El tiempo está resultando el mejor aliado de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros para ir controlando y moviendo todos los hilos del poder en Tlaxcala.

 

 

Pronto quedará evidenciado que ya ejerce influencia sobre la mayoría de los diputados que integran el Congreso del Estado cuando voten el presupuesto de egresos del 2022 y no avalen el llamado “fondo moches”, sin embargo tampoco se podrá ocultar y negar que en el Poder Legislativo seguirá vigente la única oposición que ha encontrado el lorenismo, la cual estaría representada por un diputado del PRD (Juan Manuel Cambrón Soria), otro del PT (Miguel Ángel Covarrubias Cervantes) y una más del PRI (Blanca Águila Lima) que seguramente mantendrán la actitud crítica hacia la mandataria y su administración.

 

La oposición se encuentra desdibujada y muy disminuida. El PRD encabezado por Julio César Pérez González es el único partido que mantiene una actitud crítica y de confrontación con el gobierno de Lorena Cuéllar, porque el PRI fue entregado a la gobernadora cuando su ex dirigente estatal, Noé Rodríguez Roldán, decidió renunciar al ex partidazo para sumarse a las filas morenistas.

 

El PAN es una caricatura de partido y la renovación de su dirigencia fue el pretexto de los grupos internos de esa fuerza política para sacar sus frustraciones y disputarse desde ahora los próximos cargos de representación plurinominal de los comicios del 2024, ya que en sus actuales circunstancias y condiciones difícilmente podrá aspirar a ganar más posiciones de las que tiene hoy en día y que son tres ayuntamientos (Apizaco, Apetatitlán y Cuaxomulco) y una diputación local de representación proporcional que desempeña José Gilberto Temoltzin Martínez.

 

La bisoña Miriam Martínez Sánchez, la nueva líder estatal del PAN, realmente será la cara bonita del partido, porque el cerebro y la operación la llevarán a cabo su esposo, el alcalde de Apetatitlán Ángelo Gutiérrez Hernández y el ex presidente municipal de Apizaco, Julio César Hernández Mejía.

 

Ese par de panistas decidió romper con su creadora la ex poderosa Adriana Dávila Fernández para tomar el control del PAN en Tlaxcala y marcar una nueva ruta que, por lo que se observa, está lejos de convertirse en una real oposición, sobre todo cuando ese partido en los últimos años ha perdido identidad, fuerza y lo que es peor el sentido crítico y combativo que le caracterizaba.

 

Como podrá ver, el siguiente año el gobierno de Lorena Cuéllar enfrentará una oposición reducida y resquebrajada que además no tendrá “punch” porque que se puede esperar de la inexperta Miriam Martínez o de los sumisos y siempre mayordomos priistas como Óscar Amador Xochitiotzin o la delegada del Comité Ejecutivo Nacional del ex partidazo en Tlaxcala, Yolanda Eugenia González Hernández.

 

El único contrapeso real que se percibe para el lorenismo es de uno que otro legislador local. Las voces críticas, señalamientos y denuncias que se harán contra la nueva administración saldrán desde el Congreso del Estado, lo cual pronto se verá cuando se someta al análisis y discusión el presupuesto de egresos del siguiente año, el cual tiene algunos puntos que una acotada oposición observa como preocupantes porque asume que el gasto social proyectado para el 2022 tendrá un tufo electorero.

 

Habrá que ver que tan hábiles y preparados llegan los diputados de Morena y sus aliados para defender el primer gasto proyectado por la administración de Lorena Cuéllar. Veremos qué tan válidos y buenos serán sus argumentos para frenar los cuestionamientos y críticas que seguramente hará el PRI, el PT y el PRD.

 

El presupuesto de egresos del 2022 saldrá tal y como lo quiere la gobernadora, lo que evidenciará que el lorenismo volvió a recuperar el control del Congreso del Estado. Sólo es cuestión de tiempo para comprobarlo.

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