Si antes nada pidió para sí, hoy su objetivo es la delegación de Sedesol; para llegar a ella, derriba cabezas y amenaza con no dejar piedra sobre piedra en el maltrecho panismo, venido a cero tras el estrepitoso fracaso del cuatro de julio.
En la etapa electoral que transcurrió la candidata de aiga sido, dice haber tenido un comportamiento mesurado hacia sus patrocinadores, “nada les pedía”. Casi cuatro meses después y, con los malos resultados de los comicios, su situación cambió.
Ahora sí pide.
Y nada más hay que ver su codicia por las delegaciones federales. Quien reserva Oportunidades para el señor su cónyuge, ha develado una moral decadente en las cuestiones de la política… un nulo interés por atender a la reacción del colectivo en pleno cambio de percepción, respecto de aquella a quien en su momento dio todo, pese a no haber sido suficiente.
Oportunidades sería el primer peldaño.
La delegación de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) es realmente el objetivo. ¿Será porque es cabeza de sector, y dispone de amplios recursos presupuestales?, ¿Por qué cuenta con obsesión compulsiva los días que al frente de esta vive su otrora amiga y compañera de partido, de cuyo comportamiento antes del cuatro de julio, al menos yo no me atrevería a hablar de un activismo albiazul comprobable.
Dicen que un viaje de esta funcionaria federal con su compañero (ah, pero qué parecido a Joaquín Cosío, “el cochiloco”) a Sudamérica (específicamente a Argentina), habría de coronar el impecable comportamiento hacia la causa orticista, a cuyo tlatoani realmente deben el despertar del susodicho cochiloco y, por añadidura la alianza delegacional entre las representaciones, una en la mira inmediata de la “aiga sido” y la otra, la que atiende al campo… también (¡!).
Así que la cobranza de facturas a causa de aquella jocosa broma respecto a las chanclas usadas en una campaña política, allá por los Cholulas… allá cuando las tres eran inseparables comadres, piensa realizarse con intereses sobre intereses. Con un resentimiento más allá de lo que cualquier humano se puede permitir.
¡Eso es!… rencor, perfidia, venganza, odio, pero mucho odio, lo que mueve a la entraña ¿panista?, de quien en forma deliberada ignora, “la objetividad” de aquellos inmersos en las propuesta de, “Una Patria ordenada y Generosa”.
En este momento y con la hiel acumulada, no ha lugar para semejantes propósitos, más románticos que posibles, más teóricos que provechosos y, enmarcados en una moralidad que al ente herido de la ruptura de barreras, sencillamente se le olvidó.
Las individualidades dotan de vigor al partido azulino en Tlaxcala. Más allá; esas, posibilitan a los grupos. Y si jalan parejo, me quito el sombrero en señal de respeto a su organización.
En el caso contrario, me quito, pero del camino por donde habrán de volar dientes rotos enmarcando a la sangrienta y rijosa reacción de quien debilitada por sus demonios internos, llamó a más de un grupo a considerar el inminente riesgo de contribuir al matriarcado que (para fortuna de todos) no se dio el pasado cuatro de julio.
Un constante llamado al renuevo generacional, sólo como hecho, sin advertir la nula casta en tanto caldo de cultivo para el rencor y la venganza, no germinó en la voluntad de los votantes.
A veces, estos me desconciertan.
Son capaces de sumarse a causas difíciles. Pero solo en la medida de la retribución.
Y eso genera un marco de miseria que nos ha tomado de los hombros y nos ha negado cualquier posibilidad democrática.
Pese a la fortaleza de las instituciones encargadas de organizar y dar seguridad a los procesos electorales, recurrimos al miserable intercambio de dádivas por sufragios.
Reitero, eso nos hace cómplices de la atroz maniobra de gastar millones para instalar casillas, cuando la voluntad popular realmente se da en una mesa con cuatro sillas, a los sumo.
Este entorno de odio, peligroso para todos (opositores, periodistas y ciudadanos que se expresan con libertad) están ahora a merced de la venganza jurada por aquella dispuesta a romper las barreras de la libertad, como le ha dado en ver al pensamiento distinto a su rudimentarismo.
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