Llegan los más radicales marianistas al poder… su cofradía, USET-SEGOB desplazó a los duros de la triología García Portilla-Temoltzin-Mendoza Guzmán.
¿Qué hacía Ernesto Ordóñez en Convergencia, allá en la época en que el líder del PRI, Mariano González, lo botó del partido?
Tratando de sobrevivir. Eran tiempos difíciles. Cómo olvidar su desencuentro con Rubén Flores Leal, dueño por ese entonces de la franquicia convergencista. Y lo que es la política, a Flores Leal nunca se le hizo ser el titular de la Segob, como sí en cambio a quien por esas fechas, el sexenio pasado para ser precisos, invertía su tiempo en nuevas y mejores formas para defenderse de los escobazos, marianos por un lado, y rubencistas por el otro.
Qué amplio se hizo el trecho, verdad. Mariano necesitaba urgentemente ayuda. Echó mano de Ernesto, el ex alcalde alegre de Apetatitlán. Limaron asperezas y lo sentaron en Pensiones Civiles. Comenzaron los buenos tiempos. Dicen que las comisiones en adquisición de medicamentos marcaron la pauta.
De ahí, a la Segob.
Donde hoy se afianza el grupo USET, comandado por un añoso Tomás Munive Osorno, inventor del entonces muchacho Ordóñez, entrón, desafiante y muy alegre.
En otras palabras, el grupo aquél de la trilogía conformada por Ricardo García Portilla, Hugo René Temoltzin y Mario Armando Mendoza, fue superado por el tradicional estilo de Tomás y su cofradía. Mariano alentó a su viejo titular de la USET a concentrar el poder en este momento, crucial, yo diría que de preparativos para dejar la plaza.
Hoy, García Portilla dejó de tener el poder de las arcas estatales. No tiene de otra más que pedir recursos amablemente al burócrata de oro, Jorge Valdés Aguilera, quien desde el mes pasado ocupa el lugar de privilegio a lado de los fajos de billetes.
No hay que esforzarse demasiado para ver que Mariano echa mano de sus fichas del pasado: Valdés Aguilera, Munive Osorno y hoy, Ordóñez Carrera, para hacer aquello que hace poco propuso a decenas de atónitos empresarios: hagan a un lado el temor y acepten retornar a la política de los setenta… así tendrán éxito, sugirió.
Eso son estos personajes. El jurásico más radical. Y no por ello afirmo que la trilogia García Portilla-Temoltzin-Mendoza, sea mejor. No, se trata de líneas que jalan agua a su molino. ¿Les interesa el progreso del estado?… ¡por favor! Si acaso, las fiestas donde celebren, a su muy particular estilo el ser dueños hoy del éxito. De contar con la venia marianista para influir en la sucesión.
Levy, prueba no superada
Diego Levy y sus contrastantes chambas. Anteayer, secretario particular del gobernador. Ayer, delegado de Liconsa. Hoy, otra vez secretario particular. Lo que el junio puede hacer. Quitar y poner. ¿el nobramiento de Diego en Liconsa se dio en el marco de un copromiso social?, ¿Un qué?, ¡no inventes! Aquí, lo único que vale es tomar su parte de la presa, es decir el presupuesto, y lo demás, los pobres, las promesas de mejorar, el discurso ese al estilo Echeverría… a eso que se lo lleve el diablo.
Pluma, el reto de su vida
Ser coordinador de Protección Civil es ganar la rifa del tigre. Joaquín debe comprender que esto no es su mullida butaca del Congreso. Donde cachaba los cheques por no hacer nada.
Aquí hay que madrugar. Mejor dicho, no dormir. Y mantener una red de información tan efectiva que, las cuestiones de grilla se van a la basura. Esta coordinación es de lo poco real, demandante, celosa y muy delicada.
Todavía están los tristes recuerdos de aquella explosión de Tepactepec, en el municipio de Ixtacuixtla. El antecesor de Joaquín Pluma, el pasivo Mateo Morales, quisiera olvidarse el oso en aquella tragedia.
Por eso Pluma tiene que sacar la espina. Tenernos como un estado preparado. Tiene que perderle el miedo al trabajo, al frío, al agua.
Ganó el puesto reservado para hombres de acero y con una voluntad inquebrantable. Felicidades por la responsabilidad y la recomendación… no pierda el tiempo en grillas baratas.
Y el resto
Otro paquetazo, el de Roberto Armas Arámburu. El hoy secretario de gobierno le dejó la casa más o menos ordenada. Pensiones tampoco es la comodidad de los gatos de angora del palacio. Hay que dar la cara a los jubilados. Conocer caso por caso y tratar de no incurrir en generalidades, tan socorridas en el marianismo, y tan responsables de la dramática baja sexenal.
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