Plantas al por mayor, construidas según se ve, con ánimos de justificar presupuestos, más que con la obligada eficiencia a la que deberían obedecer. Si el cinismo media en este proceso, qué nos aguarda en el capítulo de la salud, con los hospitales sin personal, o en el carretero, con los puentes que se hunden.
El capítulo de la ecología se cierne como el gran conflicto entre las administraciones saliente y entrante. Se invirtieron cantidades descomunales, con resultados imperceptibles.
Durante los últimos seis años, las autoridades no fueron capaces de censar a los entes contaminantes con el propósito de sancionarlos, y al contrario, en el peor momento, apareció un puñado de patrullitas con un halo de extorsión, generado precisamente por una política de apariencias, encabezada desafortunadamente por un personaje venido de la oposición al gobierno.
Quien conoce el nacimiento del Zahuapan, allá por Acopinalco y lo sigue hasta que deja territorio tlaxcalteca, en el municipio de Zacatelco, atestigua una desafortunada transformación, apenas a unos metros de formado el primer afluente.
Hay una necesidad patrimonial sobre el río. Desde amas de casa, hasta campesinos, consideran de su propiedad a este recurso, pero en muchos casos optan por maltratarlo.
Lo cierto es que pese a ser mayoría, la contaminación del río ocasionada por la gente es mínima por cuanto a daños, si la comparamos con la impunidad operante en reconocidos consorcios a los cuales se les permite existir en suelo tlaxcalteca, como no ocurriría en otras latitudes. Sencillamente los han echado por ensuciar al medio ambiente. Pero aquí encontraron la complicidad oficial necesaria para subsistir.
La próxima administración deberá tomar en serio el saneamiento del Zahuapan, no solo como un hecho impactante, sino como la demostración de que somos capaces de recuperar un recurso tan necesario como lo es el hídrico.
Si el reconocimiento de pendientes, en términos de cinismo, marcará la constante en el ejercicio transitorio, nos esperan malos momentos, porque no sólo enfrentamos el daño al medio ambiente, sino, aguardamos el intercambio de insultos, tan inútiles como molestos, entre dos que debieran ver por el bien y no por el mal de Tlaxcala.
Qué bonita familia
La designación de los dos nuevos jueces de lo Familiar podría convertirse en un dolor de cabeza para el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Estado (TSJE), Justino Hernández Hernández y el magistrado Ramón Rafael Rodríguez, si se documenta que en tal proceso dominaron más los criterios familiares y sentimentales.
Los nuevos jueces de los Familiar que fueron designados son José Augusto López Hernández, quien se desempeñaba como diligenciario en un juzgado de Huamanta y con apenas 30 años de edad y sin carrera civil en el Poder Judicial. La otra beneficiada fue Guadalupe Castillo, quien se dice tiene dos hijos con un importante miembro del TSJE.
Durante la sesión de ayer, se percibió la molestia de algunos integrantes del TSJE por tales designaciones, al grado que el magistrado Pedro Molina cuestionó los nombramientos. La coincidencia de ayer fue que hay lazos familiares que ponen en duda la certeza, transparencia y legalidad del procedimiento.
Los nombramientos generaron tanta molestia entre los más de 20 participantes en el concurso convocado para cubrir las dos plazas de jueces, que más de cinco litigantes acordaron impugnar el proceso y demostrar que la designación tiene vicios de origen.
Además, solicitarán que se abran los expedientes y se hagan públicos los resultados y evaluaciones que se hicieron a los participantes, también pedirán que se dé a conocer la currícula de los nuevos jueces para saber si cuentan con la experiencia y el perfil para desempeñar los cargos.
A este problema, el presiente del TSJE, Justino Hernández, tendrá que sumar la reprobación de la cuenta pública del Poder Judicial.
Por lo que se ve, algo huele mal, pero muy mal en el Tribunal Superior de Justicia del Estado.
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