Como llegan se van… dos nombramientos en la dirección del Cobat muestran que la opulencia del sistema ha enloquecido a quienes hoy yacen en el cementerio de cartuchos quemados del marianismo.

Es un clamor general que la disciplinada y seria profesora Josefina Espinosa Cuéllar, recupere el respeto para el Colegio de Bachilleres de Tlaxcala (Cobat), donde hacen falta atributos extraordinarios para superar el legado orticista.

Por el momento dispone del factor sorpresa ante el repentino cese del tepeyaquense Baltazar Lumbreras como director, cuya caída arrastró a Angélica Juárez Texis, quien se supone fue la iniciadora de la tremenda limpia desde el área contable de la institución -donde fungió como directora administrativa.

La institución es una valiosa barca que pesca en aguas abundantes… pero cuidado con el canto de las sirenas, porque es tal la esplendidez que a Enrique Padilla Sánchez y a mister Lumbreras, les dio por vislumbrarse al frente de un portento de grupo político.

Entonces hicieron a un lado la esencia de su nombramiento: la academia, la administración y la buena política.

De aquél primer avistamiento a la robusta institución, en ambos casos sobrevino el caos.

Creyeron posible la complicidad mutua para fingir acción pero sacando beneficios para sí y para los suyos. Claro, se trataba de ir creciendo a los incondicionales en puestos clave para hacerse invulnerables.

A Padilla lo embargó su creencia de ser un político de altura. Con su habitual frescura antepuso la cínica sonrisa a cuanta modificación estructural, o bien propuso, o bien acató por provenir de Palacio, desde donde se lo ordenaba el as michoacano, Mario Armando Mendoza Guzmán.

Como puede usted ver, el Cobat comenzaba su deformación. Mandos hipócritas y perversos le metían mano a placer.

Llegó el momento en que Padilla se hizo a un lado, viéndose ya todo un diputado federal y en la antesala de la candidatura a gobernador de Tlaxcala. Y tal vez así hubiera sido de no haberse presentado un imponderable: Padilla es sinónimo de perdedor. Tronó como ejote en las elecciones de julio.

Luego, regaría la versión de ser el candidato natural a la alcaldía de Tlaxcala. Y no se hizo esperar la reacción, también ordenada desde palacio, al Órgano de Fiscalización Superior (OFS) para filtrar graves anomalías en su administración, al grado de considerarlo sujeto de cárcel.

No es su tiempo. Deberá aguardar por lo menos a que concluya el marianismo. Y si aún le quedan ganas y sigue en el ánimo de Beatriz Paredes, entonces podrá aspirar a seguir son sus sueños de grandeza.

Por cuanto a Lumbreras, ni siquiera hizo falta la intervención del OFS. El propio sistema administrativo, adverso a él provocó la filtración de información delicada. Tome usted nota: Lumbreras cobró otra percepción como profesor, según el recibo de nómina de fecha 30 de mayo de 2012.

La esposa de lumbreras, María Esther Muñoz Soto, quien ingresó a la nómina del Cobat el 16 de noviembre de 2011, percibe un sueldo como catedrática de tiempo completo.
El ex alcalde de Tepeyanco no tuvo escapatoria. Fue pasado por el hierro marianista sin oportunidad de esgrimir explicación alguna. No había duda, cayo en la misma tentación que su antecesor. Vio la oportunidad de fortalecerse de manera personal y antepuso ese interés al encargo original, nada complicado por cierto: recuperar el buen nombre del Cobat.

No pudo.

Paradógicamente el lugar por donde se filtraron los datos, fundamentales para estas remociones también comenzó a hacer agua.

Dígame usted si esto no tiene cara de harakiri: la ex directora Administrativa, Angélica Juárez, benefició a sus sobrinos Miguel Ángel Tecuapacho Juárez –ingresó a la nómina el 16 de marzo de 2011- y Miguel Juárez Tecuapacho, su cuñada Violeta García Montiel, a su hermano Luis Juárez Texis y un recomendado de nombre José Luis Reyes Piedras.

En febrero de este año solicitó al líder del sindicato de trabajadores académicos, Eleazar González, el cambio de su categoría de la CBIII a la CBIV (la más alta en el Cobat), procedimiento que es irregular porque el personal directivo por ley no puede pedir ese tipo de beneficios.

Es obvio que de todos estos enjuagues, la nueva directora, Josefina Espinosa Cuéllar, debe estar muy alerta.

Sabemos de su lealtad a Mariano. De los buenos resultados -en su momento- en la dirigencia de su partido, el PRI, pero este es el reto de su vida. Ni más ni menos que se trata de apaciguar los demonios internos de quien por suerte llega a estar al frente de este importante sistema de bachillerato, donde abunda el dinero y las posiciones se ganan mediante puñaladas.

Su jefe, Mariano, debe estar consciente de las barbaridades cometidas a su nombre desde Palacio, a través de su asesor estrella, Mario Armando Mendoza, cuyos intereses extraoficiales en la institución lo han llevado a cometer acciones de lo más sucias, siguiendo el consejo de cupido.

El michoacano debería saber que las hormonas tienen que estar a buen resguardo porque en la política suelen desencadenar tramendos líos.

De lo perdido, lo recuperado y, si tras este susto conserva lo más importante, pues que se aplique a fondo y deje de pasarse de listo.

Espinosa Cuéllar es la esperanza de muchos para limpiar esa imagen de crueldad ignorante, ese pragamatismo silvestre de su patrón que, tan roto tiene al tejido social. Y para muestra, el botón del Cobat.

Como quien dice: más estudio y menos grilla.