Al parecer a las bandas criminales que venían operando en Tlaxcala les generó muy poco o nada de temor la designación de Ramón Celaya Gamboa como nuevo titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, pues en los últimos días han dado muestras de que se sienten cómodas de esconderse o llegar a la entidad para esconderse o traer a sus víctimas.
La semana pasada se supo que la Procuraduría General de Justicia en el Estado llevó a cabo la detención de tres personas del sexo masculino por el delito de secuestro agravado, mismas que ya están vinculadas a proceso.
Trascendió que esos maleantes cometían sus fechorías en el municipio poblano de San Martín Texmelucan y se escondían en Tlaxcala.
Anoche, se confirmó que tres menores de edad originarios del estado de Veracruz fueron localizados sanos y salvos en territorio tlaxcalteca después de ser secuestrados en aquella entidad.
Los pequeños de 10, 4 y año y medio, quedaron a resguardo del DIF, que será la dependencia encargada en buscar a sus familiares para poder entregarlos.
La ubicación de estos pequeños ocurrió en la comunidad de San Bartolomé Matlalohcan, perteneciente al municipio de Tetla de la Solidaridad, Tlaxcala, a un costado de la carretera federal Apizaco-Tlaxco.
De acuerdo con la información disponible, se sabe por datos generados en Veracruz, que en días pasados un grupo criminal arribó al domicilio de las víctimas y ejecutó a un hombre identificado como Wenceslao N., quien fuera progenitor de uno de los tres menores de edad. Luego de esto el comando armado sustrajo a los menores, mismos que después fueron abandonados sin que les hicieran daño.
Algo ven o detectan los criminales en Tlaxcala que lo mismo vienen a dejar cadáveres que para esconderse o dejar abandonadas a víctimas de delitos.
La mano de Ramón Celaya aún no se ve ni se siente. Exigirle resultados en tres días resulta una tontería, pero también es cierto que el nuevo titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana ofreció cambios en los mandos y una limpia de malos elementos que hasta ahora no se ha hecho efectiva.
Hay indicios de que la Policía Estatal estaría contaminada y manipulada por un grupo criminal que no quiere perder el terreno ganado en los últimos meses, razón por la cual seguramente obstaculizará los cambios o tratará de impedir la rotación de elementos.
La llegada del nuevo secretario de Seguridad no está resultando del todo positiva. Ayer el evasivo secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, reapareció para amagar a los presidentes municipales para que asuman su responsabilidad en los intentos de linchamiento (para el funcionario sólo se trata de retenciones) que se han registrado y exigirles que intervengan para rescatar a las personas que son cautivas por habitantes al detectar presuntas conductas sospechosas en ellas.
Después de dos linchamientos y casi 17 meses en el poder, el ex panista pedirá a los alcaldes y alcaldesas tlaxcaltecas y a sus respectivas corporaciones policiacas acatar y poner en marcha el protocolo para evitar el ajusticiamiento de personas o presuntos ladrones, como si su intención fuera justificar desde ahora la tardía intervención que en ocasiones llegan a tener los uniformados estatales.
A leguas se ve que Sergio González quiere desentenderse del problema de los presuntos linchamientos y para eso desde ahora pretender cargar la mayor parte de la responsabilidad a los alcaldes y a la policía municipal, lo cual es común en ese ineficiente funcionario que al no poder solucionar nada opta por aventar los problemas y conflictos a otro servidor público o instancia para que ahí les den la atención debida.
Gran decepción
Pasan los días y la esposa abandonada y golpeada del cobarde secretario de Medio Ambiente de Tlaxcala, Luis Antonio Ramírez Hernández, no puede ser atendida ni recibir justicia para que el desobligado padre pague la pensión alimenticia de su menor hijo.
El gobierno estatal, el Poder Judicial y hasta lamentablemente la Comisión Estatal de Derechos Humanos se volcaron para proteger y defender a un golpeador de mujeres y un irresponsable sujeto que lejos de reconocer su culpa se justifica diciendo que es víctima de una campaña para desacreditarlo.
Las denuncias penales en su contra existen en Morelos y no son inventos. Las acusaciones de su cónyuge Tania Vianey Rodríguez González son reales y no se trata de inventos.
Ayer por fin el Poder Judicial decidió dar trámite para hacer efectivo el descuento al salario del pésimo funcionario tlaxcalteca a fin de cubrir la pensión alimenticia, por lo que ahora habrá que ver que la Oficialía Mayor de Gobierno cumple con esa instrucción y se comprueba que la esposa empezará a recibir los recursos que le fueron asignados para la manutención de su bebé.
Y aunque parezca incomprensible, trascendió que el secretario Ejecutivo de la CEDH de Tlaxcala, Jaime Martínez Sánchez, solicitó a Tania Vianey Rodríguez retirar su queja porque estaba afectando la imagen del abusador de mujeres, es decir, el servidor de ese “organismo autónomo” optó por ponerse del lado del morelense golpeador y no de la víctima, lo cual resulta grave y preocupante.
Desconozco si la presidenta de la CEDH, Jakqueline Ordoñez Brasdefer, dio esa instrucción o respaldó a Jaime Martínez para hacer esa tonta petición, pero si no hace nada para corregir a su subordinado quedará evidenciado que la Comisión dejó de servir a la sociedad y a las víctimas de abusos.
Resulta que es tanto el poder e influencia que tiene el nefasto Luis Antonio Ramírez que hoy se podría dar el lujo de poner a un morelense en la Dirección Jurídica del Congreso del Estado, un tal Gonzalo Guízar Vázquez, luego que la actual encargada del área será removida porque su belleza incómoda y opaca a una que otra legisladora que no entienden porque después de tanta cirugías no se ve como la recomendada del PT.
El silencio sobre el caso de funcionario abusador y desobligado por parte del gobierno estatal, diputados, diputadas, críticos y de colectivos feministas es notable.
Resulta increíble ver cómo un pésimo funcionario es super protegido, incluso más que la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros que le pegan por cualquier tontería.
En fin.
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