Se trata de la instancia que da equilibrio… donde la sumisión del titular de la Segob es tan perjudicial como una plaga de gatos. * Plaza Bicentenario, de los primeros desafíos del alcalde Adolfo Escobar.

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En los ciclos de la Secretaría de Gobierno, el nombre de Miguel Moctezuma Domínguez, ha comenzado a acusar una obsolescencia que nada más la remoción podría subsanarlo. Eso se escucha en los pasillos, en los baños y en los jardines de Palacio. Pero en voz baja porque el señor Moctezuma es re buena gente y qué iba a decir si se entera que ya se piensa en su relevo.

Siendo estratégica esa área para frenar el deterioro del marianismo por el marianismo, hace falta alguien con menos recuerdos y más acciones.

Hace unos días, el ex senador Alfonso Sánchez Anaya, urgía a su primo hacendado a refrenar temperamentos y tender puentes porque, el trecho restante se torna atípico. Y cómo no, si a lo largo de estos tres años privó la constante de aplastar a todo y a todos con los dichos y sentires del señor… el patrón… el amo…

El otro deterioro, el interior, ese es imposible de parar. Y así como ASA lo ve venir, parece que en la oficina más lujosa de palacio, por primera vez demostraron así, así de sensibilidad.

Así que hay que tomar la mejor decisión.

¿Pero, quién tiene este perfil, que a Moctezuma le asiste?, ¿quién posee la jetatura como de un señor con mucho carácter, pero a la hora de los mameyes se dobla como cuchara pasada por las yemas del mentalista Uri Gueller?, ¿quién parece león de la MGM, pero a la hora de rugir… maúlla?

Sumando lo oxidado del casco de la nave mariana con el tiempo restante a su gestión, lo que urge no es un secretario de Gobierno a modo del gobernador, sino alguien con carácter y con respaldo, con capital político y con arrestos, con cara de enemigo aunque su historial no sea el mejor.

Supongo que González ha de estar pensando en alguien como Rubén Flores Leal, el eterno candidato a la Segob, el único que renunció a la patente orticista de notario para demostrar no sumisión, sino devoción a Mariano, el tipo que hartó de los desdenes del hacendado y un día (en la Cabaña de la Feria) le pintó un panorama sin él, que al bigotón comensal lo llevó a decir delincuente, de aquél que sin más consideraciones lo dejó comiendo solo.

Me parece que el temperamental gobernador ya comenzó a tomar en serio el epitafio de su primo Poncho.

También supongo que ya comenzó a tomar en serio el tremendo daño causado por Mario Armando Mendoza Guzmán, el operador que, de actor de relleno en Michoacán, vino aquí a vender cuentas y cristales a un gobernante urgido de tener a alguien  que elogiase la brújula ausente durante la primera mitad de su gobierno.

Ha de ser por eso que, en corto, no ha tardado en anunciar a todos su espectacular cambio de conducta: «ora sí me voy a portar bien…»

Ha de ser que su próximo viaje a España (creo que con José María Arturo Huerta) lo empleará en pensar y pensar cómo remover a Moctezuma sin herir su susceptibilidad. Cómo decir a Rubén Flores Leal que, lamenta haberlo subestimado, cómo retirar de su tez el emblema del reiterado fracaso, tatuado por el michoacano.

El tiempo apremia.

El final trágico de esta administración concluye incontables premisas describiendo el doloroso dispendio de poder, dinero y popularidad.

Y la urgencia de encontrar el mecanismo, ya no de éxito sino al menos de un cierre digno, sin el sobresalto de seguir la ruta Granier, cuando los cañonazos de dinero no sean lo suficientemente robustos para contener a adversarios suyos, dentro y fuera del Congreso, determinados al ojo por ojo y diente por diente.

De los retos del nuevo alcalde de Tlaxcala

El alcalde electo de Tlaxcala debería tener como prioritario en su agenda, ser el factor que permita la conclusión de la Plaza Bicentenerario, cuyos conflictos de origen a los tlaxcaltecas nos importan poco, como no sucede con la necesidad de verle terminada y, sin el grotesco saqueo que a varios funcionarios ha permitido engrosar sus cuentas bancarias.

Adolfo debería actuar bajo la lógica de: tus enemigos no son mis enemigos… activar su experiencia de secretario de gobierno y revivir los trabajos complementarios de la magna obra, así sea necesario colocar una enorme placa alusiva con el nombre de Mariano, como el mandatario que tras tres años de no hacerlo, acabó por ceder a un anhelo social y a una obra concluida.