Los dos leales marianistas pero con vida propia dentro de la política equilibran a un partido que llegó a sentir la derrota anticipada de la elección próxima. * Las pasiones del poder y el sufrimiento de quienes nacieron en sábanas de seda.
Este sábado, agotado el plazo, Joaquín Cisneros Fernández y Anabel Ávalos Zempoalteca, serán inscritos como únicos precandidatos del PRI al Senado de la República. Uno, ex senador, ex candidato al gobierno y alcalde capitalino en dos ocasiones. La otra, perteneciente a la nueva generación de políticos tricolores con una vocación social, equilibran a un partido al que según el gobernador Mariano González, no debe nada.
Por ello no hubo indicaciones a Noé Rodríguez Roldán, para renunciar a la Secretaría de Gobierno. Tampoco se alentó el crecimiento del ex mandatario José Antonio Álvarez Lima, quien sí quiere participar pero, buscando un lugar en las escasas pluris.
Acaso es la respuesta del mandatario a la voracidad del grupo Michoacán, cuyos integrantes, Asención Orihuela y Mario Armando, ya habían hecho planes con el destino de Tlaxcala, conquistada en el área más importante de poder y responsabilidad.
Joaquín, el septuagenario que se siente como de 50, consolida el sueño de regresar por sus fueros a las grandes ligas, cuidando no cometer los mismos errores que en 1998 le impidieron coronarse como gobernador.
Anabel llega a la culminación de una estrategia acordada con el gobernador, donde la discreción y la lealtad finalmente tuvieron su reconocimiento.
Los ricos también lloran
Es una mala copia de del serial televisivo: Los Ricos también lloran (de María Zarattini), que muestra la fragilidad tricolor a causa de sus propios desacuerdos y del despliegue de poder dentro del cual se dan escenas llenas de morbo.
Los protagonistas, Lorena Cuéllar Cisneros y Mariano González Zarur, nos llevan en la víspera del registro de precandidatos al senado, a la cúspide de media docena de capítulos, donde la participación de actores secundarios adereza esta tragedia con la perversidad, el ingrediente infaltable para generar el interés de un creciente público.
1.- Lorena y Mariano. A ella le mueve la causa social en tanto eficaz campaña de popularidad, disponiendo de la asistencia a grupos vulnerables (principalmente ancianos) y con esa bandera consigue importantes logros, como el triunfo en la alcaldía capitalina, así como una creciente presencia al frente de su fundación, y de la curul local, donde sufre el más amargo bloqueo gubernamental, mismo que pasa por alto recurriendo a eficientes resortes en la Ciudad de México.
Él es un apuesto (ejem) hombre maduro con tantas frustraciones en su haber que, sin costarle trabajo adoptó a la misoginia como única forma de tratar con la popular Lorena, quien le despierta una mezcla de desprecio y recelo en el mundo de la política (todo transcurre en las esferas del poder) al verla tan frágil, pero tan persistente en su intentona por alejarse del polvoriento priísmo del que ambos provienen. Con el tiempo, Mariano no solo se abandera con el rancio desempeño del partido supremo, sino se convierte en una versión actualizada de su Alteza Serenísima.
2.- Lorena y Joaquín. Conforman una familia de políticos en permanente discusión del fondo político al que obedecen. Él, tan rancio como Mariano, pertenece a la estirpe del poder heredado y también le procura un trato misógino aunque oculto en el afecto por el parentesco. Su conflicto es generacional y, crece a diario bajo la premisa de no permitir la llegada de aquella a tomar el timón familiar en la política e insistirá, tal vez hasta el final, en impedir su crecimiento.
Rechaza la posibilidad que en el futuro lo rebase, pues en un sistema patriarcal: nadie por encima de la figura del tata, tomada arbitrariamente por el hoy virtual precandidato marianista al senado, manzana de la discordia en este momento y, parte fundamental en la escala familiar rumbo a la gubernatura de Tlaxcala (aunque él ya tuvo su oportunidad, con una prueba no superada).
3.- Beatriz, Lorena, Mariano y Joaquín. Ante la imposibilidad de progresar debido al doble obstáculo conformado por el par de añosos bigotones, Lorena se alía con Beatriz Paredes, quien a los dos les ocasiona el vértigo del desprecio, tras comprobar que con orígenes sin cepa, sino al contrario, como joven luchadora social con ideas maoístas es tocada en la frente por dos deidades tricolores, a quienes debe su avasallante arribo al priísmo: Emilio Sánchez Piedras (quien la protege y hasta la ama) y Luis Echeverría, quien la unge –pese a sus veintitantos años- como la exitosa legisladora, lideresa, gobernadora y con el paso de los años hasta presidenta de su partido.
