Si el mandatario de Tlaxcala tuviese una cuenta de Twitter, nos habría informado con milisegundos de diferencia, sus logros de verdad en aquella gira (imaginaria) de trabajo al país del sol naciente. ** La fea experiencia de Cadena Barquín con el marianismo.


Para los gobiernos estatales la tecnología digital se encarga al menos de dos rubros fundamentales: una manera accesible a la obligada caja de cristal con la que debe conducirse, y su contacto más cercano con el tejido social. Ambas con la importante ventaja de la interactuación.

Consultas, pago de impuestos, información y otras posibilidades –infinitas- agilizan la administración y sirven lo mismo a un joven con la curiosidad de enterarse cómo trabajan sus autoridades, hasta a las grandes firmas en la búsqueda permanente de destinos para llevar inversiones.

Haber caído del lugar 27 al 32 de acuerdo con evaluadores independientes, respaldados por la investigación de las universidades Autónoma del Estado de México (UAEM), de las Américas-Puebla (Udlap) y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), debería encender los focos rojos del marianismo, cuya impresión a nivel general es de un atraso inquietante y una indolencia imperdonable.

La cacareada caja de cristal resulta un concepto falso que hunde a la administración en esquemas improvisados y provincianos, sinónimo de un claro decrecimiento donde se aprecia la incompetitividad de la mano del regreso del PRI de antes, cuando prácticamente todo el quehacer de la autoridad recaía en el gobernador, su secretario, un procurador y el tesorero.

La dinámica actual presenta un trecho inalcanzable para este tipo de políticas aislantes que colocan al estado al margen del concierto nacional con múltiples opciones de programas federales sujetos a una digitalización sobresaliente.

Las consecuencias son inmediatas. Se han perdido importantes recursos en los rubros de asistencia social –los apoyos a ancianos son los más visibles-, de emergencia para atender eventualidades en el campo.

Como ocurría antaño, las gestiones deben hacerse personalmente en oficinas lentas, atiborradas de molestos causantes ante la incapacidad burocrática para suplir la agilidad representada por las herramientas digitales.

Reaviva al cáncer de la corrupción al devolver a la burocracia la potestad de aceptar trámites irregulares, tal y como ocurría en aquellos tiempos que parecían idos, pero vigentes más que nunca gracias  al hoyo digital, probablemente causado por los recortes de personal sin más criterios que el ahorro inmediato de recursos pese a los resultados en el mediano y largo plazos.

Ser los peor evaluados a nivel nacional descubre asimismo la falta de liderazgo en el aparato burocrático, actuando cada oficina con objetivos distintos en perjuicio del causante y peor aún, de las arcas estatales, que dejan de percibir ingresos debido al deficiente aparato para cobrarlos.

La ínfima calificación obtenida juzga también la ausencia del gobierno en las redes sociales.

Si la administración es incapaz de ordenarse sistemáticamente en un portal electrónico, lo es más para interactuar con los ciudadanos a través de las conocidas páginas de Facebook, Twitter y tantas más que ofrecen inmediatez y accesibilidad, dejando para ocasiones meramente formales las tradicionales conferencias de prensa o la arcaica y selectiva publicación de desplegados.

El mismo gobernador Mariano González Zarur, se priva de mantener el contacto directo con el tejido social, tal vez por el miedo que le despiertan la posibilidad de un chat en tiempo real o las expresiones crudas de quienes no lo verían endiosado, sino tan común como una autoridad dispuesta al diálogo.

El gobierno de Tlaxcala parece no tener idea de la inmediatez de Twitter, capaz de viajar más rápido que las ondas sísmicas y avisar con oportunidad de eventualidades de las que la población puede ponerse a salvo gracias a los buenos reflejos de su autoridad.

Actuar como un gerente del estado, sin más interés que administrar poniendo énfasis a los recortes de personal con criterios políticos, pero con el objetivo de ahorros que le provén del desdén inhumano de correr a la gente, tiene ya sus consecuencias y difícilmente en otros diez meses de gobierno sería posible enmendarlas.

Con las herramientas digitales es sencillo por ejemplo, consultar los medios de Japón para saber que aquella promocionada gira de trabajo del ejecutivo tlaxcalteca por aquél país asiático, sería en realidad un placentero viaje al cual trató de maquillarse con textos de pésima manufactura y con inversiones inexistentes.

Qué diferente habría sido que el gobernador subiese en alguna computadora de Tokio, información a su cuenta de Twitter, acompañada por las imágenes reales, con milisegundos de diferencia. Hasta una trasmisión televisiva habría sido posible si aquello no se hubiese sido una tomadura de pelo.

Cada área del gobierno deberá modernizarse. No es a cargo de un solo elemento como podrá superarse el trauma de ser coleros en digitalización. Remontar este deshonroso sitio implica un esfuerzo permanente de la autoridad y no sus subordinados, sino los elementos insustituibles en un ejercicio de transparencia, competitividad y actualización.

Una de académicos con la autoridad

El doctor Félix Cadena Barquín, autor de una interesantísima propuesta que plantea refrenar el castigo del neoliberalismo contra las clases populares, ha tenido una cruel experiencia con el coordinador de los esfuerzos de todos (¡!).

El académico planteo a Mariano (siendo candidato) la esencia de su investigación… “se centra en contribuir a superar la falta de oportunidades de una ocupación digna, remunerada y sus respectivas consecuencias de pobreza, desintegración social y exclusión, busca incidir en una transformación radical de la economía y por ende de toda la estructura social, pero mediante estrategias no violentas”.

La respuesta no demoró. “Mira lo que dices, me parecen puras pen…”

Siendo ya gobernador, lo nombró director del Colegio de Tlaxcala. Tal vez por no leer cuidadosamente lo que firma, pudo darse ese acierto. A los quince días lo destituyó.

Por la valía de sus ideas –que además se ocupan de otros campos, como la docencia- fue invitado por el secretario de Educación, Tomás Munive Osorno, a sumarse a alguna de las áreas de la USET.

Y cuando pidió permiso a su amo, la respuesta tampoco demoró: “ya ni me digas… sé de quién me hablas y lo que piensa me parecen puras pen…”

Cadena Barquín podría decirse, lidera a la parte pensante del marianismo. Es una de las apuestas más importantes de Alfonso Sánchez Anaya, para incluirlo en el gobierno de Mariano, pero según se juzga, las ideas son lo que menos interesa a este sistema, aferrado a tomar su lugar –hoy vemos que en materia digital es el último del país- y ver desde él a todos como subordinados en tanto, autómatas dispuestos a la humillación.