Los tlaxcaltecas debemos preocuparnos o no por la instalaciones de narcolaboratorios en la entidad.

 

 

El desmantelamiento de uno de ellos el pasado fin de semana en la comunidad de Atotonilco perteneciente al municipio de Tlaxco por parte de un operativo de fuerzas federales que coordinó Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de México, sin duda es una buena noticia, pero deja muchas interrogantes.

 

De acuerdo con la versión de la gobernadora, Lorena Cuéllar Cisneros, el laboratorio apenas se había instalado y empezaba a operar, de ahí que se detectó a tiempo y se procedió a asegurarlo, pero no se precisó cuánto tiempo los criminales usaron las instalaciones del Rancho de la Curandera y si realmente llegaron o no a producir drogas.

 

Seguramente no es el único laboratorio que se ha instalado y que operaba en Tlaxcala. El año pasado la Fiscalía General de la República confirmó que ya había detectado y asegurado otros espacios utilizados para elaborar drogas, lo que dio claros indicios de la presencia del crimen organizado en la entidad.

 

Francisco Sánchez González, Vicealmirante de la Secretaría de la Marina (Semar) y secretario de Seguridad Pública del estado de Puebla, reveló que existe la presunción de que en la vecina entidad existen más laboratorios luego del operativo que llevó a cabo el gobierno federal y que permitió desmantelar dos centros de fabricación de estupefacientes y la detención de una célula conformada por 14 personas ligadas al Cártel de Pacífico o Sinaloa.

 

No se tiene claro si los estupefacientes que se están elaborando en Tlaxcala eran enviados para su venta en otras entidades o países o sí una parte de esa producción se distribuía en el mercado local para atender la demanda.

 

El consumo de drogas entre los jóvenes tlaxcaltecas es una realidad y el número de adolescentes que caen en las adicciones va en aumento. Es rara la escuela de bachillerato o de educación superior donde no se venda algún tipo de estupefaciente, pues los criminales también recurren a tiendas o antros que están ubicados cerca de las instalaciones educativas.

 

Entre Apizaco y Tzompantepec se localiza el fraccionamiento “Los Girasoles” (frente al Instituto Tecnológico de Apizaco) donde es común encontrar tiradores de droga. En Terrenate, uno de los municipios más alejados del estado, se habla que existe una “señora” que se encargaría de distribuir fuertes cantidades de cristal, principalmente en la colonia Chipilo.

 

En los bares, antros y table dance que operan en la mayoría de los 60 municipios tlaxcaltecas es común la venta y consumo de drogas.

 

Lo raro es que la operación para detectar y desmantelar los narcolaboratorios siempre ha recaído en las fuerzas federales que pareciera excluyen, por alguna razón, a las autoridades estatales y municipales.

 

Dudo que alguien ignore que en Tlaxcala hay una creciente producción de golosinas, frituras, pastelillos, cremas de cacao y avellana, así como cervezas y vapeadores aderezados con cocaína, marihuana, cristal y ketamina dirigidas a estudiantes de secundaria, bachillerato y de educación superior.

 

Valdría la pena ver por qué las policías municipales y estatales no están teniendo una participación directa en esos operativos o por qué han sido incapaces de frenar la venta de drogas.

 

Las labores de inteligencia del gobierno federal que encabeza la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, están dando resultados y las actividades criminales en todo el país se están combatiendo, sin embargo en algunos estados se está comprobando que los alcaldes, directores de seguridad y policías estatales y municipales están involucrados, razón por la cual han sido detenido y encarcelados.

 

En Tlaxcala hay varias investigaciones abiertas y en proceso. Esperemos que éstas lleven a la detención de criminales.

 

Ojalá en ese proceso no se descubra que hay autoridades tlaxcaltecas involucradas.

 

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