El tiempo siempre termina por poner las cosas en su lugar. En la actual legislatura que está por concluir su periodo de tres años siempre existió la sospecha de la presencia de una bancada aliada al gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez y al PRI, la cual utilizó a ciertos partidos para disfrazarse y en momentos claves, como el de ayer, dejar en ridículo a la Cuarta Transformación que sencillamente no pudo hacer realidad sus principios de no robar, no mentir y no traicionar.
Fueron trece diputados los que cínicamente incumplieron el compromiso de no cambiar el sentido de los informes del Órgano de Fiscalización Superior (OFS) y optaron por aprobar la cuenta pública del 2020 del ayuntamiento capitalino que presidió la priista Anabell Ávalos Zempoalteca, la ex candidata perdedora a la gubernatura de Tlaxcala.
La priista se mostró más que preocupada por la posible reprobación de sus estados financieros correspondientes al año pasado, situación que contradijo su discurso de haber entregado buenas cuentas y haber ejercido un impecable manejo de los recursos públicos.
Si el OFS incurrió en supuestos errores o incumplió con el marco normativo vigente en la correcta aplicación de fondos del ayuntamiento capitalino, lo ideal hubiera sido que con un recurso legal se hubieran evidenciado esas inconsistencias, porque en nada le ayudó a la ex alcaldesa recurrir al nefasto espectáculo montado ayer para conseguir el aval de los legisladores.
Unas horas antes, los diputados locales aprobaron de un plumazo 35 cuentas públicas y con la misma rapidez, pero bajo la sospecha de haber recibido un estímulo, algunos representantes populares operaron para salvar a determinados ayuntamientos (Tlaxcala, Texoloc, Tlaxco, Zacatelco y otros más) cuyas cuentas públicas están observadas con quebrantos millonarios, lo que confirmaría que en la dictaminación de los estados financieros de los entes fiscalizables prevalece la corrupción, el amiguismo, la complicidad y el cinismo pese a que el Congreso del Estado está en manos de la Cuarta Transformación que impulsa el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
La bancada de closet que tenía el PRI y que ayer quedó evidenciada está conformada por la verde-ecologista Maribel León Cruz, quien logró la reelección gracias a la coalición que su partido estableció con Morena, el PT y Nueva Alianza. También se ubica la petista María Félix Pluma Flores que defendió la cuenta pública de Anabell Ávalos pero no hizo nada para evitar que la cuenta pública de su papá, el trácala alcalde de Tlaltelulco, Rubén Pluma Morales, fuera aprobada.
A ellas habrá que sumar a la presidenta de la Comisión de Finanzas y Fiscalización, Luz Guadalupe Mata Lara, representante de Nueva Alianza, partido que sobrevive gracias a que Morena decidió llevarlo como aliado en los pasados comicios del 6 de junio. María Isabel Casas Meneses, de Movimiento Ciudadano, fue otra que hizo público su corazón priista.
El delicado Miguel Ángel Covarrubias Cervantes, legislador del PT y que también alcanzó la reelección en los pasados comicios, también mostró su respaldo a la priista y a sus amigos como al alcalde de Zacatelco, Tomás Orea Albarrán.
Los morenistas Víctor Manuel Báez López, el desprestigiado José María Méndez Salgado y Rafael Ortega Blancas dejaron la simulación y portaron con orgullo su camiseta priista.
En esa bancada también juegan la disque perredista Linda Azucena Cisneros Cirio, la neo representante de Redes Sociales Progresistas, Patricia Jaramillo García, así como los panistas Leticia Hernández Pérez e Israel Lara García que se dejaron coordinar por la única militante activa del PRI, Zonia Montiel Candaneda.
Aunque hubo ocho diputados locales que votaron en contra del dictamen para avalar la cuenta pública del ayuntamiento capitalino, existe la sospecha de que algunos simularon o les faltó capacidad para evitar que se consumará ese acto que mandó al cagadero la poca credibilidad que tenía la actual legislatura.
Los morenistas que optaron por no quemarse son Ramiro Vivanco Chedraui, Miguel Piedras Díaz, Mayra Vázquez Velázquez, María del Rayo Netzahuatl Ilhuicatzi, María de Lourdes Montiel Cerón, Jesús Rolando Pérez Saavedra, así como los del PEST, Luz Vera Díaz y José Luis Garrido Cruz. Todos se mantuvieron firmes porque andan tras un hueso en la futura administración estatal que encabezará la morenista Lorena Cuéllar Cisneros.
Legislaturas vienen y legislaturas pasan y la fiscalización en Tlaxcala sigue siendo una auténtica vacilada. O no.
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