La realidad por fin alcanzó al despistado presidente municipal de Tlaxcala, el panista disfrazado de morenista, Jorge Corichi Fragoso, quien después de presumir en los últimos meses que se encuentra catalogado, según él y sus encuestas a modo, como uno de los mejores alcaldes del país, reconoció que su administración ha fallado ante creciente inseguridad que prevalece en la capital del estado.
Por primera vez en su magra gobierno municipal, el castrado edil aceptó que su gobierno ha sido incapaz de brindar seguridad a los capitalinos, por lo que ocho meses después de haber asumió el poder decidió hacer nuevos nombramientos en la Dirección de Seguridad Ciudadana y Movilidad, donde para mala suerte de los ciudadanos se mantendrá como jefe el rebasado y acomplejado Francisco Javier Carreto Gámez, quien nunca recibió el respaldo y confianza de las autoridades estatales para encargarse de la policía de Tlaxcala.
Como buen simulador y vendedor de espejos, Jorge Corichi piensa que la seguridad va a mejorar sólo porque ahora contrató a dos ex militares y un ex policía federal que asumirán el control administrativo, de vialidad y de la seguridad.
Se trata de Eduardo Manzano Ramírez, jefe Administrativo, Juan Carlos Miranda Hernández, supervisor de Vialidad e Israel García Jasso, supervisor de Seguridad, de quienes se sabe muy poco de su trayectoria y capacidad.
Si el actual encargado de la Dirección de Seguridad Ciudadana y Movilidad, Francisco Javier Carreto, fracasó y no pudo con el paquete, entonces para qué mantenerlo en el cargo cuando es obvio que a ese pequeño policía le quedó muy grande el puesto, al grado que permitió que los delitos aumentaran y creciera la percepción de que la capital es una ciudad insegura.
Jorge Corichi entra al noveno mes de su administración sin ningún resultado visible o alguna acción destacada. La ciudad luce abandonada, sucia, insegura y con servicios públicos deficientes que han generado molestia y decepción entre los habitantes.
El incremento gradual de policías municipales hasta ahora no ha implicado ningún beneficio para los capitalinos, pues los nuevos elementos que llegaron prácticamente se han utilizado para resguardar los alrededores de la presidencia municipal de Tlaxcala a fin de que puedan acudir inmediatamente a ese inmueble en caso de que algún grupo de vecinos decida manifestarse para protestar por el pésimo gobierno del alcalde morenista.
En unos días más se incorporarán más policías a esa corporación y se pondrán en marcha nuevas patrullas, con lo cual se cree que mejorará la seguridad en la capital del estado, sin embargo eso no sucederá en el corto plazo y menos cuando se carece de una estrategia y la voluntad de establecer una coordinación con la policía estatal.
Ayer el torpe alcalde capitalino recurrió nuevamente a sus actitudes de bravucón que no asustan a nadie y al final sólo provocan risa, ya que aseguró que ahora sí “no le temblará la mano” para tomar las decisiones necesarias que frenen la operación de la delincuencia en la ciudad.
Los datos e indicadores demuestran que la inseguridad en la capital del estado ha aumentado y que hasta ahora se han tirado a la basura ocho meses por parte del iluso Jorge Corichi.
Los raterichis han ganado terreno en la ciudad y eso nadie lo puede negar.
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