Ambos vienen de la prehistoria tricolor habituada a desdeñar el diálogo, pensando que el sólo peso de sus respectivos apellidos, es capaz de enderezar la accidentada geografía política de Tlaxcala.

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Este siete de enero, Miguel Moctezuma Domínguez, cumple un año al frente de la Secretaría de Gobierno. Añoso, negado a la modernidad y lentamente informado, lidia desde aquella fecha una lucha sin tregua contra los integrantes de la subsecretaría técnica, la única conservada bajo ese status -las demás subsecretarías se convirtieron en direcciones o coordinaciones.

Y esa lucha, primero contra las huestes de Mario Armando Mendoza, luego contra el personal que librado del michoacano persiste hasta el día de hoy en mantener un contacto directo con su superioridad, parece no tener fin, y también parece ser la razón que pondrá al pseudo hacendado Moctezuma, en el mundo de los desempleados, tras desempeñar el único papel esperado por un miembro de su empolvada generación.

Reacio al ejercicio de quien debe desempeñarse como el responsable de la gobernabilidad interna, Moctezuma tiene el record de dilación ante problemas que se convirtieron en tales a consecuencia de la parálisis en la cual se estancó dicho funcionario.

Conflictos sociales como los generados en Tlaxco, Tetla, San José Teacalco, Huamantla, Xaloztoc y Contla, cayeron en una espiral descendente e irrefrenable, donde el concurso de la Segob -versión Mike Moctezuma– desdeñó los canales de diálogo y no dudó en mostrar la indiferencia gubernamental a la que arbitrariamente hundió al marianismo.

Moctezuma no pudo dañar sólo así al estado. Debió contar con el concurso de alguien, acaso peor que él. El único capaz de calificar como normales a los conflictos municipales y luego, quedar como oso hibernando, mientras los problemas causaban.

Joaquín Flores Nophal, su segundo de a bordo, comparte con él la visión de un Tlaxcala que ya no existe. Basado en el desprecio a la gente y bajo el pensamiento de pertenecer a un partido político fuerte, único y mayoritario, no el acotado tercio al que en los hechos lo hundieron.

No es aventurado asegurar que la estabilidad política de Tlaxcala realmente descansa en mandos medios, a los que ni Moctezuma ni Nophal tienen acceso desde que se declararon de brazos caídos ante la desventaja en la que se mueven, ante el supuesto que el peso de sus respectivos apellidos es suficiente para dotarlos de datos, ciertos y oportunos, que no tengan que dar una vuelta completa por el sistema actual, antes de llegar a sus respectivos escritorios.

A un año de estar en la cancha, el único destino que tienen es quedar fuera. Se lo ganaron.

Apizaco, la penosa crisis de fin de trienio

Orlando Santacruz y su consorte, con quien comparte el poder, parecen haber tomado la grave decisión de desconocer deudas millonarias con proveedores, medios, prestadores de servicios y hasta empleados.

Es probable que esto obedezca a una especie de congelamiento de los últimos recursos, al detectarse graves irregularidades durante el proceso de entrega recepción.

Consciente del paquete que recibe, el alcalde electo, Jorge Luis Vázquez Rodríguez, exhibió sus cartas y exigió lo mismo a Orlando, hundido en el extraño autismo que suelen tener, por ejemplo los niños que dan a la maestra una manzana, y no la clase como la debieron estudiar.

Este desencuentro no ha podido detenerse, y a cuatro días de existencia, cientos de facturas se extraviaron, y se sumaron a la crisis laboral a punto de estallar.

Así que entre hoy jueves 26 y martes 31 de diciembre, aquello que se perfilaba como un posible equipo sólido y robusto para participar en la nueva configuración del panismo estatal, se diluye al tiempo que la pareja todavía en el poder, lucha por sobeponerse al peor yerro de sus promisorias carreras políticas, dejando el campo libre otros y otras, ansiosos por hacerlos a un lado (hecho que no fue necesario).

Un escándalo en la cultura

Las obras de Armando Ahuactzi son hermosas pero no las únicas en el vasto semillero tlaxcalteca de artistas plásticos. Monótonas y caras, carísimas, no solo se convirtieron en inalcanzables para los coleccionistas locales, sino que de manera inexplicable, consiguieron subsidios locales realmente ofensivos.

Si las ofrendas y las calabazas de Ahuactzi no se modernizan, ni su cotización artificial, ni el inexplicable subsidio le van a durar.

El mismo prestigio del pintor está en riesgo.