De aquél discurso y duro, solo se ha cumplido que el mandatario es incapaz de solucionar todos los problemas que aquejan a la entidad, sin embargo, el trato al interior del gabinete es disparejo y ya ocasionó conflictos entre los de casa.
El pasado 15 de enero, rendía protesta Mariano González Zarur, como gobernador de Tlaxcala, y en un largo discurso manifestó entrelíneas que jamás estuvo en su oferta de campaña, “señalar que en seis años resolveríamos todos los problemas… pero eso sí, manifesté que juntos daríamos un gran jalón al desarrollo de nuestra querida tierra”.
El verbo del nuevo mandatario priísta lo dibujaba humano y realista.
En el corto plazo, aquellos dos conceptos debieron enfrentarse a una gran dosis de rencor, desbordada al sentir la potestad de suponerse el coordinador de los esfuerzos de ciudadanos y poderes, en lugar del incansable gestor en tanto heredero de Emilio Sánchez Piedras, como él mismo se encargó de gritarlo a los cuatro vientos.
Por Mariano, el tiempo no transcurrió. Quedó varado hace tres decenios, cuando la hegemonía del tricolor no aceptaba debates.
E hizo del suyo un gobierno de confrontaciones, de venganzas y de ensañamiento con aquellos desafortunados en su mira.
Asumió el gobierno con la peor caída de empleos –se habían perdido 19 mil- aunque él mismo lo reconocía, sin conflictos laborales y con una estupenda mano de obra.
Bastaron unos meses para seguir con los mismos 19 mil empleos perdidos, pero ahora sí con conflictos laborales, como el de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) cuyo personal probó lo amargo del maltrato, con desapariciones y toda la cosa, pero jamás trastocando la férrea voluntad de quien había llevado el estilo de los hacendados al más elevado nivel, con un delicado riesgo de descomposición social.
Ese comportamiento presenta ya daños colaterales. La desconfianza es uno de los más visibles. Casi dos terceras partes (73.1 por ciento) de los ciudadanos encuestados mostró desconfianza hacia Mariano.
Es el lugar 28, de los 32 estados.
Cómo habrían de reaccionar los tlaxcaltecas si aquella mano firme, vendida en campaña como una acción para poner orden al caos dejado por el panista Héctor Ortiz Ortiz, en realidad se ensañó con el tejido social más vulnerable y no ha tocado un cabello a quienes se suponía estaban en su mira para llevarlos a los tribunales.
La reciente demostración de inmunidad, del ex secretario de Finanzas, Andrés Hernández, muy en convivio con Hugo Gaspar García Domínguez, fungiendo como escudo protector y al mismo tiempo como contacto con niveles superiores, no se compara por ejemplo, con la represión de ancianos a quienes se permitió llevar un movimiento supuestamente orquestado por orticistas a acciones incluso violentas.
Además de la desconfianza, el desinterés captado por la gente encuestada –de cinco problemas en el estado, Mariano conoce y encara 2.9- dibuja a un gobernante protagonizando un diálogo de sordos con sus gobernados… mientras estos encuentran razones para protestar, aquél afirma y reafirma encabezar uno de los mejores gobiernos en la historia moderna de Tlaxcala.
Más encuestas vendrán, pero la esencia del divorcio entre gobernante y gobernados, no cambiará.
Sin embargo, la evaluación más sensible tendrá verificativo en la elección federal de 2012. Como se ven las cosas, un creciente voto de castigo por la desconfianza y el desinterés demostrados se habrán de sumar al resentimiento social por el maltrato en esquemas de corrupción, tan delicados como los que se dan en el ámbito de la Salud –compra inflada de medicamentos y afectación de presupuestos para tratamiento de niños con cáncer- o en el de la asistencia –la elevada facturación de despensas presumiblemente registradas en el DIF estatal.
Descomposición interna
Como puede usted apreciar, el gobierno marianista ha llegado al extremo de buscar mecanismos para desactivar los odios internos que ya no pudieron soportar más tiempo.
