Con facultades extraordinarias, el titular de la USET, como pasa casi en toda la República, hace y deshace, y no informa de cómo afecta al presupuesto.
Un análisis del Instituto Nacional de Competitividad (IMCO) revela que es la nómina de los maestros el rubro que más opaca el manejo del presupuesto. No se diferencia entre miembros del SNTE o la Coordinadora, y mucho menos detalla sanciones o descuentos ante el desbordamiento de manifestaciones.
Tlaxcala no queda al margen de la estimación. Se encuentra entre las dieciocho entidades federativas con una relación volátil con el magisterio que, ha llevado a formalizar la premiación de los maestros, sea cual sea su resultado.
Año tras año y se trate del gobierno que se trate, el miedo a los plantones como los que hace unas semanas paralizaron a la capital de Tlaxcala, es una razón superior para dar bonos, financiar viajes de numerosos grupos a destinos turísticos. El traslado es solo parte, el hotel y otros»apoyos», son la verdadera carga de estas jornadas.
La USET, bajo el mando de Tomás Munive Osorno, uno de los políticos más rancios del PRI y con un expediente alejado de la transparencia, cuenta con facultades discrecionales casi absolutas y si no fuese por la presión que sobre él ejercen los sindicatos de maestros y administrativos su poder sería infinito.
Colima, Puebla, Jalisco, Campeche y Oaxaca, son los únicos estado que presentan en su Presupuesto un desglose de los sueldos de los maestros, aunque omiten diferenciar entre los trabajadores de base y confianza y entre plazas federales y estatales. Y al respecto el mandatario colimense, Mario Angiano lamenta la inexistencia de una presión real a los mandatarios, para frenar este deterioro presupuestal en el rubro que más afecta los ingresos de los estados: el educativo.
En Tlaxcala campea la simulación en las relaciones gremio-gobierno.
Y aunque esta administración parece esforzarse en delimitar su área de acción con la de los maestros, en la realidad las cosas parecen ser de otra manera.
Sigue siendo el miedo la moneda de cambio entre ambas instancias y aunque aquí no ocurre lo que en Tabasco, heredera de un tremendo legado de corrupción con Andrés Granier, el rendimiento presupuestal puede verse en el muy discreto crecimiento en infraestructura, desabasto de medicamentos y en general un nivel de vida casi veinte por ciento menor al de hace diez años.
Otro de los problemas casi insuperables en el manejo del presupuesto es el rubro asignado a los servicios personales. No nos encontramos en el abusivo 185 por ciento de incremento en Zacatecas y Durango pero, tampoco por abajo del promedio nacional de 32.5 por ciento.
Aquí los viajes de carácter internacional con resultados, también en un contexto de opacidad y aun peor, sin el aval del Congreso del estado, afectan los ingresos pues, podrían hasta considerarse causas anticipadamente perdidas.
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