Una institución educativa que ya atrajo la atención de las autoridades federales por algunas anomalías e inconsistencias que se han detectado, es el Colegio de Bachilleres de Tlaxcala que su operación depende en gran medida de los recursos que envía la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
Los meses han pasado al igual que los ciclos escolares, pero a la par de eso se han acumulado una serie de fallas o errores administrativos que alguien deberá aclarar y llegado el momento responder, en caso de que una autoridad fiscalizadora determine que las irregularidades representan un daño patrimonial.
El funcionario que podría ser considerado responsable y que pronto estaría siendo llamado a rendir cuentas es José Alonso Trujillo Domínguez, director general del Cobat, quien es el que controla y decide todo al interior de ese subsistema educativo.
La Junta de Gobierno integrada por varios funcionarios estatales no sirve de nada porque siempre se hace lo que José Alonso Trujillo quiere y ordena.
De entrada, alguien deberá explicar por qué algunos recibos de la nómina corriente o extraordinaria de la Institución no son timbrados como lo requiere el SAT y las razones por las cuales a los días de productividad de fin de año, aplicó la deducción de impuestos, cuando legalmente no debió imponer esa medida fiscal.
Otra inconsistencia que también tendrá que aclarar es el inadecuado proceso de homologación y nivelación que llevó a cabo el año pasado. Está documentado que el director general no respetó los lineamientos de la convocatoria publicada en abril del 2024.
Ese proceso fue tan irregular que en el sistema del Cobat sólo siete trabajadores alcanzaron su homologación, cuando en el Cecyte el número de beneficiados fue de 487 docentes, lo que genera dudas porque se desconoce dónde quedó el recursos que se destinó para ese propósito.
Hoy las mejores prestaciones de trabajo las recibe el personal administrativo y no los docentes de la Institución.
Respecto a los recursos destinados al mantenimiento de los planteles, éste se estaría desviando porque no se hacen mejoras. Las cafeterías que operan en las instalaciones de las escuelas del Cobat están asignadas a los conocidos de Trujillo Domínguez, quien estaría recibiendo al día una cuota de cinco pesos por alumno.
Los procesos para designar a directores y subdirectores de planteles son totalmente discrecionales y con base a los intereses del director general, ya que en ningún momento se atiende o se respetan los lineamientos establecidos para nombrar a ese personal.
Hay despidos injustificados de docentes y de personal como laboratoristas. Las horas clases se asignan discrecionalmente por el personal auxiliar de la Dirección Académica sin que se apliquen criterios legales, de productividad y eficiencia.
Una queja recurrente es que la dirección del Cobat cobra por los exámenes de admisión sin dar la guía impresa a los aspirantes.
Y para cerrar, en una institución como el Cobat que es pública, José Alonso Trujillo obliga a los alumnos y al personal escuchar una oración religiosa, la cual impone porque dice ser pastor de una Iglesia.
La lista de irregularidades es enorme, de ahí que las autoridades federales ya tienen en la mira el Cobat y es cuestión de tiempo para que se presenten y exijan cuentas a la actual administración.
Recientemente la dirigencia del STACOBAT presentó un escrito a la Dirección Administrativa para solicitar que se informe de las razones por las cuales no se ha pagado el retroactivo del estímulo de día del maestro y el retroactivo de los días de productividad, pues para los trabajadores son adeudos que están vigentes y pendientes.
Sin embargo, la respuesta fue contundente, porque palabras más, palabras menos, no sólo le dicen que esos pagos no se realizarán porque no están considerados en la política salarial y porque las autoridades tanto estatales y federales no los autorizan, pues hacerlo sería generar un daño patrimonial al Cobat.
Si en otros años se pagó, entonces por qué no se sancionó y se obligó a reintegrar los recursos y por qué no se aplicó la ley a los funcionarios del Cobat que lo autorizaron.
La inconformidad en el Cobat va en aumento y sólo falta que los trabajadores pierdan el miedo para llevar a otro nivel su molestia.
Al tiempo.
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