Tras la política del espadachín de los setentas, Ray, o sea la nula política de medios, los altos mandos decidieron contratar con un tremendo consorcio mexiquense… ese sí nos va a enseñar cómo se hace periodismo para el amo… de paso, Tlaxcala se pone la del Puebla para la causa de quiquepeña.
Imaginaba menos malita la bandeja de acciones del senecto espadachín sir Ray. Pero al verlo desconectando el switch del internet inalámbrico y cancelando el envío de comunicados de prensa, como medida de presión para doblegar a los medios, no me queda otra que lamentar el inexorable daño causado por el paso del tiempo.
Todo por servir se acaba. Pero en su tiempo se requirió de bohemios como Tulio o desentendidos como Álvarez Lima, para consecuentar a este extraño híbrido de operación.
Duele ver semejante incapacidad para actualizar su disco duro, aferrándose a los tiempos idos de la impunidad tricolor, cuando ni competencia, ni sueños de democracia pintaban en la agenda ciudadana.
Si acaso uno se solazaba por contar con una mirada de aliento del señor gobernador, ese cuasi dios cuya voluntad no entendía de debate ideológico y mucho menos requería formación doctrinaria, pues lo único que valía era la voluntad del tlatoani.
Los años pasaron. Y en el caso de sir Ray, de qué forma.
Un penetrante tufo a orín, como le pasa a los machos a punto de acabar el trecho, es lo que queda de aquél impune e inmune perverso gracias a cuyas finezas varios cadáveres quedaron sembrados en su haber.
Los mismos que hoy se yerguen para desafiarlo, con la diferencia que antes ponía tierra de por medio, pero hoy, los goznes se han estropeado.
Un gobierno de grandes expectativas pero sin política de medios.
Al grado que en varias ocasiones lo tuvieron que pasar por alto. Y no por malo… sino por pésimo.
Y hoy resulta que ante la inoperancia del espadachín mellado, surge un repentino salvador, prietito pero con boina de baturro y habano en la prominente…
Quién más que Pedrito Pérez Lira, el maravilloso alcalde capitalino para encarnar ese personaje como salido de un cuento de cachirulo, pero con la mira puesta en facilitar los medios para abrir en Tlaxcala un nuevo periódico, porque los actuales nada más no le cuadran, ni al amo, ni al propio baturro de huarache.
Ocurre que el alcalde de las pachangas quedó de verse con un potentado peñista mexiquense, dueño de un canastón de medios, dispuesto a batirse a duelo con los inditos tlaxcaltecas, o sea nosotros, que de respondones y criticones ya les caemos tan gordos que han de hacer otro niño, pues el actual ya no sirve (como dijo el pediatra a la afligida pero atractiva mamá).
Y nuestro valiente sustituto de don Ray, habría de encontrarse con un tal Ramón Pedrosa en el restaurante Suntory localizado en Lomas de Reforma de la Ciudad de México, media hora antes de caer a los pies del potentado Luis Massice Uribe, director del Diario de Toluca, algo así como la catedral del periodismo global para enseñar a los tlaxcalitas la forma como se ha de mover la pluma, o sea como lo hacen en el Estado gobernado por babyface peñita.
A penas se puede creer semejante humillación a medios escritos y electrónicos locales, deformes a los gustos del mandamás, quien habría recibió la sugerencia de su amigo toluqueño para invertir en gentes bien como el descrito Massice.
En este atentado a los medios locales están igual de embarrados Ray el senil y Pedrito el baturro prietito, bajo la batuta del primer espada de Tlaxcala, bajo cuya montera hay un recadito que reza: aquí no hay sitio para los pin… criticones, sino para la adulación sin fin y sin preguntar por qué… ah, y si nos han de cobrar, que sea para fortalecer la estructura promocional de quiquepeña.
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