Una pregunta que anda rondando en el ambiente político de la entidad, es cuánto tiempo más pasará para que la verdadera y fundadora militancia de Morena en Tlaxcala empiece a protestar por la llegada al partido de supuestos liderazgos de ex priistas, ex perredistas y ex panistas a los que se les ha abierto las puertas sin ninguna restricción o dificultad, con la promesa de que algunos serán prioridad para las próximas elecciones del 2027.

 

 

En las últimas semanas la dirigencia estatal de Morena encabezada por la ex diputada local, Marcela González Castillo, ha presumido la adhesión al partido que fundó López Obrador puro cascajo político de diferentes institutos que es presentado como una gran maniobra, lo cual es muy cuestionable porque hasta ahora no se habla de una figura de peso o de relevancia en la entidad.

 

En una primera instancia sumó a cuatro diputados locales, después a otros presidentes municipales que obtuvieron el poder con el apoyo de otros partidos políticos para seguir con algunos ex candidatos a ediles y a diputados como el ex prianista Nicolás Gutiérrez de Casa conocido como “Nico” o el ex regidor priista Emilio Sánchez Rivera, por mencionar a algunos.

 

Los fundadores de Morena no están contentos con lo que está haciendo Marcela González, por lo que han empezado una rebelión silenciosa que estaría siendo coordinada por la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, quien está utilizando ese malestar para reforzar su presencia en los municipios tlaxcaltecas y para armar un movimiento que, llegado el momento, rechace la adhesión de oportunistas y arribistas que ven en el partido guinda una plataforma para acceder a un cargo de elección popular.

 

Hay funcionarios estatales, alcaldes, diputados y otros “lorenistas” que ya se han reunido con la senadora y aspirante a la candidatura de Morena al gobierno de la entidad. No las hacen públicas, pero hay acuerdos y lo que es peor la legisladora recibe todo el apoyo y logística para llevar a cabo sus asambleas informativas, lo que evidencia que hay muchos simuladores y que Marcela González “piensa” que controla el partido cuando en los hechos no es así.

 

En Tlaxcala el movimiento para mostrar el rechazo a ciertas afiliaciones está en marcha y pronto podría hacerse presente como ya se hizo en Veracruz y Oaxaca, donde militantes y los actuales gobernadores Rocío Nahle García y Salomón Jara Cruz, respectivamente, no tuvieron temor en protestar por la llegada al partido guinda del ex panista Miguel Ángel Yunes Márquez y del ex priista Alejandro Murat Hinojosa.

 

Los fundadores tlaxcaltecas de Morena que conocen cómo opera la izquierda están llevando a cabo reuniones en la clandestinidad y se están organizando para impedir que los arribistas del PRI, del PAN y del PRD los desplacen otra vez de las candidaturas que estarán en juego en el 2027 y de las posiciones de poder dentro de la administración estatal.

 

No lo cuente en voz alta, pero hoy uno de los principales críticos de la operación política que está realizando Marcela González es el duro secretario de Gobierno, Luis Antonio Ramírez Hernández, ex aliado de la dirigente de Morena y de su esposo el actual presidente municipal de Tlaxcala, Alfonso Sánchez García, pues cada que puede no sólo censura su exceso de poder y protagonismo, sino que deja entrever que se están equivocando en su estrategia por conseguir la candidatura del partido al gobierno del estado.

 

Pero el malestar no crea que es exclusivo del mencionado funcionario estatal, sino de varios integrantes de la Asociación de Autoridades Municipales de Tlaxcala que están siendo obligados a financiar con recursos públicos esa organización que en casi seis meses no ha generado ningún beneficio para los alcaldes en funciones.

 

También hay inconformidad porque los diputados, los presidentes municipales, regidores y los funcionarios que son militantes del partido guinda están siendo presionados para entregar voluntariamente a fuerza el 10 por ciento de sus salarios a la dirigencia estatal de Morena, sin que se conozca para qué son esos recursos y en qué se están gastando.

 

El ambiente interno en la militancia no es el mejor y créame cuando le digo que hay malestar y que es sólo cuestión de tiempo para que se haga evidente y público.

 

Morena ya está viviendo su perredización y ahora sólo falta ver qué corriente, grupo o facción logra el control del partido.

 

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