Hoy día primero de mayo no habrá desfile conmemorativo del día del trabajo. Esa medida, además de obedecer a una actitud congruente para evitar concentraciones, ha convenido a las autoridades porque, en el entorno de emergencia pudieron evitarse desgastantes reclamos.
La economía azotada por ese fenómeno internacional de los mercados, a pasos agigantados va empobreciendo obreros, campesinos y empleados. Así que su acostumbrado paso ante las autoridades habría sido demoledor, sobre todo ante la cercanía de las elecciones.
Hay voces que disienten de la mayúscula estrategia adoptada en primera instancia por los gobiernos federal, de la Ciudad de México y paulatinamente por los estados. Desde 2006 se preveía una epidemia de influenza.
Desde ese tiempo se planteó la necesidad de acopiar recursos y fuerzas para enfrentarse a esto que alcanzó el nivel cinco en un máximo de seis y pasó de ser una epidemia a una pandemia.
Pero el reconocer que sólo siete personas han muerto a causa de un virus mutado que parte del H1N1 y no los ciento cincuenta y tantos que originalmente se manejaban, puede que haya inflado la información y nos haya hecho actuar más como paranóicos que como gentes conscientes.
Tomemos en cuenta que existe una pandemia de VIH desde hace varios años y no por eso han desaparecido poblaciones. Que no hace mucho en México hubo un serio brote de cólera, enfermedad de la pobreza, a la que se dio una difusión impresionante.
Y todo esto le pega a nuestra economía. Ni el dueño del negocio, ni el prestador de servicios se levantan con el pie derecho para buscar el sustento. Ello significa que a sus casas faltará el alimento.
Terribles escenas exhiben las diferencias con las que vivimos. Mientras unos se colocan los tapabocas más caros del mercado, con tonos de acuerdo a su color de piel, otros, los menos favorecidos, ni siquiera tienen para comprar uno de estos cuyo costo ya es de dos pesos.
Ahí tiene usted en los centros comerciales a personas temblando de miedo porque temen que el virus ese, mortal y despiadado, los sorprenda como si se tratara de un viento infernal omnipresente pero al mismo tiempo desapercibido.
Esto es paranoia
Las autoridades deben reconocer que desde 2006 debieron estar atentas y preparadas para esta eventualidad. La información debe fluir y las disculpas, mejor cambiarlas por acción.
A la crisis sanitaria sobreviene la falta de dinero. Consecuencia de ambas, será la falta de ánimo para enfrentar a esta difícil situación, así que desde este momento, lo que se necesitan son autoridades que alienten a la gente que ellos mismos se encargaron de apanicar.
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