Tan no fueron capaces de unirse, como tampoco lo serán para aceptar que se han diluido a niveles jamás pensados por ellos mismos… dejaron el camino libre a marianistas, orticistas, sanchezanayistas y ¡lorenistas!



Panistas y perredistas tlaxcaltecas, pudieron aliarse de cara a la elección de julio, para dar juntos la batalla a un PRI que hoy, pese a su constante fuego amigo, los ha dejado atrás. Ambos, incapaces de asumir su decreciente influencia en el electorado, dieron muestra de que la organización no es su fuerte, y menos cuando ha de requerirse hacer a un lado su egocentrismo… chiquitos… débiles… ¡ah, pero muy orgullosos!

Y ni siquiera se trató de cuestiones doctrinarias, porque los dominó ese conflicto perenne, presto a manifestarse cuando de imponer sus candidaturas hablamos… abanderados con el halo de la derrota, pero satisfechos porque superaron el caos interno previo a la batalla electoral, y llegaron lo sufientemente debilitados como para perder, de manera contundente.

Algo así como lo sucedido a Josefina Vázquez Mota, quien tras librar obstáculo tras obstáculo, pudo llegar a la constitucional, eso sí, con hartas porras de parte de Ernesto Cordero, su gran verdugo.

Aquí las cosas son un poco más improvisadas. Penden de la influencia de Adriana Dávila, y se complican un poco más con sus eternos adversarios internos (Aurora, Adolfo, el dos caras de Rolando, Sergio González, la lista es larga).

A los perredistas les hizo falta la brújula y la billetera de personajes como Alfonso Sánchez Anaya. Esta vez no hubo empatía. Esta vez nuevos cachorros (como el retoño de Gelacio) irrumpieron en el escenario de las mediocridades y de aquella alianza al estilo de la que llevó a Rafael Moreno Valle, al poder en Puebla, nada más quedó el recuerdo de lo que pudo ser.

Lugares comunes

Bueno, los tradicionales grupos que suelen jugar la ruleta electoral hasta el final, ¿qué cree? Pues volvieron a llegar al nivel de la prueba superada, dejaron atrás a esos panistas y perredistas que, quemaron su pólvora en infiernitos y hoy, configuran lo que en julio pasará a conformar a los nuevos ayuntamientos y a la nueva legislatura.

Los ortices contra los manchis, aderezando el plato los sanchezanaya y hoy, los lorenos.

Aquí no hay partidos, no hay ideología. Se trata de la esgrima entre grupos políticos con tantas posibilidades de colocar su arriar su bandera al final de la batalla, como millones dispongan para emparejar el camino que los acerque a la nueva configuración de estado de Tlaxcala.

No dejamos fuera a las huestes de Beatriz, pero seamos honestos, ocupada como anda en tierras cariocas por el autoexilio tras tronar como ejote ante la fuerza de Peña, ha llevado su estrategia y megalomanía a un lugar distante… aquello de operar por celular o por chat, no supera a la modorra de la paisana para meter la nariz donde hoy, no tiene ganas de hacerlo.

En el PRI

Entre la pena que da ver a Noé Rodríguez Roldán, llevando bajo el brazo la carpetita beige, con sus documentos en el interior. El aspirante a gobernador… el sedicente delegado de Peña Nieto… el secretario de gobierno de utilería… hoy viene dispuesto a dar la batalla en el XIV distrito electoral local.

Incluso su mediocridad nos conmueve.

Da gusto ver los nombres, un poco fuera de cámaras como el de Carlitos Bailón, precedidos por el escándalo y la ineficiencia, como Blanca Águila Lima, o de delicadas formas y declarada batalla al lorenismo… claro quién más que Marquitos Mena Rodríguez, la apuesta cisnerista para dar la batalla a la traviesa y respondona sobrina que ha cometido el exceso de desafiar al cada vez más maltrecho don Joaquín (bueno, bueno, lo que queda del bigote más rico y poderoso de la comarca).

Ahora que Giovanni Pérez Lira (el gemelo del alcalde de Tlaxcala) ha tenido broncas para ser aceptado, pues uno no deja de ver lo riesgoso que para el PRI significa la insistencia de personajes son semejante antecedente y malqueridos por tantos. Pero ahí los tiene usted, la lucha se hace… ya lo que digan las autoridades del partido y los electores… eso es otro cantar.

La disputa de la capital entre lorenistas y joaquinistas, es el asunto más maquillado y amañado al que se enfrenta el nuevo PRI, el de los líderes patiños que oscila entre las gracejadas de Manuelito Cavazos Lerma y las caras de tarugo con las que Güicho González, no deja de aparecer cada que la militancia le reclama la cerrazón con la que están actuando, por orden del michoacano más malquerido en estas tierras, ah, y del muchacho que pese a tener chamba, allá en la suidá, de todas formas sigue de mañoso, viniendo a desmadrar lo que la militancia poco a poco va conformando.