Hace falta mostrar los colmillos para que gobierno y gobernados sepan que en breve, dos de las principales herramientas de Tlaxcala serán encajonadas.
Así como un atrevido reportero logró desequilibrar al gobernador Mariano González Zarur, al cuestionarle supuestos regaños de aquellos a los que considera superiores jerárquicos (Peña Nieto, desde luego), varios de sus colaboradores han desarrollado la habilidad de aprovechar su predecibilidad.
De seguro le llegan a la psicología inversa para conseguir, por ejemplo que determinado despacho se encargue de tal o cual caso o, aprovechando su explosividad le dibujan escenarios que lo enervan o lo apaciguan según les convenga.
La realidad es fría. Estadísticas serias nos ubican como el estado menos atractivo a la inversión privada. Hace poco un estudio del reconocido Gabinete de Comunicación Estratégica, de Liébano Sáenz, colocó a Mariano y al saliente Andrés Granier, de Tabasco, como los peores mandatarios en los ámbitos de confianza, gobernabilidad y aceptación popular.
Hoy, asuntos tan triviales, como aquél de los supuestos regaños de sus superiores le quitan la calma… «no ha nacido aún alguien que pueda regañarme», le escucharon incondicionales hace no mucho tiempo.
Es interesante ver la estadística de esta arrogancia. Tomemos en cuenta que nuevas decisiones, graves para la administración pública, están en puerta: la fusión de la Secretaría de Turismo con la dependencia que encabeza la improductiva Adriana Moreno Durán. Y más poder burocrático al impopular Ricardo García Portilla, poniendo en sus manos el enorme aparato de analistas concentrados en el Copladet.
La arrogancia, decíamos, acompaña a este tipo de acciones, cuya concreción me lleva a un par de conclusiones.
1.- Las secretarías de Planeación y Finanzas, y la de Turismo y Desarrollo Económico, dejan a Tlaxcala sin dos de sus herramientas más importantes. A los encargados de zurcir el tejido social, con la aplicación de programas asistenciales, los encajona en la dependencia del «no hay»… no hay dinero para lo importante. En ese caso somos un estado pobre. Pero, ¿qué tal para las transacciones trianguladas que destruyen la reputación de diputados, o para los embutes enviados a aquellos cuando urge una aprobación en términos de hoy, hoy, hoy…
2.- A los incondicionales promotores de los atractivos de la entidad, dueños de inmejorables contactos para conseguir campañas de excelencia, también les toca la siniestra suerte de ser encajonados con la eficiente organizadora de viajes, propios para un jeque, pero financiados con los recursos de un estado pobre. China, Japón, Nueva York… los principales destinos, y no en clase turista, han formado parte de un itinerario más bien de placer. ¿Logros, por esas costosas jornadas internacionales? ¡Ninguno!
Qué importa la crítica
Si hubo dieciocho millones de pesos para pagar al tenor Plácido Domingo por cantar en el Estadio Tlahuicole, no somos un estado pobre. Somos un estado mal administrado.
Si se destinaron 67 millones de pesos a pagar con sobreprecio 280 y tantas mil chamarritas, para beneficiar al carnal Tonchis, no somos un estado pobre… al contrario, la opulencia de los Rólex, los dobles diezmos, las adjudicaciones amañadas de obras, nos dibujan como un estado corrupto, pero no pobre.
Así que la decisión para desmantelar dos dependencias principales de un estado que demanda desarrollo, tiene que acompañarse de los colmillos de fuera… «nadie me regaña, ni el Presidente», para que el respetable se atenga a los desfiguros de una nueva votación inducida mediante asquerosos embutes a diputados y diputadas, por cierto, con un tremendo carisma como para echarle ganas, pedir licencia y buscar otros puestos de elección popular. ¡Los ciudadanos así lo exigen! ¿cómo la ve?
La Secretaría de Turismo, lejos de quedar en manos de quien ahuyentó a Audi de Tlaxcala, debería disponer de los mejores elementos para trabajar sin descanso en la promoción del Pueblo Mágico que es Huamantla, y de las fiestas que tradicionalmente nos atiborran de visitantes de pisa y corre.
Lejos de fomentar la construcción de una mayor infraestructura hotelera y restaurantera, la secretaría de la señora Moreno se ha dedicado a poner piedras en el camino a inversionistas como los que edifican actualmente sendos complejos comerciales en Apizaco, donde las autoridades tuvieron que aplicarse a fondo para no dejarlos ir, en vista de los mil peros de la Sedeo.
Ah, ¿pero quién se colgó el milagro?… ¡Sedeco! La misma que en breve tendrá a los promotores de turismo dentro de su tradicional corral de la improductividad.
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