Ahora, debe haber un verdadero compromiso de la mayoría opositora. En sus manos está hacer algo por Tlaxcala, no como algunos de los que vergonzosamente concluyeron sin pena ni gloria.
Dieciocho contra catorce. Una diferencia irremontable que de persistir habrá de marcar la nueva relación entre poderes.
Las condiciones son muy distintas a aquellas de inicio de sexenio, cuando los Silvestres, los Teodardos y los Tulios, se dedicaron a acumular grasa en sus maltrechas humanidades, afectadas por el exceso, de dinero y de baja autoestima a causa de sus ineficiencias y su aventurado estilo de ver la política.
Gracias a ese comportamiento hoy el PRI lamenta su desventajosa membresía en una Legislatura que habrá de hacer historia pues los liderazgos de la oposición, solventes y con sobradas afrentas por cobrar, parecen no estar dispuestos a desperdiciar su oportunidad de oro para hacer algo que los inmortalice en su estado.
Combinan el alto nivel académico del ex rector de la UAT, Serafín Ortiz, con el recio activismo de Silvano Garay… la solvencia y convicción de José Gilberto Temoltzin y las ganas de hacer algo de Julio Cesar Hernández o Santiago Sesín.
Hay que resaltar la persistencia de Eréndira Jiménez y el colmillo de Méndez Acametitla.
Se trata de dieciocho sujetos con actitud.
Si no se venden, si no los agobia el olor a dinero, ¡cuidado!, esta Legislatura tendrá en sus manos la capacidad del equilibrio, con todo y dañino que ello resulte para una bancada tricolor, con el verde oportunista del tucán y el enjaretamiento de Nueva Alianza, originalmente de lado de la mayoría.
Una interesante mayoría con capacidad sobrada para llevar a la cárcel a aquél funcionario público que suponía todo el sexenio con la impunidad, por ejemplo de la obra pública o de los artificiosos resultados en materia de generación de empleo.
Vamos, fue tanta la preocupación a causa del tenue liderazgo de Marco Mena que, su jefe hubo de cancelar su enésimo viaje, esta vez a Nueva York -acaso para recibir 2014 en la Quinta Avenida.
Lo bueno es que han dado la cara.
Que lo pensarán en serio para no tapar sus orejas con cera a prueba de sirenas cantantes y fajos infames que en realidad deberían usarse para encarar a la pobreza que cada día nos gana terreno.
Hay más en juego que el vulgar deseo de la recompensa fácil a cambio de la convicción.
¿Qué lograrían?
Una verdadera negociación. Pero no de centavos, sino de reglas claras para un estado en crisis; ignorado por la federación ante su falta de compromiso con el autoritarismo de Peña Nieto y su sistema; castigado por verdaderos saqueadores que, aprovechando la buena fe de quien los convocó se han dedicado a engordar brutalmente sus cuentas personales.
Esos, esos van a parar en la cárcel.
¿Con quién van a negociar?
No es aventurado afirmar que la comunicación habrá de fluir, pero con el sucesor.
Los arrebatos y los golpes en la mesa dejaron de asustar.
Hoy, los planes son de largo plazo.
Transcurrió la mitad de esta odisea. El estado tiene otra distribución. Colapsaron los tricolores que se sentían intocables, como Pedro Pérez Lira, Blanca Águila y otros.
Pero la gente necesita resultados.
Este acotamiento con una mayoría opositora leal a sus principios va a generar el verdadero cambio.
Y podemos estar ante la conclusión de un buen sexenio. Pero se necesitan compromisos. Se necesita clase.
Pseudo diputados y diputadas de la legislatura a punto de concluir, hasta ahí llegaron. Que se hagan a un lado. Es lo mejor que pueden ofrecer a la patria chica, a la que por cierto, le fallaron.
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