En el mundo de los abogados se sabe que el principio «Confesión de parte, relevo de pruebas«, una persona señalada culpable de algo, acepta espontánea o de forma provocada, su responsabilidad.
Esa es la joya que el titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSC), Ramón Celaya Gamboa, le regaló a su jefa, pero sobre todo a los tlaxcaltecas, a través de sus palabras que quedaron empeñadas en una entrevista ante todos los medios de comunicación que asistieron al banderazo de la temporada de luciérnagas 2023 en Nanacamilpa, Tlaxcala.
En los próximos días, las declaraciones del guerrerense tendrán que ser confirmadas o desmentidas por el secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, de lo contrario se convertirá también en su cómplice.
Sergio González ofreció, por instrucciones de la gobernadora, una revisión exhaustiva de todo el personal de la SSC, para «verificar el estatus jurídico y administrativo de cada uno de los elementos y que de lo contrario serán relevados del cargo, sea cual sea el nivel que tengan», al menos así lo ofreció el boletín de prensa enviado a toda la opinión pública.
El secretario de Seguridad, cínico y mentiroso, como ya se le conoce, respondió de manera incómoda a la prensa: «todos los mandos de la Secretaría cuentan con exámenes de control de confianza» -¿y los que están detenidos?- Celaya: «todos, todos, todos cuentan con exámenes».
También sostuvo: «todos son inocentes hasta que demuestre lo contrario» y «todos son tlaxcaltecas» evadiendo, como siempre, su responsabilidad de haber sido él mismo quien conformó a su equipo de trabajo, desde su llegada.
Hasta donde se sabe, por ejemplo, el director de Investigación no es tlaxcalteca (como él lo afirmó), pues sus mismas cartas con las que fue presentado y presumido a su llegada constata que el mismo Celaya Gamboa fue quien se lo vendió a la su patrona, como el resto de su equipo, como persona honestas y profesionales.
De hecho el mismo Secretario en sus primeras reuniones de mandos sostuvo que «los tlaxcaltecas no sabían nada de investigación y de inteligencia» y que el tal Cigala tenía toda su confianza, quizá por haber pertenecido a la extinta Policía Federal al mando del ex secretario Genaro García Luna y de ser también gente muy cercana a la esposa del mismo Gamboa, vinculada con el ex secretario preso en Estados Unidos.
El otro delincuente detenido (también inocente, según Celaya) fue el ex comandante de Caminos. Tlaxcalteca (según el ex vicefiscal de Guerrero), lo cierto es que también fue importado de la Ciudad de México, como si nuestros policías tlaxcaltecas no fueran dignos de ocupar esos cargos.
En esa misma situación se encuentran varios mandos foráneos del mitómano Ramón Celaya y del prófugo Valenzuela, quienes han visto a Tlaxcala como una plaza muy atractiva para montar una red delictiva, desde el interior de la pestilente Secretaría de Seguridad Ciudadana, botín del ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya, padrino del secretario, como se hace nombrar por este, en las reuniones de promoción política del todavía secretario de Infraestructura y donde el mismo se hace cargo de toda su seguridad.
Quizá la gobernadora ya olvidó los tiempos donde otro ahijado de Sánchez Anaya, de apellido Bayardo, entonces Subprocurador del Estado, le hizo ver su suerte contaminando la investigación e intentando culpar a varios amigos y cuñados (por instrucciones de su jefe), tras la lamentable muerte de su madre.
Pero regresando a la entrevista. A decir del secretario Celaya, todos los detenidos, recomendados suyos o no, «cumplieron con todos los procedimiento conforme a la Ley y todos se encontraban certificados», es decir, aprobados. «Yo no tengo acceso a resultados», «todos son inocentes», «solo son 5 detenidos», «nosotros seguimos trabajando por el bien de los tlaxcaltecas», etc.
Así como los peces mueren por su propia boca cuando muerden el anzuelo, este pez gordo ya mordió el suyo.
Ojalá la mandataria sea quien desenmascare a su propio secretario de Seguridad Ciudadana de lo contrario la sociedad tlaxcalteca será quien se lo reclame, tal como se proclamó al jurar el cargo.
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