No sustituyó el sistema sanitario de una avenida principal en Tlaxcala y sustituye por adocreto un antiguo camino empedrado; pero la lluvia lo puso en su lugar e hizo de su obra un atascadero. Todo tras maltratar a los vecinos.
Tal vez siendo niños, la gracia natural de los cuatitos… los gemelitos Pérez Lira, les daba fama de la buena, sobre todo cuando iban al mercado de la mano de su mamá.
Pero el tiempo es cruel y la azotea llena de estorbos mermó ternura a los gemelos, al menos al más lenguarico.
De la espontanea chispa del joven que fue, pasó al sujeto de fama que puede ser siniestra, sobre todo cuando ha decidido atropellar a la gente, cuando sabedor que estas son las últimas hazañas, en serio las últimas, en tanto servidor público encumbrado por el voto popular, ha tomado sus singulares apariciones en público como el boleto, nomás de ida para emprender el viaje a la tierra del olvido.
Tan sencillo que es comportarse con decencia en su papel de alcalde. Caminar por la calle y ser saludado por jóvenes y viejos convencidos que su autoridad valió la pena.
No es el caso de Pedro.
Va de ridículas declaraciones culpando a la fama de perseguirlo, a serios encontronazos con la gente que no le va a perdonar haber pagado sus errores con valiente.
Claro que ha sido un error quitar la piedra de la Prolongación Morelos. En todo caso debió darle mantenimiento, rellenar las juntas de cemento que con el tiempo se adhirieron a caucho de los miles de autos que por ahí han subido y bajado.
¡No!… hay que hacer polvo ese empedrado. Cambiarlo por adocreto, ¿a quién importa que los autos se resbalen?… total, si no les gusta Tlaxcala, pues que se vayan… (eso lo dijo hace poquito, nos habíamos inundado).
Un detalle, a la Prolongación Morelos no nada más la circulan visitantes. Es calle principal de nuestra casa.
Es una de las escasas entradas y salidas. Y va a quedar resbalosa. Y como el singular alcalde ya se dio color de ello, pues algo tiene que hacer, a lo mejor colocar los adoquines en distintos relieves para remediar la falta de tracción dada su pendiente.
Ah, pero eso va a encarecer la obra. Igualito que el tiempo puesto por él mismo para acabar cuanto antes, así como los gatos se apresuran a mover la arena de sus cajas tras hacer uso de ellas.
¿Errores?
Sinceramente sí. Si se había planteado inmoralizarse con esta obra, debió sustituir los añosos tubos del sistema sanitario, mejorar la tubería del agua potable y ocultar los conductores eléctricos y telefónicos.
Así, mire usted, ni quien alegue verdad, sobre todo si antes de ejecutar la obra lo hubiese dado a conocer a los vecinos (y a los medios de comunicación, ya demandando más de la cuenta de nuestro alcalde).
Como llegaron traxcavos y policías, y como el diálogo constó de macana desatada, oiga usted, pues a los vecinos eso nos parece algo así como un pleito ratero… te pego porque me faltaste al respeto, luego te perdono pero, ni se te ocurra pedirme detalles de la chamba porque no te los voy a dar.
Ni cambió los tubos del drenaje, ni mejoró los servicios, transtornó la circulación vial y para acabarla de amolar, hizo retratar sus mejillas, como de jarrito oaxaqueño, las colocó en un anuncio de este tamañote y, nos endulzó el oído con sus chabacanerías respecto a la fama que lo persigue.
Habrá que pedir al psiquiatra una valoración. Las personas que no cometen excesos no hablan así. Pero cuidado cuando no hay quien te regale un folleto de AA y te emplace a reconocer tu enfermedad (progresiva y mortal) porque entonces te va a dar por atropellar vecinos.
No siempre son felices los finales de los políticos.
El reemplazo
Acabó la presencia tricolor en la capital tlaxcalteca. No tarda en llegar el panista Adolfo Escobar Jardínez, al balcón más ancho del portal grande.
Ánimas porque no se contagie del síndrome Pérez Lira.
Hay quienes ven la alcaldía de Tlaxcala como trampolín para hacerse candidatos naturales a la gubernatura.
Creo que no es el caso.
Creo que a Escobar le ha llegado una oportunidad de oro para dignificar a la Capital de Tlaxcala. Ojalá haga un buen papel, se mantenga libre de ilusiones adelantadas y no se permita ridículos futuristas, si es que antes no ha tomado sus pastillas de humildad.
Me llama la atención aquello de los gobiernos corporativos donde la Derecha involucra a sus activos, municipal y federal para ser competitivos. El liderazgo en ese contexto antepone el incansable trabajo a la idea mesiánica de quien ya sueñe con una silla más arriba.
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