Parece que lo consume el nervio por ser el alcalde de Tlaxcala en funciones… en el inter, pide regresar al Congreso, y luego se arrepiente…

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En cuestión de horas, el alcalde electo de Tlaxcala, Adolfo Escobar Jardínez, lo pensó mejor y decidió retirar la solicitud entregada a la Junta de Coordinación Política del Congreso, mediante la cual pedía regresar mañana jueves a la curul, de la cual hoy vemos que su ausencia será definitiva.

Sus adversarios, que no son pocos, seguramente aguardaban algún paso mal dado… el mínimo titubeo, para reanudar los litigios en contra de su reciente triunfo electoral.

Tal vez pensó que su caso era idéntico al de su compañera de partido y alcaldesa electa de Nanacamilpa, Lilia Caritina Olvera Coronel, quien salvo las expresiones de fuchi de su suplente y de la asamblea, consiguió regresar a la nómina de Allende 31.

Pero ser alcalde de Tlaxcala pone a la gente en trincheras superiores y, por lo tanto, multiplica a los enemigos, listos a aprovechar la mínima metida de pata para sacar raja.

Bueno, creo que Escobar Jardínez, debería aprovechar el tiempo para diseñar el gran gobierno municipal del que ha creado una alta expectativa, no desperdiciar un solo día lejos de los cursos de gestión y administración a los que puede acceder el alcalde electo de una capital, por modesta que sea y por mucha experiencia que detente.

Ahora, en el terreno económico no sé qué tanto habría convenido a Adolfo regresar al Congreso. Se supone que ya cobró la parte proporcional de su aguinaldo. Entonces que el resto lo deje a su suplente Aleidis Quintana Torres, digo, Escobar ha podido vivir largos periodos y en distintos momentos pegado a la ubre presupuestal.

Sus pensamientos no deberían ser otros más que apuntalar el ánimo de los habitantes del municipio capitalino, castigados por una creciente delincuencia y demandantes de más y mejores servicios.

Creo que es buen tiempo para que en Tlaxcala deje de haber tantos altos mandos, disputando puestos y candidaturas, hay que ponerse a trabajar.

Don Pancho el inquieto

Me sorprende que la de Tlaxcala sea la única Diócesis, sin un centro de acopio para enviar ayuda a Guerrero, devastado por las Ingrid y Manuel. No, aquí sólo se acepta efectivo, marmaja, papeliza, peso sobre peso.

¿Por qué esa falta de ganas de don Francisco Moreno Barrón, dueño -al menos así lo perciben- de una importante y creciente convocatoria?

Cuidado, porque aunque tengamos un secretario de Gobierno, pusilánime para abordar los problemas de carácter religioso -recuerde su pobre respuesta sobre el cura panista de Apetatitlán- la gente cada vez rechaza más la manipulación que a lo mejor otrora funcionaba al pie de la letra para esos intereses perversos y de promoción personal.

Pero al ver la campaña desplegada por el jerarca católico, «para techar el ex convento de Atlihuetzía», no queda sino elevar una oración para que llegue un poco de humildad a dicha eminencia, víctima de graves obsesiones.

Colocar un techo sobre los hermosos vestigios del ex covento de Atlihuetzía tiene, según lo apreciamos, dos caminos muy claros:

1.- De veras colocar un techo a las ruinas que con el tiempo se convirtieron en un ícono de esta bella región tlaxcalteca; ¿para qué?, ¿para pasar sobre un monumental patrimonio histórico, creando mayordomías donde no las hay?

2.- Tener una causa para exigir financiamiento a las autoridades, de tal forma que la manipulación basada en probables acontecimientos milagrosos en Atlihuetzía, pueda aumentar o disminuir según sean las concesiones conseguidas.

Es lo que puede intepretarse como un activismo religioso ingobernable, capaz de arrollar las realidades locales y acudir hasta los mismos Pinos, para entregar en mano al presidente Enrique Peña Nieto, esa obsesiva pretensión de techar las ruinas del ex convento de Atlihuetzía.

(ex convento de Atlihutzía)

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