El haber nacido en Tlaxcala, tener un pasado priista y hoy ubicarse en la izquierda y presumir relaciones con políticos nacionales no necesariamente te hace un tlaxcalteca guerrero, con experiencia y capacidad y sobre todo te da elementos para presentarte con una insultante arrogancia y soberbia que lo único que provoca es risa.
Ante el desgaste que le ha generado rodearse de amigos foráneos a quienes les otorgó los principales cargos para intentar gobernar la ciudad de Tlaxcala, el presidente municipal, Jorge Corichi Fragoso, da tumbos para justificar su incapacidad, para ocultar su falta de palabra y para desviar la atención de los ciudadanos que no se explican como el “intachable” morenista recurrió a puro presunto amigo transa para manejar los recursos públicos del ayuntamiento capitalino.
Como Tesorero nombró a un político de media tabla del Estado de México de nombre Efrén Ordoñez Mendoza, quien estaría involucrado en diversos actos de corrupción al grado que enfrentaría tres denuncias penales en esa entidad del país.
El morenista de apariencia y priista de corazón también sumó a su equipó a otro foráneo que se llama Gabino Uribe García, quien ocupa la Dirección de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Tlaxcala (Capam), siendo que cuando desempeñó un cargo similar en Colima se le relacionó con varios escándalos y presuntos desvíos financieros.
Gabino Uribe se le vincula a un presunto delito, pues al parecer se auto contrató servicios para la Comisión de Agua Potable Drenaje y Alcantarillado Municipal (CAPDAM) de Colima a través de la empresa (TISS) Comercializadora de Software y Servicios de Asesoría S.A. de C.V.
Otro funcionario de Corichi con un pasado ligado a actos de corrupción es José Eusebio Melquiades Aire Nava, quien cobra en el ayuntamiento capitalino como Secretario Técnico, cuando tiene pésimos antecedentes laborales.
Ese personaje priista colaboró en la coordinación administrativa del Instituto de Salud del Estado de México en los tiempos del ex gobernador Eruviel Ávila Villegas. De acuerdo con diversas auditorías y noticias difundidas por diferentes medios de comunicación, José Eusebio Melquiades tuvo responsabilidad en los malos manejos financieros de esa dependencia, mismos que nunca fueron sancionados.
Pero no crea que sólo la “legión extranjera” tiene esos pésimos antecedentes, sino el Contralor del ayuntamiento de Tlaxcala, el tlaxcalteca Olaf Hernández Cuauhtle, quien le juega al “astuto” porque por unas horas le encanta desempeñarse como abogado laboral y por otras al impoluto funcionario, ya que desde hace años mantiene un pleito legal contra el municipio de la capital en busca de que su cliente Elidee Vázquez Figueroa reciba el pago de su laudo que supera los 600 mil pesos.
Sí, resulta que el Contralor, cuando le conviene defiende al ayuntamiento de Jorge Corichi y cuando no trata de ejecutar embargos, como el pasado 23 de septiembre de este año, para que su cliente cobre lo que legalmente le corresponde.
Por esa razón, el descarado alcalde Corichi le arrebató a la síndica municipal, Rosalba Salas Jaramillo, a través de un ilegal acuerdo de Cabildo, las facultades legales para que él en contubernio con Olaf Hernández y otros funcionarios del ayuntamiento de Tlaxcala concreten, sin ninguna negociación, el pago de laudos millonarios porque se presume que llevarán su rebanada.
Lo anterior es lo que el mediocre presidente municipal de Tlaxcala pretende ocultar a los ciudadanos y a las ciudadanas, de ahí que ayer por la mañana montó una cortina de humo respecto al desastre administrativo y financiero que heredó de la gestión que encabezaron las priistas Anabell Ávalos Zempoalteca y Mildred Vergara Zavala.
Jorge Corichi nunca se quejó durante la transición y en el proceso de entrega recepción de las anomalías que hoy dice haber encontrado a casi un mes de haber asumido el poder, pero miente porque si hubo alguien que recibió detalles de todas las tropelías y desvíos financieros que había en el ayuntamiento capitalino fue él, pero decidió callar y extender un manto protector a las priistas por una supuesta recomendación de su nuevo “sensei” en la política, ni más ni menos que el longevo y caduco ex gobernador y hoy senador morenista José Antonio Álvarez Lima.
El alcalde capitalino es un domador de ilusas serpientes ponzoñosas que antes escupían y maltrataban a Morena, a sus militantes y a sus candidatos y candidatas porque se alquilaban al PRI y al gobernador en turno de Tlaxcala, pero cosa curiosa hoy que andan en busca de nuevos patrocinadores no sólo se han olvidado de sus insultos y su ridícula agresividad, sino que quieren aparecer como los paladines de la verdad y creadores de supuestos análisis políticos cargados de lambisconería que no oculta su hambre y su urgente necesidad de tener nuevos dueños.
Sabrán esos ilusos que no fueron los consentidos en la administración pasada, porque hubo otros que los superaron en el pago de convenios que recibían, como la mano derecha de Corichi, sí el gerente de Quadratin Tlaxcala, Miguel Ángel Chávez Zavala, quien sin lanzar tanta calabaza a Morena y a Lorena Cuéllar Cisneros superaba los montos que Carlos Villanueva Vera les cubría para que se la pasaran echando porras primero, al rancio hacendado Mariano González Zarur y después, al intermitente Marco Antonio Mena Rodríguez.
Jorge Corichi fue alcalde de Tlaxcala por casualidad. No conoce ni entiende las necesidades de los capitalinos. Desprecia a los tlaxcaltecas y piensa que él es un político de grandes vuelos, pero se engaña porque es chiquito y mediocre. Ya sueña con ser gobernador y dice que trabajará para conseguir ese objetivo, lo cual resulta grave porque si no puede como presidente municipal, usted cree que podrá dirigir al estado. No verdad.
Lo bueno es que hoy en día se vale soñar.
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