Lorena Cuéllar Cisneros está decidida a ser la mejor alumna y seguidora del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, por lo que no existe ninguna duda de que copiará su estilo y forma de administrar, sino que tratará de seguir todos sus movimientos para demostrar que no sólo fue la diputada federal mayor votada en los comicios del 2018, sino que fue la “super delegada” más eficiente durante los primeros años de su administración y que ahora será la gobernadora morenista que cumpla sus lineamientos y de la Cuarta Transformación.

 

 

En mis últimas colaboraciones le comentaba a usted que los lorenistas llevarían mano en la integración del gabinete y que la próxima mandataria de Tlaxcala se estaba mimetizando con López Obrador.

 

Es evidente que la gobernadora electa recurrirá a la misma estrategia que utilizó el tabasqueño para dar a conocer a sus colaboradores una vez que ganó la presidencia en los comicios del 2018. Sus nombres se irán sabiendo poco a poco de aquí hasta que asuma el poder el próximo 1 de septiembre.

 

El ex panista Sergio González Hernández fue la primera designación que hizo Lorena Cuéllar, lo cual ocurrió luego de que la futura mandataria estatal inauguró las oficinas de la revista digital de noticias “Código Tlaxcala” que dirige Antonieta Durán, Javier Quiñones y César Durán.

 

El nombramiento de González Hernández ya se esperaba, pues días antes la gobernadora electa lo había designado como el responsable del equipo de transición, de ahí que no hubo sorpresas aunque sí malestar porque es obvio que hay lorenistas que se sienten desplazados y que ven con preocupación que el grupo del ex panista asumirá esa y otras posiciones que implicará su desplazamiento.

 

El primer caído de esa disputa interna es el trácala diputado local electo, Rubén Terán Águila, quien soñaba con convertirse en el número dos de la próxima administración estatal, pero sus constantes errores, su ambición, su deslealtad, su protagonismo y su torpeza política lo llevaron al fracaso y a hacer el ridículo porque está claro que su probable “influencia” se limitará al Congreso del Estado.

 

En los pasados comicios del 6 de junio, Rubén Terán fue el responsable de que se retrasara por algunas horas el reconocimiento del triunfo en las urnas de Lorena Cuéllar, ya que sin cuidar las formas y sin tener la autorización grabó un audio que compartió en diferentes grupos de WhatsApp donde aseguraba que el gobernador Marco Mena había aceptado la derrota del PRI y su candidata y celebraba la victoria de Morena y sus aliados.

 

Hasta ahora no se sabe si la designación de Sergio González fue un hecho planeado o una decisión para quitarle presión a Cuéllar Cisneros por parte de algunos colaboradores que no sólo están ansiosos de saber qué posición tendrán, sino que no faltan los que están exigiendo un buen cargo bajo el pueril argumento de que ella ganó la gubernatura de Tlaxcala por él o ellos.

 

El ex panista ya no podrá seguir operando soterradamente y ahora deberá dar la cara para demostrar que tan capaz y eficiente es. Sus aciertos se verán, pero sus errores también, de ahí que iniciará su obligado proceso de desgaste.

 

Aunque ya se desempeñó en esa área en el gobierno del panista Héctor Ortiz Ortiz, ahora las circunstancias y los tiempos son totalmente diferentes.

 

De entrada Sergio González tendrá problemas porque los morenistas no lo perciben como un interlocutor válido y porque varias figuras de la Cuarta Transformación seguramente hablarán con él, pero difícilmente aceptarán establecer acuerdos como podrían ser los senadores Ana Lilia Rivera Rivera y José Antonio Álvarez Lima, así como la futura diputada federal electa, Dulce Silva Hernández, quien seguramente se empezará a mover para conseguir en el 2024 la candidatura de Morena a la Cámara Alta del Congreso de la Unión.

 

Hasta el gobierno del priista Mariano González Zarur la figura del secretario de Gobierno estaba bien valorada, pero en la administración de Marco Mena esa posición ha venido de más a menos porque hoy el encargado de esa área es un caro ornato que sólo simula que trabaja.

 

El primer secretario de Gobierno menista fue el fallecido Florentino Domínguez Ordoñez que tuvo uno que otro destello, luego se hizo de esa posición el ex procurador de Justicia, Tito Cervantes Zepeda, quien fue víctima de las grillas internas para después entregar esa dependencia a la soberbia y déspota Anabel Alvarado Varela que la utilizó para promoverse y convertirse en candidata del PRI al Senado. Finalmente fue designado el “experto” abogado José Aarón Pérez Carro que ha ocupado ese cargo para beneficiar a sus familiares y amigos con puestos dentro de la administración estatal.

 

Sergio González ya recibió el espaldarazo de la gobernadora electa y ahora deberá demostrar de qué está hecho porque las expectativas son altas y los ciudadanos y las ciudadanas exigirán resultados.

 

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