Dos reuniones nos permiten atar los cabos necesarios para comprender la relación entre el divo y Beatriz, accidentada y hasta rasposa por momentos. El, aguarda los nuevos estilos de relacionarse con el legislativo. Ella, llama a los diputados a reconocerlo, pero sin olvidar que la instrucción se da en Insurgentes.
En una reunión reciente, entre la lideresa nacional del PRI, Beatriz Paredes Rangel, y la mayor parte de los diputados tricolores (hace dos semanas en el CEN de Insurgentes), afloró que será a través de ella la forma como se acopien los temas de la agenda más importante de la nueva legislatura local.
Dos nombres dos, de diputados de todas sus confianzas surgieron como consecuencia de lo anterior: Héctor Martínez y Lorena Cuéllar.
Ambos en la mira de la doña para construir lo que será el sistema de peso y contrapeso interno, pero con elevado fuero en la coexistencia de Ejecutivo y Legislativo, a partir de enero entrante.
En el aquelarre permeó la idea de la no sumisión entre poderes, otrora mecanismo infalible del partidazo. Así, se dará reconocimiento al liderazgo del zarurismo, siempre y cuando se acate la indicación original.
Y esa se toma en Insurgentes.
Por cierto, Martínez y Cisneros, se enfilan a liderar el grupo parlamentario tricolor de la sesenta legislatura local (el primero), mientras la ex alcaldesa tiene la mira muy puesta en la planta superior de Lira y Ortega 8, en el centro histórico de Tlaxcala.
Los dos tienen el reconocimiento de Paredes al activismo a toda prueba desplegado a favor del divo en aquella creciente campaña cuya culminación se dio con el triunfo, el cuatro de julio anterior.
Otra reunión anterior, fue motivo primordial de esta pulcritud beatricista, priorizando acciones estratégicas de afianzamiento al poder, pero sin perder la parte correspondiente en esta suma de grupos y fuerzas, triunfantes aquél domingo de julio.
Aquella se dio ni más ni menos que con Enrique Peña Nieto, quien muy de bucle y loción carita, llamó con formas no ortodoxas a la Paredes, a ejercer acciones de lealtad priísta, sin más alternativa que cumplirlas en cada uno de sus puntos.
Betty, sería la exposición del novio de Angélica Rivera, “que no cunda la creencia incómoda esa, de la traición tlaxcalteca en medio de los grandes acuerdos que nos han de llevar a la cima en 2012”…
Tras el madrazo –que originó una de las habituales muecas de la dueña de una de las dentaduras más caras del PRI- sobrevino la invitación a dar todo el apoyo a quien hoy se frota las manos para escribir de Tlaxcala otra historia.
De esa manera, añadiría el guapito mandatario, “nosotros también apoyaremos, con el único propósito de triunfar en la entidad, tu tierra”.
Dos razones llevaba Beatriz entre ceja y ceja tras el encuentro este que le platico.
Entonces se dio lo que todos vimos. Una operación tan efectiva como interminable, cuyo fin se acompañó de la frase: “misión cumplida”. Y claro, se acompañó de otra, más o menos, “pero ha de venir el tiempo en que les cobre la factura…”
Atemos cabos.
Beatriz busca, como agujas en el pajar, a los personajes para cimentar su eventual candidatura, pese a los Beltrones, Gamboas, González y niños bonitos Peñanieto.
Aquí en Tlaxcala ya tenemos dos nombres. Héctor Martínez y Lorena Cuéllar. Qué harán, ya lo especulamos párrafos arriba. Cómo lo harán, habrá que verlo.
Es admirable esa filigrana. Beatriz teje, a veces con cierta resignación, pero no abandona –muy en contra de su reciente visita al hospital debido a su hipertensión por el sobrepeso- el objetivo.
En un descuido, por tanta melcocha del grupo priísta adversario, les gana la partida y se adjudica la candidatura más importante.
Si así ocurre, aquí estaremos para narrarlo.
Ya entiendo los porqués de la nula comunicación, por ahora, entre el gobernador electo y la lideresa. Cuánto de fondo hay, y cuánto para analizar, verdad?
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