De funcionaria muy discreta pasó a presidenta provisional del PRI. Su encargo, cortar tantas cabezas que, los dos meses de ley no le van a alcanzar.
Qué difícil para Rosa Isela Sánchez Rivera, hacerla de perdedora. Aceptar el rol del personal de servicio aunque la justifiquen los estatutos. Llenar provisionalmente el hueco dejado por Noé Rodríguez Roldán, en la etapa más improductiva de su carrera política.
Sin embargo, este par de meses que dirigirá el PRI, ya sostiene con la diestra el verdugillo para descabellar a los opuestos tricolores con otra lectura y otra expectativa.
Es el instrumento de una fuerza superior que la ha de usar para seguir acrecentando el rencor de un partido que desde 1998 no ve la suya. Ni aun con el particular triunfo de 2010.
La maldición del odio interno que ha padecido el latrocinio de sus dirigentes, como si de la base tuviese que salir el financiamiento pasado por infinidad de filtros antes de darlo, mermado, como limosna para evitar eso sí, la desaparición rotunda. Porque entonces llamaría la atención, y la encomienda es matarlo poco a poco.
Sánchez Rivera fue respaldada a penas con veinticinco votos del consejo. Los 19 restantes no le vieron tamaños para convocar a una militancia que, por enésima vez abriga la esperanza de anotarse por lo menos un éxito.
El PRI la tiene en chino. La lógica nos lleva a anticipar la dolorosa derrota en 2016, producto de haber perdido el ritmo, y hacerse autoritario y ladrón cuando no le convenía, y al contrario izar la bandera de la democracia cuando las fracturas en el edificio eran tantas que nadie pudo evitar su derrumbe.
El oscuro túnel
Al final del trágico pasillo asoma una esplendorosa luz. Así la han de ver los beatricistas, reacios a deponer su activismo.
Dicen que es la corpulenta ex gobernadora, empeñada en regresar, pasada la tempestad y el rechazo de Peña Nieto y los integrantes de su polvoso y misógino coro.
Amablemente se hizo a un lado para que Manlio y Emilio, jugasen por enésima vez el ping pong legislativo que les ha permitido esos espantosos niveles de poder.
Como todo, hasta lo malo acaba, pues habrá llegado un nuevo momento a la paisana.
Y como le exigen hacer campaña para legitimar su posible llegada al alto mando de la nueva bancada, ¿pues de qué otra forma sino haciéndolo en su tierra. Para ser precisos en el distrito dos.
¿Qué dirá el jefe de Rosa Isela?, ¿Apoco la limpia consiste en poner obstáculos a la hoy embajadora?
El asunto se pone interesante.
La disputa por el partido es inevitable. Curiosamente sus acciones suben como la espuma tan solo al cobrar el rumor mayor fuerza.
¿Será capaz la Sánchez Rivera de estorbar y hasta impedir el retorno de la tizatleca?
Yo creo que no.
Que la energía formal del partido ha descendido tanto que, solo un movimiento externo lo va a revivir.
Seamos honestos. El partido está muerto.
Rosa Isela está encargada de abrir las puertas del horno crematorio.
Y también tomemos en cuenta que los beatricistas, hace buen rato que se están organizando.
Sabían que estos seis años serían de un doloroso soterramiento. Pero, nada es para siempre. Y la luz al final del túnel comienza a brillar.
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