Ante el virtual candidato del PRI a la Presidencia, debiera presentarse el contenido (in) creíble de estos primeros once meses de gobierno, como el enriquecimiento de ciertos despachos externos, propiedad de formidables políticos… esa es la realidad y no lo superficial que se nos quiere vender.

Dios nos agarre confesados en esta etapa previa al besamanos del gobernador Mariano González Zarur, que comienza con la licencia presentada por la diputada priísta Lorena Cuéllar Cisneros, y tiende a darnos así de sorpresas, rumbo a la conformación del nuevo gabinete (o como dicen en Palacio: llegan unos a sustituir a los que están a punto de desmoronarse, por aquello del bullying marianista).

El desafío lorenista a la línea de terror dictada desde la oficina de Mariano, da sustento a aquellos acuerdos cupulares tomados en el PRI cuando la sobrina de Joaquín, se hizo a un lado para facilitar las cosas al hoy mandatario: es compromiso ineludible hacer de esta política una de las candidatas al Senado.

El acuerdo tuvo testigos de la talla de Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes, Emilio Gamboa y Joaquín Cisneros –como representante del entonces estresado y solitario Mariano. Quedó inscrito en la conciencia tricolor de esa élite que, ante la inexorable llegada del proceso electoral tiene que cumplir con su palabra, a no ser que le apueste al rompimiento.

Son de reconocerse los arrestos de Lorena, para quien los sombrerazos del ganadero y las intrigas de su tío, valen menos que la causa pactada en aquél episodio, cuando a niveles de urgencia los tricolores debieron tomar una decisión para confrontar en las urnas a una abanderada panista con todas las ventajas para impedir el asimiento de la paño tricolor, como finalmente ocurrió gracias al concurso de múltiples personajes –incluso sedicentes panistas- aunque el tiempo y la soberbia sedujeron al enceguecido hacendado, incapaz de ver más allá del espejo… su único y real compañero perenne.

No a todos se les tasa con la misma vara

Valga el derecho reclamado por la Cuéllar, para adentrarnos en el mundo del reparto de beneficios en esta era del marianismo en tanto única divisa licenciada para hacer más ricos a los amigos y provocar cismas en aquellos fuera de ese círculo.

Mire que el adelgazamiento del aparato burocrático, a niveles biáfricos, no es congruente con el destino de monstruosas cantidades de efectivo que, en bajo una óptica menos bizarra tendrían como destino las obras como parte de un mejoramiento real del nivel de vida de los tlaxcaltecas.

En efecto, el manejo discrecional y convenenciero del presupuesto ha servido, según aflora en el propio palacio de gobierno, para engrosar las cuentas bancarias de despachos externos, con los cuales se da en los hechos la conducción del estado, para el cual ya resulta de más la existencia de miles de burócratas, con la insistente idea de conformar al engranaje perfecto de un poder con el reto de vencer a la pobreza y a la injusticia.

Pero cuando en la Secretaría de Finanzas, se comentan en voz alta las escandalosas cantidades de ceros a los cheques enviados al despacho Borrego Estrada (dicen que hay pagos entre 40 y 50 millones de pesos por trabajo), uno se pregunta hasta dónde el PRI es capaz de revivir a sus ex dirigentes nacionales (Genaro), aprovechando el nombramiento que en 2008 el presidente Calderón hizo de su tocayo, Felipe Borrego, como secretario técnico para la implementación de las reformas constitucionales sobre seguridad y justicia.

Y ni quien alegue la calidad del trabajo entregado. Es sobresaliente y forma parte de las dieciséis iniciativas en manos de los diputados tlaxcaltecas para su análisis y aprobación, como parte del nuevo marco legal… entre extraordinariamente avanzado y escandalosamente concentrador del poder.

Un despacho más, con relación directa a las cuentas de Carlos Rojas, se haría inscrito en el listado elitista del nuevo estilo tricolor para gobernar, decíamos desde locaciones foráneas a la cuenta del presupuesto del estado.

Esto señores, es el capítulo omitido en el informe próximo a presentarse, en presencia de Enrique Peña Nieto y demás familiares tricolores, dispuestos a validar la sustitución de instituciones creadas dentro del aparato local para tales fines, pero encabezadas por gente sin la altura necesaria en el selectivo criterio del Revolucionario Institucional, versión esta nueva generación que viene con la espada desenvainada para hacer suyo lo que tenga enfrente.

A esos despachos se atribuye la redacción del informe definitivo del primer año de gobierno.

No se trata del fraude de hojas en blanco entregado el cinco de diciembre en el cubículo del diputado Silvestre Velázquez Guevara. No, esta nueva argumentación obedece a planteamientos ensanchados de poder que han de ser expuestos ante un público también selecto e impedido de formular cuestionamiento alguno, pues no sencillamente carecen de la altura para atreverse.

Sobre esos novedosos estilos de construir el nuevo escenario tlaxcalteca debiera informarse.

No todos los despachos son bien vistos

Habría un negocio a lo largo de estos primeros once meses de administración, que llevó al hartazgo al general de cinco estrellas.

Se trata del despacho de un vocero, viejo y dispuesto a soportar candela tras haber impulsado una facturación brutal a sus oficinas con sede en la Ciudad de Puebla.

Responsable de la pésima imagen del gobernador y en fechas recientes congelado e impedido para siquiera asistir a las giras debido, en primera instancia a los frustrantes resultados de difusión de los temas torales.

¿Cómo se lograría semejante hombrada si el recurso para ese fin fue marcado con una equis de apartado para aparecer en su propia contabilidad, muy parecido a aquellas deficiencias detectadas por la Secretaría de la Función Pública, consistentes en obras pagadas pero no entregadas?

He ahí donde los sabuesos de escaso cabello debieran añadir su olfato.

Qué buena falta hace una auditoría, de esas ejecutadas por despachos eficientes a la Coordinación de Prensa y Relaciones Públicas del gobierno de Tlaxcala. Le aseguro que la información allí existente es reveladora y demuestra que no todos los despachos son bien vistos por la óptica marianista.

De las injusticias inconcebibles

Cuando a una abuela se le  condena a sesenta años de cárcel por convenir ello a una confusa investigación (a punto de liberar a los verdaderos plagiarios) uno se pregunta las causas que mueven a juristas, de la talla de Elsa Cordero, a involucrarse en ese tipo de bodrios.

En un juzgado de distrito con sede en Puebla, escandaliza la tergiversación de personajes, fechas y circunstancias que acabaron por responsabilizar a una anciana huamantleca por el secuestro de su propia nieta.

Qué habrá de por medio. ¿Acaso riqueza?… no creo porque esa mujer, quien vivía de su trabajo en el norte del país, sobrevive en medio de una economía considerablemente escasa.

Ignoro qué otros intereses moverán a dicha magistrada a tan estruendosa decisión, pero eso sí, que quede clara la dureza concentrada en lo que podemos llamar el perro más flaco, ese al que se le cargan las pulgas.