Siguen pasando los días, las semanas y los meses y los funcionarios lorenistas se resisten a dejar su zona de confort.

 

 

Si se trata de lucir, distorsionar la realidad o de manipular cifras oficiales para destacar que Tlaxcala ha avanzado, los colaboradores de la mandataria tlaxcalteca, Lorena Cuéllar Cisneros, están en primera fila o recurren al vulgar robo de proyectos y de trabajo para destacar que trabajan.

 

Pero cuando se trata de asuntos delicados, hechos desagradables y lamentables o de ineficiencia y posibles actos de corrupción, nadie sale a dar la cara y sólo esperan que su jefa enfrente sola la situación y trate de contener la ola de desaprobación que existe hacia un gobierno que insiste en verse débil, sin liderazgo, sin proyecto, titubeante, indeciso, incapaz y lo que es peor, lejano a los ciudadanos y a las ciudadanas que votaron por un proyecto que sigue siendo es espejismo porque en los hechos ha quedado mucho a deber.

 

Quizás está funcionando la estrategia del gobierno estatal de apostar a que los tlaxcaltecas se acostumbren a la violencia, a la aparición de cadáveres y a los homicidios dolosos, sin embargo siempre habrá voces que alerten y desacrediten el trabajo oficial porque es obvio que hoy se vive una realidad sangrienta que nadie puede ocultar, frenar o contener y muchos menos explicar o tratar de justificar.

 

Ramón Celaya Gamboa, secretario de Seguridad Ciudadana, está convertido en un fantasma porque sólo aparece de vez en cuando. Obviamente aprendió muy rápido y entendió que lo mejor es asumir la actitud de la mayoría de los integrantes del gabinete legal y ampliado, evadir los hechos, quedarse callado y culpar a los medios de comunicación y al área encargado de la imagen y difusión del gobierno de los hechos sangrientos que se informan, como si los reporteros, columnistas, analistas y comentaristas fueran los culpables de lo anterior cuando sólo se encargan de enviar y distribuir el mensaje de lo que está pasando en Tlaxcala.

 

La cantaleta de que en Tlaxcala hay una creciente delincuencia, cadáveres de personas ejecutadas que son abandonadas en la entidad y un imparable número de homicidios dolosos por la cercanía que tenemos con la violenta Puebla y con municipios malandros como San Martín Texmelucan, como lo argumenta el secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, para justificar esos lamentables hechos, resulta tonta, ingenua, evasiva, infantil y hasta ridícula porque sencillamente nadie se cree esa triste historia.

 

Alguien debería decirle a ese cansado funcionario que no podemos cambiar de vecinos ni la realidad y muchos menos reubicar a Tlaxcala junto a los estados más seguros del país para entonces si decir que somos unos chingones y que ya vivimos en paz porque tenemos como colindantes a entidades donde el número de malandros es muy reducido.

 

Abril fue un mes más que violento y mayo pinta igual. En 18 días ya sumamos 13 personas muertas y es la hora que nadie en el gobierno lorenista sale a dar la cara para explicar qué está pasando, qué avances tienen las investigaciones para dar con los responsables y sobre todo, qué acciones se están llevando a cabo para evitar que esos sucesos se sigan presentando.

 

Si el anterior tema es olímpicamente ignorado con la clásica política del avestruz, usted cree que otros asuntos como el acoso de alumnas del Cobat, el atraso en la ejecución de obras, la muerte de animales en el zoológico por descuido y por no recibir una adecuada alimentación y los cambios de funcionarios serán tratados y explicados por las autoridades estatales.

 

Desde hace semanas los padres de familia y las estudiantes del plantel 01 del Cobat han intentado hablar con el personal directivo de la institución que encabeza Darwin Pérez y Pérez para exponerle la situación y las pruebas del presunto acoso que ejerce el prefecto Raúl Hernández, sin embargo es el día que nadie los atiende y menos les da la cara para solucionar esa problemática.

 

Las omisas autoridades educativas del Cobat dicen que no hay una queja formal y por escrito. Aseguran que han acudido al plantel y que nadie habla o denuncia los hechos, lo cual es falso y ridículo porque más de una decena de padres de familia han intentado abordar el asunto con Darwin Pérez que tiene ya un doctorado en aplicar la política del avestruz.

 

Se dice que el prefecto Raúl Hernández ya dejó de ir al plantel 01, pero es evidente que nadie quiere investigar las denuncias de acoso y sus excesos, como si la intención fuera protegerlo y evitar su despido.

 

Algo similar sucede en el Zoológico del Altiplano donde prevalece el desorden y un marcado descuido hacia los animales.

 

Sobre los relevos de funcionarios estatales nadie se explica por qué el sigilo y el silencio.

 

En fin, esperemos que alguien dé la cara y explique lo que está pasando.

 

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