A la empresa que las opera le tocó bailar con la más fea del sexenio. Ha de sancionar automovilistas morosos, pero en una etapa más que delicada y tensa, ni más ni menos que, en los meses de transición.

Para las autoridades es demasiado tentador el negocio de la extorsión, justificada con los plazos vencidos de la verificación vehicular.

Es, en realidad un impuesto que se inventó en la Ciudad de México, cuando los niveles de contaminación saturaron al medio ambiente. Entonces, el gobierno fue intolerante con los vehículos a los que le urgía cambiar bujías, filtros de combustible y demás refacciones, dentro de lo que se conoce como afinación.

Resultó ser el gran negocio. Se aderezó con el “hoy no circula”, y los agentes viales también tuvieron una razón más para ganar mucho, mucho dinero.

Con el tiempo, el negocio se amplió. Había que hacerlo complejo, intimidante y efectivo.

Así, en entidades como Puebla, surgieron las impopulares patrullitas.

Y quizás el rechazo a su operación, con una especie de llamado a la rebelión, se funda en los odios acumulados por años.

1.- Vivimos un inédito lapso con dos gobernadores: el que a diario tapa hoyos para impedir que la barca se hunda y, el que se dedica a cañonear el casco de dicha nave. Ello tiene un impacto terrible en los simpatizantes de ambos bandos. Y también en aquellos que no simpatizan con ninguno.

2.- Seis años en el poder son demasiados. Beatriz Paredes no concluyó su sexenio, por la petición de su sucesor a alejarla del estado en lo que este se encanchaba; tal vez eso la salvó del escarnio del último año. Álvarez Lima habló un doble lenguaje con su sucesor; al principio cumplió con el protocolo salinista, pero llegada la elección optó por colocarse una careta democrática. Sus últimos meses fueron de fuego constante de parte de sus mismos compañeros de partido.

A Sánchez Anaya lo agobió al final de su mandato, el encabezar una casta divina disfrazada de gobierno democrático. Sus mismos seguidores lo crucificaron cuando los pasó por el arco del triunfo, una vez que decidió jugársela con la señora su cónyuge para sucederlo en el poder. Pero perdió la elección contra Ortiz y el cacicazgo académico, capaz de aplastar todo reducto de güerito de rancho, vamos, al grado de exterminar al PRD, varios de cuyos caudillos sucumbieron a las mesadas.

Hoy paga tributo a Mariano González, quien en 2004 juró venganza por la escandalosa derrota sufrida en aquella ocasión. Y la estamos viendo.

3.- Seamos objetivos al abordar el tema de la ecología y la justificación de las patrullitas. Poco se ha hecho por avanzar en los grandes pendientes. El río Zahuapan cambió de nuestro dolor de cabeza, al pretexto para invertir cantidades desquiciadas con nulos resultados.

Jamás se ha realizado un censo de empresas y municipios con descargas. Mucho menos se ha entablado comunicación con los responsables de esos drenajes, porque sencillamente sería tonto desaprovechar la idea colectiva de sobrevivencia si al mundo que habitamos lo podemos descontaminar. He ahí el momento aprovechado por la autoridad para ganar simpatías de quienes respiramos el mismo aire, usamos el mismo desagüe y nos condolemos de aquél río donde alguna vez hubo carpas y ajolotes.

En el colmo de los cinismos, los gobiernos nos llaman co responsables de la catástrofe que vivimos, y nosotros hasta lo aceptamos, cuando hay empresas operando en territorio local (Femsa, Dow) con tal grado de desorden que en cualquier país, incluso en otra entidad federativa, ya las hubiesen expulsado sin mayor discusión.

4.- Ya lo había anticipado el propio gobernador Héctor Ortiz. Muchos de sus simpatizantes, con el tiempo lo traicionarían, para aprovechar la mínima oportunidad de sumarse al nuevo gobierno. Pues aquellos que lo han hecho, son los primeros en llevar a Mariano, sobres con información delicada. Y hasta dicen no hacerlo con ánimos destructivos, sino al contrario, para echar la mano al nuevo mandamás de Tlaxcala (y aprovechar para comunicarle su número de afiliación a las nóminas donde quincenalmente se presenta a cobrar).

Si el esfuerzo por recuperar nuestro medio ambiente fuese serio, le aseguro que la operación de las patrullitas no sería tan rechazado.

Pero, un amargo coctel de afrentas y pendientes sin resolver ensombrece a  la conciencia colectiva. Más todavía en estos tres meses que faltan para que el nuevo jefe del Ejecutivo tome la estafeta.

Vamos, las cosas andan tan tensas entre simpatizantes de uno y otro bandos, que hasta los protagonistas de esta mala película, se andan mostrando los dientes.

Uno califica de cínico al otro y el aludido lo invita a remover las cataratas de sus ojos, debido a lo cual le es difícil ver la transparencia de esta administración (¿?).

Y así quieren que todo sea felicidad.