El marido engañado es el último en descubrirlo, así, los funcionarios con los días contados son los más bravos en aceptar los resultados de la evaluación.


De rumor y elucubración califica un sector a la evaluación de dependencias. Pues claro, ¿qué esperaba?, ¿cuándo alguien acepta que es un incapaz?, ¿cómo reaccionan aquellos que ignoran que hay quien los observa, con detalle y constancia?

Como no vivimos tiempos de desaparición de dependencias en el gobierno federal, que tarde o temprano habrán de llegar a territorio local, el funcionario que usted seleccione hará una descripción increíble de su desempeño.

Negará que su rendimiento es bajo o nulo y, al contrario –como Heladia Torres – se aprestará a entregar voluminosas carpetas que respaldan su convocatoria electoral fuera de serie –aunque el resultado en las urnas solo es efectivo en la tercera parte.

A quién le da gusto reconocer que por mal servidor público se puede quedar sin chamba y, arrastrar a otros a la desgracia del desempleo. Pues a nadie hombre, por eso califican de rumor a los pésimos resultados que la mayoría de las dependencias arroja desde el martes anterior, cuando ojos impasibles revisan estadísticas, comprueban rendimientos, cruzan información y emiten informes.

Y conste que la observación no se limita a los colaboradores del poder ejecutivo. Se ensancha a los operadores del Legislativo, como Orlando Santacruz, en cuyas manos ha estado destrabar la aprobación del paquete de leyes en el capítulo de la transparencia.

Por esa pasividad hoy somos el primerísimo lugar en opacidad.

Y a pesar de ese registró, el señor Santacruz no llega a la sesión de ayer martes.

Oiga, pues cómo cree usted que va a reaccionar una persona con estas cualidades, cuando se le hable de la observación de su desempeño.

¡Pues indignado!

Han de decir, cómo se atreven a evaluar mi trabajo. Es que no se dan cuenta de todos los problemas a los que me enfrento, creen que nada más vivo para desempeñar un cargo…

Y ahí están las estadísticas de su rendimiento. Ahí yacen las posibilidades de seguir o desaparecer. Así de sencillo.

A estas alturas nadie tiene la seguridad de su empleo. Sobre todo si gana mucho y hace poco. Y en casos particulares si gana una fortuna y no hace nada.

Y si a todo esto le sumas que no te convocan a las reuniones de evaluación, enloqueces.

Por lo pronto hemos de exponer que esta labor evaluatoria busca desde la conformación de la nueva legislatura hasta el diseño anticipado del nuevo mapa político de los municipios.

A nadie molesta más que le corten las alas cuando sueña con ser diputado, o alcalde. Pero, qué ofrece. Debería ser competitivo, no respondón. Mas la naturaleza humana es tan predecible…

A ver, quién puede impedir que surjan las malas calificaciones de entes como el Instituto de Pensiones Civiles de Tlaxcala.

Quién, nada más con la carota de enojado puede decir que es de las peor evaluadas porque el bajar los sueldos de sus integrantes resultó más por el lado mediático que como medida efectiva.

El fondo del cual dispone fue saqueado. Va derechito a la quiebra y no deja de crear conflictos. Eso genera una pésima evaluación. Quien no lo conozca que lo compre.

Y qué me dice usted de Sepuede y la intención enfermiza de su titular por contender por la alcaldía de Calpulalpan.

Si quiere le seguimos, sobre todo para pedir a los funcionarios chafas que no nieguen su falta de pedigrí y no intenten pagar con valiente las malas notas que obtienen merced a su mal desempeño.

Con esa actitud no remedian nada.