He ahí el desplegado aparecido a penas en El Sol de Tlaxcala, donde el ex rector de la Universidad Tecnológica de Tlaxcala, Luis Ervey Sánchez Márquez, demanda pruebas de supuestos excesos al secretario de la Función Pública, Hugo René Temoltzin Carreto.
Los desencuentros entre marianistas son una natural respuesta al desequilibrio mostrado en la relación del gobernador con las distintas áreas de su administración.
Por un lado tiene consideraciones muy altas a personajes como el propio titular de la Función Pública, al secretario de Finanzas, a otros funcionarios ubicados en el área de adquisiciones, al oficial mayor. Sin embargo, se nota el rezago en ámbitos como el agropecuario, donde ha predominado un discurso derrotista ante los daños ocasionados por las inclemencias del tiempo.
Hay una tolerancia excesiva a las documentadas faltas cometidas en la Secretaría de Salud, pero una política intransigente con los notarios a quienes se entregó la patente en el anterior gobierno.
Casos como el del ex encargado de despacho de la SSP son de mencionarse. Se utilizaron sus servicios y luego fue inhabilitado tras exhibir faltas en las que otros incurren casi con familiaridad.
Capacitación en imagen, a estas alturas?
Pareciera que mediante la emisión de boletines informativos hechos a modo, cambiaría la percepción del gabinete. Y así, sin política de comunicación social, intenta colocar a los 16 enlaces que operan en las dependencias, a un redil donde su trabajo sea absolutamente controlado.
Esos enlaces de los que le platico, como la vocera de la USET –y ex corresponsal de Milenio- ya están cansados de semejante política de simulación con fines de control. Y no dudan en denunciar la negativa actitud del coordinador de Prensa y Relaciones Pública, Raymundo Vega Crespo.
Ahhh, comenzaron las paellas
Tienen una innegable connotación con la política. Entre mariscos, arroz cristal, morcilla y los mejores aceites fueron preparadas las paellas para una clientela priísta, unos dos mil digamos, que acudieron al llamado de Anabel Ávalos, bajo la organización de Joaquín Cisneros Fernández.
Ya sabrá usted… el ambientazo en el centro expositor.
No se trataba de acudir nada más, sino de lucir los mejores trapos en ocasión de subir o bajar el mercurio del termómetro de las candidaturas.
Así como lo oye usted, en este orden brillaron los protagonistas de esta pasarela… ya en papel de invitado ó paellero.
Primero, Joaquín se llevó las palamas… dicen que la paella que prepara contiene lo mejor, aunque yo creo que se trata del buen momento por el que atraviesa el ex senador, hoy aspirante a la senaduría y también a suceder a Mariano en el cargo, por ahí de 2016.
Enseguida, Anabel Ávalos Zempoalteca, cuyo retorno a la vida política le tomó varios meses, desde aquella difícil salida del gabinete, cuando tuvo que entregar el timón de la Secretaría de Gobierno a Noé Rodríguez Roldán.
El aplausómetro se activó a continuación para el propio Noé Rodríguez, también reaparecido tras la noche de copas aquella en que fue sorprendido por las extensiones de su patrón el gobernador, quien en aquella ocasión lo mandó traer y casi lo abofetea, por andar haciendo grilla sin su consentimiento.
Una dosis de aplausos tocó también a Lorena Cuéllar Cisneros, la obsesiva aspirante a senadora y luego a gobernadora… aquella que ha renunciado al priísmo aplastante para abrir brecha mediante nuevas y mejores formas de ejercer.
Total, todo era buen show, güisquito, vinito y chela, pero no faltó el desangelado que llegó, vio y mejor la emprendió porque como que nadie lo fumó. Sí, le atinó, se trató de Ricardo García Portilla el también obsesivo aspirante a diputado federal, ¿ya sabe no?, para hacerse gobernador en cuanto su amo deje esa chamba… o antes si lo puede lograr.
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