Se burla de las filias y fobias de grupos enmarcados en la diversidad sexual que conforman su gabinete, reconoce el maltrato a subordinados a quienes propina coscorrones en busca de la institucionalidad y así pretende ayudar electoralmente a los abanderados del PRI.

El gobernador de Tlaxcala, Mariano González Zarur, alardea la ausencia de su señora madre y a ello atribuye un supuesto estilo de ejercer el poder con una frialdad asombrosa.

Al asumirse como un personaje que supera la ficción, dio rienda suelta a esa especie de humor negro, autodegradante y envilecedor, con el cual ha comenzado a enjuiciar a sus propios colaboradores, exhibiéndolos ante alcaldes, ciudadanos y medios, en su rarísima campaña de informes regionales.

La oposición califica estas expresiones como promoción electoral. Y sin embargo en los hechos esa campaña resulta en un ejercicio desvalorizante, de lógica kafkiana… es como inmolarse políticamente y arrastrar a sus incondicionales.

En la más reciente gira por el oriente de la entidad, por ejemplo, pronunció frases ambiguas para descalificar las preferencias sexuales de algunos colaboradores.

Supondría que sus expresiones de ida y vuelta no serían comprendidas por el incrédulo público convocado para escuchar datos concretos de obras y logros de su administración.

Pero Mariano dirigió su hiriente discurso, suponemos, al secretario de Educación Pública, Tomás Munive Osorno, de quien pasó por alto incondicionalidad y lealtad, y con el peor de los gustos lo ventaneó: «Luego ellos tienen sus predilecciones, (¿?) y yo tengo que cargar también con las filias y las fobias de los funcionarios (¿?), ellos tienen sus filias, entonces tienen sus amigos, amigas, compadres y sus conocidos. Ah, pero tienen sus fobias, con los que no se llevan tan bien…»

Con estas frases cargadas de veneno, el mandatario criticó falta de financiamiento de parte de la autoridad en el ámbito educativo:

1.- Utilizó el distractor de la mofa para responder destruyendo a Munive Osorno, a una serie de peticiones hechas por ciudadanos.

2.- Y esa descalificación a un subordinado le significó ahorrar una lana, aunque la fama pública del secretario de Educación de Tlaxcala haya quedado por los suelos.

Al secretario de Finanzas, Ricardo García Portilla, le ofende –al grado de recurrir a la Procuraduría- que haya trascendido el supuesto maltrato físico al que sería sometido por su jefe, y del cual su propio entorno laboral se encargó de comentar dentro y fuera de sus oficinas.

En el terreno humorístico, a esa agresión física nos permitimos llamarle, “zapes”. Pero Mariano ha sido explícito con ese reprobable maltrato, del cual se ufana y burla ante autoridades y gente del pueblo, sin importarle el descrédito que causa:

«Yo les pego sus coscorrones, tienen que actuar de acuerdo a la institucionalidad porque tenemos que equilibrar el desarrollo de Tlaxcala que tiene que ser para todos, no puede ser para unos cuantos, ni para mi familia, ni para mis compadres, es para toda la gente».

Siguiendo las palabras del mandatario, los coscorrones son factor de institucionalidad y mediante ellos logra equilibrar el desarrollo de Tlaxcala.

El tiempo y la ausencia de Ricardo a las comparecencias agendadas por la Procuraduría, dieron la razón a quienes hicimos público el maltrato utilizado por el gobernador de Tlaxcala como método de sometimiento a subordinados y colaboradores.

Se supone que los coscorrones conformarían la metáfora marianista de la dominación.

Lo sorprendente es la violencia, resultado de los ataques de ira a los que González Zarur, en sus propias palabras describe como, “no tengo madre… ni padre” y lleva al extremo criticando el corazón de pollo con el que según él actúan sus colaboradores –así, tal cual lo dijo- mientras él, al no tener corazón de pollo, actúa con la cabeza fría.

Suponemos que es este el origen del rumbo con el que hoy cuenta Tlaxcala gracias a la conducción que él hace… al fin y al cabo coordinador de los esfuerzos de todos.

No me ayudes compadre

Información del propio PRI comparada con datos del PAN, da a estos últimos una importante ventaja a poco más de cuatro meses de la elección federal.

Teóricamente el plan del gobierno estatal sería contrarrestar el avance albiazul con los múltiples informes regionales.

Pero, burlándose de funcionarios, lamentando que Tlaxcala tenga cobertura universal en Seguro Popular porque es un estado pobre y colocando su imagen personal por encima de los modestos logros de este primer trecho hace un flaco favor de promoción a los abanderados de su partido.

Ya sabemos que no le debe nada a nadie… y menos al PRI.

También sabemos (por él mismo) que no tiene madre… ni padre.

Además, fuimos enterados que es un gobernador sin corazón de pollo, sí señor.

¿Son acaso estos atributos lo necesario para incrustar a su hijo Mariano González Aguirre, en el equipo de Enrique Peña Nieto, como su coordinador de campaña en el estado de Tlaxcala?

Con el debido respeto, decimos a González Zarur que el suyo es un doble discurso.

No puede hablar de rumbo y mucho menos de recomponer el tejido social cuando uno de los más beneficiados por su política es su propio hijo.

No puede hablar de institucionalidad y equilibrio, si los consigue propinando coscorrones a sus colaboradores y miembros del gabinete.

Criticar a sus colaboradores por tener corazón de pollo, condena a la plataforma de profesionistas en el poder, multipartidista pero encabezada por el PRI, a ser tontos, pusilánimes y selectivos porque sencillamente no se parecen al lobo estepario de la política en que él se ha convertido (también basados en sus propias expresiones, dichas en radio).

Tras esta básica exhibición de cultura de poder viene lo mejor: «poco a poco van aprendiendo los funcionarios, no’mas que ya llevan 14 meses, ya quien no aprendió se va ir a su casa porque quiere decir que ya no va aprender».

A los trece meses levantamos la casa, a los catorce ya es tiempo de que se vayan los que no han aprendido.

En resumen, esta es una administración sin rumbo (por más intentos de gritar lo contrario), sin valores (eso de no tengo madre dicho por un gobernador puede tomarse como un insulto a las familias de Tlaxcala), intolerante (es imposible pasar por alto aquello de las filias y fobias de sus colaboradores) e improductiva desde la perspectiva partidista (primero filtra el recurso del CEN, luego descalifica a sus propios colaboradores).

Esto es muy parecido a la anarquía.