Quién más que Beatriz para amargar la existencia de aquellos dos, cuyas capacidades y conflictos internos les han impedido la realización plena. Tendrían que volver a nacer, sin que la Paredes existiese, para aspirar a la estabilidad emocional.
Así que Lorena, para ellos viva imagen de la voluminosa estadista, les ocasiona agruras con su insistente gana de superación, cuando para ellos ya tuvo suficiente con los cargos que le han permitido detentar. Y a estas alturas, optarían por jubilarla.
3.- Lorena, Héctor y… los demás.- La han puesto contra la pared. No les afecta el que la hoy legisladora con licencia se hable de tú con Pedro Joaquín Coldwell, líder interino del PRI (y gran amor de Beatriz Paredes), que haya asistido a la tradicional comida con motivo del cumpleaños del arzobispo ortodoxo Antonio Chedrahui, donde suelen acudir todos los personajes de la política, no importa qué tan polémicos sean (por cierto ni Mariano ni Joaquín fueron invitados).
Sencillamente por orden del gobernador González Zarur, hay un no rotundo en el priísmo local. Que ni lo sueñe así se entreviste con Barak Obama. Las razones, creo que muchas y de fondo las hemos planteado en esta cobertura.
Y ese no llevó al hacendado manda más, a mostrar su parcialidad, curiosamente al grito de, “bueno, es una decisión colegiada… pero nel”.
El proceso interno tricolor devino entonces en el tremendo vicio del autoritarismo. La hicieron víctima. La regañaron por no pedir permiso para solicitar licencia. Hasta el nuevo delegado del CEN, Enrique González González, aprovechó el momento para mostrar su insensibilidad, desbordando (¿también?) misoginia por su avejentada epidermis.
Ah, pero un aliado de Lorena en tiempos de la alcaldía, es el ex gobernador Héctor Ortiz Ortiz, para quien este desamor entre ricos es música más que auditiva.
Y no dudo que haya puesto a su disposición los activos que conserva lo mismo en el Partido de la Revolución Democrática, que en el Movimiento Ciudadano (sí, no crea que el PAN es su única franquicia).
Si la Cuéllar es víctima del marianismo, Ortiz se encargará de engalanar el comité de recepción para sanar sus heridas y gastar cuanto se pueda, económica y políticamente, para quitar votos al PRI y al fenómeno Peña Nieto, única, escúchelo bien, única esperanza del priísmo local para superar el castigo infligido por Mariano y su frase inmortalizada en las páginas de la Jornada de Oriente: “la estatura política determina las cosas”… de antología.
¿Quién haría falta en esta posición para dar una lección al marianismo?
¡Pues Beatriz!
Total, hace algunos ayeres, Héctor Ortiz (con muchos kilos menos) fue el incondicional secretario particular de la doña, entonces toda una secretaria general de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos (CNC).
Imagine esta alianza adversa al PRI de Mariano. Interesante, ¿verdad?
En 1998 se vivió un episodio con extraordinario parecido. Hasta con nombres comunes. Joaquín Cisneros subestimó a Beatriz, quien previamente operaría toda una estrategia para restar votos al PRI a través de Héctor Ortiz y el incumplimiento de condiciones tras perder la elección interna de su partido. El resultado, usted lo conoce: Alfonso Sánchez Anaya, ex priísta y candidato de una alianza encabezada por el PRD ganó la elección constitucional de noviembre de 1998.
La batalla de Araceli
La televisión del marianismo no es mala.
Es pésima.
Ni siquiera fue capaz de logar una producción decente para transmitir el informe ciudadano del sábado anterior.
No aparecieron los invitados especiales (a los que se trajo con el engaño que era el informe de a devis), tampoco los videos de las obras del primer ejercicio.
Lo peor. En el recuento de daños pretende incriminarse a los ingenieros y técnicos locales.
Eso sí, ha tratado de ocultarse la carísima renta de equipo proveniente de Jalapa, seguramente por gestión de Araceli Batalla, una especie de delegada jarocha del caos televisivo e informativo.
¿Quién la contrató? Pues Héctor Parker Vázquez y su che boluda.
Tan mal están las cosas que, el acto de lucimiento personal no puede ser difundido, profusamente como se debería hacer con un evento chocolate cuanto se pretende darle formalidad.
En otras palabras, el enorme gasto para la pachanga, se fue al caño gracias a los desfiguros del Team del Golfo, que en lugar de camarones, resultaron charales.
Aun hay más. La renta de pantallas gigantes costó a Tlaxcala más de medio millón de pesos. A precios de aparador, pagamos más del doble de su valor real.
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