La protección de gobiernos priistas que recibió durante años y que permitió a Edgar Tlapale Ramírez apoderarse y controlar el Sindicato 7 de Mayo llegó a su fin, pues en las próximas semanas los miembros de ese gremio deberán elegir una nueva dirigencia, proceso que no será sencillo porque los grupos que se disputan el poder tienen cuentas pendientes y aprovecharán la ocasión para enfrentarse verbal y físicamente.
Ojalá la renovación de la dirigencia de ese sindicato sea aprovechada para que un grupo diferente asuma el control y la representación de los trabajadores, pues hay evidencias de que los últimos secretarios generales que han manejado el gremio han incurrido en corrupción, tráfico de influencias, malversación de fondos y otras irregularidades más.
Edgar Tlapale, quien se venía desempeñando como líder del “7 de Mayo”, hoy enfrenta graves acusaciones, las cuales deberá responder pero ya sin el cobijo y protección del sindicato, ya que las autoridades lo desconocieron como dirigente, de ahí que si pretende seguir controlando a un número importante de burócratas estatales y municipales deberá aplicarse a fondo y enfrentarse a la actual gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, lo que implica un alto riesgo porque si es derrotado seguramente será investigado por todo y no le perdonarán nada.
Los principales adversarios de Edgar Tlapale es el matrimonio conformado por Pedro Erazo Rivera y Guadalupe Rodríguez Guzmán, quienes por años controlaron ese sindicato aprovechando también las bondades que implica manejar a ese poderoso gremio.
Esa pareja fue traicionada por Tlapale Ramírez con el apoyo y aval del ex gobernador Mariano González Zarur, pues con ese movimiento el mandatario priista pudo remover a los lorenistas que conducían ese gremio, mismos que no dejaban de mostrar simpatías por el proyecto que venía trabajando Cuéllar Cisneros para hacerse de la gubernatura de Tlaxcala.
Hasta ahora lo único que se aprecia y observa es una vulgar disputa por poder y el control del Sindicato “7 de Mayo”, porque si bien se habla de los actos de corrupción en los que habría incurrido Edgar Tlapale durante todo el tiempo en que se desempeñó como secretario general, lo cierto es que esas conductas tampoco son ajenas al matrimonio Erazo-Rodríguez que por años dirigió ese gremio.
Lo curioso es que nadie habla de renovar y transformar a un sindicato que por años se ha movido por la corrupción. Tampoco se pone sobre la mesa la necesidad de revisar “los logros” alcanzados en los contratos colectivos de trabajo y que tienen al punto de la quiebra a varios ayuntamientos que carecen de la capacidad económica para cumplir las demandas de los trabajadores.
Si no me cree pregúntele a los presidentes municipales de Tlaxcala, Chiautempan, Huamantla y otros más que destinan fuertes cantidades económicas al personal sindicalizado, situación que limita la posibilidad de hacer más obra pública o canalizar fondos para mejorar la prestación de los servicios públicos en esos ayuntamientos.
Salvo que ocurra algo extraordinario en los siguientes días, lo más seguro es que los lorenistas volverán a asumir el control absoluto de Sindicato “7 de Mayo”, proceso que ojalá se lleve a cabo en orden y sin enfrentamiento o paros que afecten el desarrollo de las dependencias estatales o de algunos ayuntamientos.
Pronto veremos qué tanta pelea está dispuesto a dar Edgar Tlapale para tratar de mantener el control de ese gremio y cuál será el apoyo y respaldo que recibirá de sus aliados priistas para evitar que ese sindicato vuelva a estar a disposición de Lorena Cuéllar.
Los tambores de guerra ya se escuchan en el Sindicato “7 de Mayo” y lo que esperamos es que la renovación de su dirigencia no se convierta en un conflicto y en una nueva crisis para la actual administración estatal.
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