En abierta disonancia con el discurso del presidente Enrique Peña, y su gran logro: el Pacto por México, la tentación de ganar con un aparente fraude parece haber invadido al mismísimo titular de la Segob.
Lo que menos quisiera uno imaginar es a un hombre con la imagen de triunfador en los ruedos de Rafael Ortega, al vulgar aprendiz de político empecinado en ganar una elección, y utilizado por intereses superiores para, hacer de los comicios de Apizaco el estercolero que ahora es.
Primer acto, la poderosa supervisión
Nada lejano está aquella madrugada de martes, en que un par de camionetas cargadas con rostros desconocidos merodeaba el Consejo Municipal, allá en la Dos de Abril. No contaban con que los municipales iban a estar como pitbules, resguardando la paquetería electoral.
Mas tarde, una bola de guaruras (altos, güero y de ojo azul jeje) buscaban afanosos cualquier amenaza para su patrona, doña Licha Fragoso, quien hizo su aparatosa llegada al mencionado comité municipal, supervisó que los sellos de la paquetería no hubiese sido violada, y luego se fue, como siempre, como si alguien la estuviera esperando (o sea, en friega).
Segundo acto, de Apizaco a San Manuel, a vuelta de rueda
¿Acaso en el trayecto de Apizaco a la ex fábrica de San Manuel, personajes como extraídos de la cinta «La Gran Estafa» (cuyo nombre original es Ocean’s eleven, con Bratt Pit y George Clooney) iban escondidos en los ceniceros de las subúrbanes que, tan lentas como nuestro progreso, les dieron chance de sacar boletas y marcarlas, para inutilizarlas?
No lo descarte eh, pero la pifia de fraude intentado muy a fuerzas pese a que los panistas cuentan con cada una de las actas, firmadas por todos los representantes y que le dan una ventaja de poco más de 140 votos, muy lejos de hacer un héroe a Ortega, lo llevan de la fama al desprecio colectivo, pues nadie conocía esas muecas, entre mapache de nuevo cuño y pseudo cacique asido a la rodilla del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong (al menos esa ha sido la versión que el matador ha dejado correr).
Tercer Acto. ¿Y el Pacto por México?… bien, gracias
Se ha puesto de moda que los elevados intereses del país sean superados por los altos mandos, ¿a sus órdenes?
El hecho es que mientras el presidente Enrique Peña Nieto, se desgañita aduciendo conceptos democráticos de avanzada, en provincias como Apizaco, claramente identificadas con los afectos e intereses del titular de la Segob, la propuesta peñista quedó reducida a viles heces.
Parecen una mancuerna del mal: Osorio Chong-Ortega Blancas. Uno, suponiendo que en Tlaxcala puede lograr lo que en su estado natal, Hidalgo, donde su partido no deja de tener carros completos en cada proceso electoral.
Osorio Chong ignora que aquí somos campeones en alternancia, como dice el resignado (y un poco mañoso) gobernador tlaxcalteca, Mariano González Zarur.
Error uno: pensar que fraguaría la estrategia de explotar la popularidad de un triunfador de la fiesta brava. Error dos: que ese personaje de veras creyera que su destino siempre fue ser autoridad. Error tres: recurrir a acciones tan básicas y riesgosas para sus propios intereses, como alterar los paquetes ignorando las actas, firmadas por representantes de todos los partidos, incluido el PRI, señalando un resultado claro.
Ya imagino la instrucción al hoy matador: …tú no dejes de hacerla cansada, nosotros nos encargamos del resto. Pues uno y otros incurrieron en el error de su vida. Mire que un engaño colectivo a estas alturas, nada más cabe en una mente lunática.
Resultó el SARJE el gran negocio entre cuates
¿Qué va a pasar cuando Eunice se canse de tanto ocultar las verdaderas causas de la caída del SARJE? Sí, porque nos estábamos yendo con la finta de que el presupuesto de 16 millones de pesos había sido sub utilizado por el Consejo General del Instituto Electoral de Tlaxcala, cuyos integrantes acordarían la contratación de una empresa barata, de quinta, con los resultados que todos conocemos.
¿Y si un día, Eunice revela que esos 16 millones de pesos fueron dados a un apizaquense de dudoso historial en materia electoral, en mismo contexto que ocurrió lo de las chamarritas, baratas, feítas y caras como ellas solas?
¿Y si resulta que así como Tonchis hizo negocio con las chamarritas, en el caso del SARJE, el negocio pudo haber estado en manos de un tal Antonio Blanco García Méndez?
¿Estará consciente ese señor de la inestabilidad en que metió al estado al contratar servicios francamente malos, lentos, y con un software que a la voz de ya tiene que ser presentado ante instancias superiores, primero para comprobar su licitud y segundo, para ver cómo los costos estrangulados dieron pie actos de violencia?
¿Qué castigo merece el responsable de esta crisis?
¿Cuándo Eunice va a soltar la sopa?
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