Nuestra democracia vale lo que pide un bicho que trabaja de magistrado en la Sala Electoral.

Mariano González Zarur, diputado federal por Tlaxcala.

Foto: desarrollo.diputados.gob.mx

Pese a ser secretaria proyectista en funciones de la Sala Electoral Administrativa, la licenciada Yenisei E. Flores Guzmán, organizó la semana anterior un acto de pre campaña al diputado federal, Mariano González Zarur, con decenas de abogados, miembros de diversas asociaciones.

Si la profesionista no ocupara un cargo relevante en el Poder Judicial de Tlaxcala, su actuación no sería tan llamativa, pero utilizar a las instituciones para ponerlas al servicio de un político, habla de la urgencia de actuaciones transparentes en un ámbito de gobierno que debiera cuidar su credibilidad.

Obsesivo como es Mariano González, no habrá de desperdiciar oportunidad para incluir su nombre en la competencia electoral. Pero corromper los tribunales de carácter electoral, lejos de ayudarlo lo exhibe como un sujeto proclive a la ilegalidad.

Y conste que hay nombres escritos con tinta indeleble que ya jugaron roles despreciables.

Uno de ellos, el magistrado de la Sala Electoral Administrativa, Silvestre Lara Amador, expresaría sin rubor, pasada la elección de 2004, su disposición a dejar Tlaxcala, siempre y cuando hubiese sustancia (más de tres millones) para emitir un voto que diera un poco más de vida al entonces candidato perdedor, Mariano González.

Hay quien así lo asegura y estaría dispuesto a gritarlo a la cara del sinvegüenza cuya fotografía aparece en el directorio de la Sala Electoral.

Deteriorada esta instancia, preguntaría a los aspirantes a gobernador de Tlaxcala si están dispuestos a contender, o mejor dicho, si tienen en su cuenta tres millones de pesos, más las nuevas necesidades acumuladas a lo largo de este período, que exija por lo menos un magistrado en cuyo diccionario no existe la palabra vergüenza.

Dejar que corra la garantía de tapadera

Por si usted no lo olvida, hace diez semanas el diputado federal plurinominal Mariano González, rindió un informe en la radiodifusora de Apizaco.

Se trató de una campaña que incluso contó con la venia del gobernador, a quien el criador de reses ya no ve con recelo. Todo lo contrario, ahora es la sumisión lo que movió los actos del legislador, cuya propaganda ocupó los cruces con mayor visibilidad de Tlaxcala; curiosamente los mismos que utiliza el gobierno para colocar sus promocionales impresos.

González Zarur cambió así de rápido los desplantes por la sumisión, pese a que días antes dijo a e-consulta el poco respeto que le merecía la autoridad de Tlaxcala. Bueno también habló así de Beatriz Paredes. De ambos, expresó su más sentido desprecio.

Desde luego que no actuó solo. Contó con la directriz de Rubén Flores Leal, quien en primera instancia le recomendó dejar para mejor momento los desplantes de hacendado y, hasta completar ese redireccionamiento con la garantía de cuidar la espalda del actual, en el caso de que consiga llegar a ser gobernador.

Y el resultado fue estupendo, claro, pudo ser mejor con todo el dinero del que se dispuso. Pero hay que tomar en cuenta que lo bueno cuesta. Y como la empresa encargada de hacerle ruido actuó al no tener más alternativa –pues el dogerismo en Puebla dejó de cobijarla – pues no desaprovechó la oportunidad para migrar por enésima vez, sabiendo que el pastel es bien grande, aunque esta vez ya no tolerará error alguno.

Los cañonazos a la sala

Si en 2004 las pretensiones del seudo magistrado –que ahí sigue, cómo la ven –hubiesen sido cubiertas, se habría dado pie a un largo y penoso lío que nos muestra en qué consiste nuestra democracia.

Ella vale lo que un bicho actuando como parte del Poder Judicial.