Los diputados tienen activada la aprobación automática. No piensan, no leen, solo aprueban… al no haber embutes, no se cuenta con una visión analítica y que cuide las apariencias.
Es sólo un pequeño error cometido por los señores diputados de Tlaxcala, pero resulta que se trata del reformado Código Penal, documento rico en yerros y omisiones, acaso enviado en esas condiciones por el Ejecutivo, para que los huéspedes de Allende 31, se emplearan a fondo.
Será que al no haber embutes en esta ocasion, a los diputados no les atrajo analizar con lupa el contenido de dicha iniciativa y, en automático la enviaron al horno del Pleno, para aprobarla con una mayoría que, ni siquiera se ha tomado la molestia en ojear las páginas de los documentos que pasan por sus manos.
Mientras los magistrados del Poder Judicial, se hallan en una sesión permante de risas ante esta nueva pifia en el Congreso, se ha hecho notoria la trasmisión automática activada al grupo tricolor y sus convenencieros aliados, todos ellos más preocupados por pedir licencia a tiempo para seguir buscando el éxito de sus respectivas carreras políticas, que cumplir con la encomienda por la cual despachan como representantes del pueblo de Tlaxcala.
Me da pena reconocerlo pero, de no haber dinero de por medio y una clara orden del personaje investido indebidamente en el jefe de dichos legisladores, pues estos hacen como que se presentan a las sesiones, ¿pero en qué condición?… ya lo imaginará usted; hablando permanentemente por celular o por radio e intercambiando miradas de una sobrada capacidad, como para atender al mismo tiempo lo presentado en la tribuna y la interesante conversación a través de alguna de sus orejotas.
Descuido, el brutal ataque al alcalde de Chiautempan: Segob
Según Miguelito Moctezuma, el comando que robó y baleó al alcalde chiautempense, Ángel Meneses Barbosa, aprovechó un descuido de la guardia personal de dicho personaje, quien por cierto estaba durmiendo en su recámara, sin pensar que aquí hay criminales de alta escuela capaces de hacer boquetes en los muros como si estos fueran de papel.
Moctezuma Domínguez, pretende hacernos ver ese espantoso problema a través del cristal de ineficiencia con el que suele contemplar los puntos neurálgicos del estado, a los cuales se empeña en no llamar focos rojos.
La etapa preelectoral, abundante en conflictos, tiene ahora el plus del crimen organizado, con una larga lista de empresarios en las manos, a quienes de alguna forma ya comunicó las cuotas a las que asciende la venta de protección: entre 200 y 300 mil pesos por cabeza.
Nos dicen, familias alarmadas -porque ya fueron emplaszadas- que esa lista puede llegar a 150 empresarios y microempresarios, desesperados porque si al un presidente municipal le robaron joyas, autos, dinero y hasta se lo llevaron, qué destino aguarda a quienes carecen de una seguridad personal o familiar, con la capacidad de respuesta suficiente para repeler el ataque de un comando como el que visitó a Meneses Barbosa.
Está muy clara la salida fácil y sencilla por la que optó el responsable de la política interna del estado: si al alcalde lo perjudicaron los criminales, es su problema y el gobierno se lava las manos.
Supongo que el número dos en Palacio, debió haber garantizado hacer hasta lo imposible para garantizar el resguardo de la integridad de las autoridades, de sus gobernados y sus bienes.
Pero es más divertido dejar a la gente a su suerte.
Oigan, no hay dinero… somos un estado pobre… a penas alcanza para pagar la seguridad personal de los principales en el gobierno estatal y, quieren que les procuremos protección a los alcaldes, ¡pues qué equivocados están!.
Moctezuma no es un portento de información. Entrevistado por representantes de medios, reconoció ignorar en qué consiste el Mando Unico en materia de seguridad, propuesto por el presidente Enrique Peña Nieto; pero eso sí, si lo dijo Peña, ha de ser bueno. Así que la respuesta fue: “cuando hay una uniformidad, las órdenes aterrizan con mayor prontitud, eficacia y eficiencia”. Moctezuma invoca a Cantinflas, en su divertida cinta: «Si yo fuera diputado». Nos hace reír. Nos quiere ver una letra P en la frente. Y todo para no reconocer que ya los años se llevaron sus mejores momentos y su capacidad de reacción no solo es lenta, sino recurre al cinismo para tratar de evadir su responsabilidad.
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