No es hacerlo menos,  es el bajo perfil en persona. * Vivimos la sucesión en pleno y sólo algunos se niegan a entender las nuevas reglas de operación.

Si Cesáreo Santamaría Madrid, es una burla como presidente del IET debido a su reconocida y aceptada incompetencia, lo es más la traición de Víctor Briones Loranca y Arnulfo Arévalo Lara, al grupo de diputados opositores que, impotentes vieron como, dos supuestos puntales, en realidad sustraían información y la negociaban. Así que, al abandonar el Pleno el conjunto opositor, dos resultaron con pegamento en el trasero y fueron incapaces de levantarse de su butaca, como también lo fueron para impedir que hilos jalados por operadores del orticismo, los muevan desde la parte superior de este teatro, malo, incompetente y engañoso.

Santamaría Madrid es de cuatro de calificación. En 2010 y 2012, él calificará las elecciones. Eso es un exceso, como lo es que Maricruz Cortes Ornelas, pase de presidenta a chacha del instituto y que en ninguna mujer haya recaído una titularidad. Si por un lado se aprueba la ley anti padrote, por el otro se ejerce este oficio en la política, con la brutalidad que solo en Tlaxcala es posible encontrar. Este es el estilo con el cual se mueve a los encargados de sancionar los actos democráticos en la entidad.

¿Cuánto vale que un perredista deposite su voto en la urna de la impunidad? Seguramente sabe el daño que causa al proceso apoyando la llegada de un incapaz. Tan bajo cayó el PRI que compromete su gran imagen de oposición, aderezada con descalificaciones del líder estatal Ubaldo Velasco al gobernador Héctor Ortiz, pero dispuesto a comer del pesebre al que tanto patea.

Ese perredista y ese priísta, Briones y Arévalo, son nuestros nuevos íconos de la suciedad. El primero desea con todas sus fuerzas ser candidato a la alcaldía de Tlaxcala y abriga la esperanza de dirigir a su partido y luego de ser gobernador. El segundo, intensamente gris, es de los que arrojan la piedra y esconde la mano, de los que toman el teléfono para reclamar que alguien descalifique sus indignidades. Pero ellos, los traidores, alcanzaron un interesante nivel de satisfacción por sus actos. Hasta han de creer que los admiramos. Son despreciables.

La miopía seudo oficial

Yo no sé por qué hay quien se empeña en ocultar una verdad del orticismo y su nueva relación con el campo. Es entre grotesca y ruin la cobertura parcial de la concentración más importante del sexenio, con productores el pasado viernes. Pero, minimizarla es más cómodo que aceptar las nuevas reglas del juego.

Antes, con el campo no se contaba. Este se inscribía en la contabilidad de Rosalía Peredo. Era su principal fuerza, el petate del muerto para espantar a funcionarios castrados políticamente, como Ignacio López Sánchez, aquél que aguantó sollozando que cortaran su corbata y lo golpearan en la cabeza como solía hacerlo Alejandro Suárez con la pájara Peggi.

Hoy, ya forma parte de las cuentas del orticismo y puede que hasta sea fiel de la balanza, si no es que se alza como sector proponente aprovechando la magistral mixtura del echeverrismo faraónico con el aiga sido como aiga sido de mister Felipe Calderón.

Señores, esta es la sucesión  en pleno. Así como pasaba a los muertos necios de la cinta El Sexto Sentido, donde el tierno Haley Joel Osment, se encargó de informar al personaje interpretado por Bruce Willis que hacía tiempo de haber colgado los tenis, pero no quería darse cuenta (en una exquisita y escalofriante película escrita y dirigida por  M. Night Shyamalan), así, igualito, hay zombis orticistas que deambulan creyendo en una popularidad necrológica y hasta suponiéndose lo suficientemente fuertes como para entrar a una elección.

El nuevo software de la política tlaxcalteca contiene datos muy cambiados. Quien se resista a comprenderlos quedará en el rezago. Y créame, en este asunto, viejos como Rubén Flores Leal, parecen haber  rectificado sus pasos, a diferencia de supuestos jóvenes, envejecidos prematuramente por la angustia de contemplar un complejo devenir.