las comparecencias y de esas responsabilidades que por todos los medios hoy buscan evadir la mano firme de una vigorizada Cámara de Diputados, por ejemplo con el grupo parlamentario panista, determinado a no ser más la comparsa de una mayoría pachanguera y saltimbanqui.
En el contexto que suspende la construcción de Ciudad Judicial, la gran obra sexenal; que exhibe la voracidad de su impulsor y su parecidísima conducta (¿y asesoría?) del llamado jefe Diego, y que detona la real preocupación de los actores políticos del estado por las malas condiciones del mandatario de los olvidos, hoy los diputados no se ponen de acuerdo, por primera vez en la historia para instalar La Permanente.
El tema no es menor. Aunque hay quien lo minimiza en espera de que la crisis pase con un par de cañonazos, o más si se hace necesario.
Tal vez pierdan de vista que lo que está en juego es el tiempo restante al sexenio. Las cosas no son tan simples, aunque así lo quisieran.
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